Capítulo 11

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Relámpagos. Cuando era niño les temía, lloraba desconsolado y se escondía debajo de la cama o en el closet, cubriéndose con todas las prendas. No iba a la habitación de sus padres o hermanos porque quería ser fuerte aunque se deshiciera de miedo. Solo que Donghae no le temía a los relámpagos, sino a lo que le recordaba.

Sucedió cuando tenía cinco años, estaba en el auto con su hermano Seung-hyun y Donghwa, su padre estaba frente a muchas personas mientras hablaba, había gente a su alrededor, era un día soleado y casi recuerdo el cantar de las aves. Estaba aburrido pero aún así esperaba con calma, entonces fue cuando pasó. Todo sucedió tan rápido.

Recuerda un ruido ensordecedor, le dolieron los oídos y después hubo un zumbido, vio a la gente correr, a su padre ser rodeado por hombres en traje negro. El zumbido se detiene, parpadea confuso antes de ver manchas rojas, la gente moviéndose y de nuevo otro estruendo que le hizo saltar el corazón, que le revolvió el estómago, estaba asustado y quería llorar. Después de eso está en el suelo del auto, con sus hermanos sobre el y en movimiento, con el horrible sonido perforando sus oídos. Después supo que eran balas, y que los relámpagos sólo lo hacían revivir eso.

Agradecía que en Seoul las tormentas eléctricas eran nulas, aún así hay lugares donde suelen acontecer, iluminando el cielo en ese espantoso sonido que lo hace temblar. Durante gran parte de su niñez, cuando se dieron cuenta de que le temía a los relámpagos o sonidos fuertes, fue llevado al doctor y medicado. Las pastillas lo hacían dormir, lo hacían olvidar todo. Pero como todo fármaco, se lo quitaron antes de que le hiciera daño, pero a Donghae no le agrado eso, no podía dormir, las pesadillas rondaban su mente mientras el cielo se iluminaba de esas luces y ese sonido aterrador. No le tuvo miedos a las armas de fuego, no las asocio con el estruendo hasta que fue mayor, siempre creyó que le temía a los relámpagos.

Sus momentos de insomnio aumentaron, las medicaciones volvieron, desarrollo resistencia a ellos, se los cambiaron y le provocaban episodios de ansiedad. Podía estar tranquilamente en el césped, mientras en el interior sentía que podía morirse.

Fue cuando la encontró, su padre la producía después de todo. Había visto como en las fiestas todos la tomaban como si fuese azúcar. Así que no vio el problemas, hundió el dedo en el polvo, y después lo llevó a la boca, frotándolo en las encías. Ese día no concilio el sueño, en absoluto, pero se sintió tan feliz, como jamás jamás su vida lo había hecho. Tenía tanta energía a pesar de no haber conciliado el sueño en mucho tiempo.

Su padre solía preguntarle si estaba sobrio, le daba gracia ya que no era alcohólico, ni siquiera le gustaba, pero el hombre era mayor, la palabra "limpio" seria más adecuada, o "desintoxicado" pero el hombre se aferraba a decir que estaba sobrio, tal vez por sí alguien lo escuchaba. Hay una diferencia si el hijo del primero ministro es entusiasta con la bebida, a que si es drogadicto. Especialmente en un país que le tiene cero tolerancia a las sustancias ilícitas.

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—¡Llevo más tiempo que él aquí, prácticamente me he criado en este lugar!—Hyo-Ri avanza a la puerta con sus maletas, esta llorando o mejor dicho berreando mientras se niega a salir de la casa.

—Por favor, necesito que te vayas. Solo por el tiempo que estemos aquí—Explica el mayor con calma.

Donghae deja salir un bufido, así que la mujer pensaba regresar una vez ellos terminaran su "luna de miel" ¿Acaso no tiene un lugar propio?

—¿De que te ríes mocoso? ¡No eres más que un adicto! ¡Hyukjae odia tener que lidiar contigo!—Grita con sorna pero es detenida en seco.

—¡Silencio!—La voz de Hyukjae es fuerte, le retumba en los oídos. La mujer se calla, aprieta los labios como si las palabras tratarán de salirse de su boca.

—Hyuk...—Susurra, antes de ver a Donghae con ese odio en su mirada. El joven sólo está en el sofá, con un libro en la mano y tratando de ignorar el momento.

—Ahorrame la pena de hecharte—Hyukjae la lleva hasta la salida, desaparecen tras la puerta de entrada y el castaño deja salir un suspiro.

Su padre se había ido casi en cuanto llegó, no sin antes darle todo su apoyo y cariño. El hecho de que su ahora esposo supiera su pequeño problemita le ponía de los nervios. No quería que lo viera con lástima o peor aún como si estuviese enfermo, el era completamente funcional y no solía necesitar de "eso" al menos que estuviera en una crisis. También trataba de no tomar ningún medicamento al menos que fuera inofensivo.

—Se ha ido—La voz de Hyukjae lo hizo saltar en su lugar, se quedó tan sumido en sus pensamientos que no lo escucho volver. Alza la vista para observarlo, no lo ve a los ojos, luce serio, como si hablara de negocios. Donghae solo asiente dejando salir un "De acuerdo" tan bajo que duda que lo escucharan.

—Se ha servido la comida—La señora Im les avisa y se retira con una suave reverencia. Desapareciendo por donde vino sin ánimo de quedarse en medio de ese silencio incómodo.

—¿Te gustaría ir a la playa? Podríamos cenar —Su mirada esta fija en algún punto tras el. ¿Por qué no lo ve en a los ojos? ¿Acaso no podía hacerlo?

—No es necesario sino quiere. Este matrimonio es un acuerdo, le cuesta ser amable conmigo así que para que presionarlo—Donghae se pone de pie con el libro contra su pecho, se siente demasiado vulnerable y expuesto. Como si le tendieron una trampa, y si dice que si terminará en uno de esos lugares donde te desintoxican mientras mueres lento.

—¿Me hablaras de usted?—Hay cierta incredulidad por el otro, quien por primera vez desde que comenzó la conversación lo voltea a ver.

—Que ella esté aquí es incómodo y algo descarado, pero si quiere estar con ella donde sea que esté, por mi no hay problema, solo sea discreto.—Donghae camina hasta el comedor, deja el libro en la barra antes de agregar—Ella me dijo que por mi culpa no están juntos, así que no le veo caso a seguir negándolo—Se sienta en la mesa y comienza a comer con tranquilidad. Aún recordando el sobre con ese reclamo escrito con tanta furia que era palpable. Acompañado de la foto, donde su actual esposo estaba de pie con la chica quien lo tomaba del brazo, y un hermoso anillo de compromiso. El no solía considerarse una mala persona pero ahora estaba bastante lejos de ser una buena, después de todo era verdad ¿Quién querría lidiar con un adicto?

El Tigre De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora