Capítulo 9

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Se había perdido. No iba admitirlo, el sabia donde estaba, sentado a lado de una neveria, frente al mar con un cono doble entre sus manos. ¿Sabía como llegar a la casa de la que salió esa mañana? Por supuesto que tenia una idea...algo borrosa. Las calles serpenteaban como laberintos, el mar era su única referencia pero tenía que atravesar al pueblo para salir en el camino que lleva a la propiedad, y justo ahí estaba el problema. Tenia dinero, un teléfono y nada de ganas de moverse, le gustaba la vista y puede que si estaba un poco perdido.

La solución lógica era que tomara el teléfono y llamara a su esposo, que le dijera que viniera por él. Un marido de verdad lo hubiese recogido sin rechistar, es más lo estaría buscando en ese momento, ansioso por estar a lado de él amor de su vida. Resopla incrédulo mientras sigue comiendo su helado, saborea con calma y trata de apartar esa sensación de su pecho. ¿Por qué se sentía así? Solo era un matrimonio arreglado, no tenía que esperar rosas o chocolates, lo máximo que recibió fue un arma en la boca. La sensación molesta del pecho presiono aún más, sintiéndose casi dolorosa.

Un auto se detiene frente a él, demasiado familiar para solo haberlo visto un par de veces. La puerta se abre y de ella sale Lee Hyukjae luciendo como una fiera, detrás de él su "amiga" hay una sensación amarga en el. Después de todo lleva medio día caminando sin rumbo pensando un montón de cosas una y otra vez. Esta abrumado.

—¿Me puedes explicar que haces aquí?—Se coloca de pie frente a el, vestido en un maldito traje que lo hace ver como un adulto responsable.

—¿No puedo salir a pasear? Debiste de comunicarme de mi posición como rehén—Se pone de pie sin mucho ánimo. Jamás en su vida se había sentido de esa forma, como si tuviera una correa al cuello que jalaran constantemente. Era horrible. La sensación de agonía solo lo llevaba a querer algo de libertad y un paseo por la playa era mejor que su "otra" alternativa.

—Tienes que avisar y decirles a....

—¿Tengo cinco años? Salí por un maldito helado, además le quería dar privacidad con su "amiga". No soy bienvenido ni en su casa ni en ningún lugar, ambos sabemos que me quiere lejos así que no se porque se empeñaba en lo contrario.—Tira lo que restaba de la nieve en el bote de la basura, de pronto le supo agria.

—Estoy intentando llevar la fiesta en paz, pero no cooperas—Hyukjae luce furioso, como si quisiera darle un tiro en ese momento, de reojo ve la sonrisa de lado de Hyo-Ri.

—¿Metiéndome una pistola en la boca, arrastrándome y persiguiendome para mantenerme encerrado? No quiero saber lo que sería estar en guerra—Deja salir un resoplido de burla.

Donghae siempre estuvo acostumbrado a hacer lo que quería, no estaba jodiendo a su ahora esposo a propósito, simplemente hizo lo que siempre ha hecho. Pero eso no lo sabía el mayor, o no lo quería entender.

—Te drogaste en nuestro banquete de bodas—Habla entre dientes, se inclina hacia el y lo ve con tanta impotencia. Donghae agradece que sea un pueblo poco avitable por que ¡Que vergüenza! Le están haciendo pasar.

—Quería sobrellevar el hecho de que me caso con un desconocido, en una maldita boda que yo no organice y odie. Llevaba años imaginando mi boda, mi banquete, mi fiesta. Pero el señor puso la condición de algo discreto y terminó siendo esa espantosidad—El castaño le saca la vuelta a su esposo y entra al auto, del lado del copiloto cerrando de un portazo.

En realidad le gusto la velada, fue elegante sobria y con música tranquila. Era linda para una trato empresarial, aunque después de todo, eso fue. Solo un maldito trato en el que quedó atrapado. Pero que más podía hacer. Esa sensación en las encías de necesidad por algo que no probaba en mucho tiempo le hizo sentir aún más ansioso.

Escucha como los otros dos caminan fuera del auto y hablan, mira el anillo de compromiso y el precioso diamante. Se deja caer en el respaldo y trata de no pensar más. Solos eran unos días, al después volverá a clases y responderá preguntas incómodas, ya no sabe lo que es peor.

Finalmente Hyo-Ri y Hyukjae entran al auto, ambos en silencio en la parte trasera. En cuanto la puerta es cerrada el auto arranca, el más joven escucha los murmullos en la parte trasera, ni siquiera se molesta en poner demasiada atención. Se siente molesto, con los nervios revolviendole el estómago y las ganas de hacer algo. No sabe si necesita un cigarrillo o salir de ahí, siempre que estaba de pie al mar había una tranquilidad que lo rodeaba. Ahora esta se había ido.

El camino transcurrió en un silencio incómodo, en cuanto el auto se detuvo Donghae bajo, camino hacia el interior mientras ignoraba los llamados de su esposo. Saco el teléfono de su bolsillo mientras subía la escalera hacia el segundo piso. Se encerró en la que era su habitación y llamó a su padre. Sabía que él trató era importante, solo llevaban unos días pero no podía tratarlo de esa forma.

—¿Donghae? Cariño ¿Cómo estás?—La voz de su progenitor es acogedora, calmada y reconfortante. —Escuche que fueron a una de sus casas cerca del mar, a ti te encanta el agua así que imaginó que no sales de ahí ¿Cierto?

—Me trata como si fuera su maldito prisionero, acepte ser su marido por todo lo que implica pero merezco que me trate como una persona. No me deja salir a ningún lado, siempre me grita y me metió un arma en la boca mientras me tocaba. El maldito bastardo tiene a su amante aquí mismo, se que no soy un ángel con la mejor personalidad pero quiero que me deje hacer lo que se me venga en gana, estamos casados, no soy su esclavo, no le debo avisar a donde voy o que hago cada malditos cinco segundos—La voz le tiembla y no sabe porque, se siente mareado y con una sensación rara. La extraña calma por la que pasó se había esfumado, se sentía acorralado.

—El te apunto con un arma de fuego...—La voz de su padre cambio por completo, era tensa y casi oía como retenía la furia. Donghae no sólo era el hijo del primer ministro, era su bebé, su preciosa joya más preciada que entregó solo por honor y lealtad, había hecho jurar a Lee Hyukjae sobre la tumba de su padre que trataría al castaño como un rey.

—Estaba cargada, después de sacarla le quito las balas—El lo vio. Hubo un silencio y Donghae solo necesito cinco palabras para que su padre pusiera manos a la obra.—Siento que voy a recaer.

Lee Hyukjae podía ser un hombre poderoso, podría ser temido pero el primer ministro seguía teniendo influencia y el rango más alto. No le tenía miedo a nada, pero esa tarde no resiviria la visita de su socio sino de su suegro y le esperaba la amenaza de su vida. Donghae siempre tenía lo que quería y esa vez no sería la excepción.

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Ji-yong estaba sentado en el sofa del departamento de su novio, su cabello rojo caía sobre su rostro mientras miraba el obsequio dentro de la caja. Llevaba un enorme abrigo de piel sobre su delgado cuerpo, y nada más. Seung-hyun se agacho frente a el, lo tomó de las mejillas dándole un par de besos, una y otra vez.


—¿Por qué no te mudas conmigo?—La voz del militar es áspera.

—Y encontrarme al primer ministro, que vergüenza. Tu padre da miedo—Finge un escalofrío a la vez que se inclina al frente para darle un beso en los labios. Rápidamente se pone de pie y camina hacia su ropa que está hecha un lío en una esquina.

—¿Ya te vas?—Seung-hyun se escucha desilusionado.

—Sí, no he ido al departamento en casi un mes, si tardo más Taeyeon y JongWoon van a tener a alguien ocupando mi habitación, no quiero hallar mis cosas en una caja.—Ji-Yong le saca la lengua y empieza a vestirse.

—Puedo comprarle un departamento...

—Me gustan los regalos—Corto de inmediato el pelirojo—, pero tampoco exageres, no quiero tu dinero y lo sabes—El mayor resopla por la respuesta de su pareja, hay un suspiro pesado y una mirada de anhelo.

Su hermano Donghae se había casado antes que él, era vergonzoso ya que era el más joven, al único que quería como esposo estaba frente a él llendose de su lado una vez más. Su padre jamás aprobaría un matrimonio que no trajera beneficios, pero si Seung-hyun buscaba un poco más, si solo comenzará a indagar, se daría cuenta de que si hay beneficios.

El Tigre De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora