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Narra Dylan.

—¿Estás bien?— Nos sentamos en el sofá, no sabía qué hacer, conocía a la chica, pero el ambiente se sentía tan tenso que parecía, poder cortarse con un cuchillo. —¿Por qué nos pediste traerte a este lugar?— Recargó sus codos con sus rodillas y cubrió su cara con sus manos.

—Es mi hermano— La mire sorprendido.

—Pero, tú, él— Intentaba formular mi pregunta, aunque parecía idiota.

—No es mi hermano biológico, pero es lo único que me queda— Me miró, buscando empatía, solo le devolví la mirada, esperando otorgársela.

—¿A qué te refieres?, ¿Y tus padres?— Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. —Lo siento, no debí haber preguntado nada— Extendió su mano para que me detuviera y así lo hice.

—Ellos murieron hace dos años, fue un ataque en su trabajo, no nos dieron detalles, su trabajo organizó el funeral y nos dieron un cantidad de dinero, para que pudiéramos seguir adelante— Su mano, buscó la mía y cuando la encontró, la tomó con fuerza.

—¿Y qué harás ahora?— Tenía muchas cosas por preguntar, pero no me sentía con la confianza de hacerlo.

—Terminaré la preparatoria, por suerte la escuela nos rebajó la colegiatura, ya que nuestros padres habían cubierto, todo menos el último año— Sonrió orgullosa. —Después de terminarla, buscaré un empleo y estudiar alguna carrera, si es que llegan a aceptarme en cualquier Universidad—

—¿Y tu dinero?, ¿Qué pasó con la fortuna de tus padres?— Su mirada cambió, al escuchar mi pregunta, parecía molesta, furiosa.

—Mi familia la robó, éramos prácticamente niños, no sabíamos nada sobre finanzas o como quedarnos con una parte al menos, ahora mismo hay gente viviendo en nuestra anterior casa, disfrutando, de lo que era nuestro, haciéndose llamar nuestra familia— Se notaba el rencor en sus palabras. —¿Puedo preguntarte algo?— Su voz se sintió más relajada, sus emociones se habían apaciguado. —¿Por qué, él?, ¿Qué tiene, que es lo que le ves?— Su tono, superior a Pablo, hizo que me molestara.

—¿A qué te refieres?— Solté su mano e intenté alejarme de ella.

—Si lo tuyo son los hombres, pudiste haberte buscado uno como nosotros— Se acercó a mí, hasta acorralarme a la orilla del sofá. —Sabes a lo que me refiero, con clase, alguien como yo—

—Pues ahora, eres alguien como él y ni eso, porque tiene mucho más que tú y no me refiero al dinero, sino a la educación, ¡Él nunca humillaría a alguien por su estatus económico, ni por nada, al contrario si lo necesita buscaría ayudarlo!, así como lo hizo contigo yo te hubiera dejado, llorando en ese rincón, pero él no es así, no es como tú— Me levanté a la fuerza, empujándola y ocasionando que cayera al suelo. —Por eso y por muchísimas cosas más, es que estamos juntos, ¡Por qué es de las mejores personas que hubiera podido conocer!— Gire buscando la salida y lo vi, de pie mirando toda la escena.

Me miró sonriendo, con el cabello mojado, el uniforme manchado, pero casi tan adorable como podría estarlo yo, no necesitaba mirarme, para saber que le estaba sonriendo de oreja a oreja, y con las mejillas rojas.

—Quería ayudarte, pero gente como tu necesita mucho más que eso— Se hizo presente en la habitación, sujeto mi mano, salimos de ese lugar, subimos al auto y nos fuimos lo más rápido que se pudiera.

Después de divagar, por la ciudad en el auto, decidimos ir a la plaza central de la ciudad, por suerte el ambiente, se relajo al salir de casa de Aimé, olvidamos que estuvimos en ese lugar y comenzamos a vivir nuestra fuga.

Besos En Mis Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora