Capítulo 10

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Sobreprotector. Era una de las palabras que describía a Lee Seung-yeon, amaba a todos sus hijos por igual, los defendería a capa y espada sin importar las consecuencias, aunque se debe de admitir que siempre hubo una debilidad por Donghae. El primer ministro estaba en Indonesia por una reunión de negocios, después de la llamada de su hijo tomó un vuelo a Seúl, dejando a su secretario a cargo de los ultimos detalles.

Hyukjae estaba cenando con Hyo-Ri en la mesa del comedor, ambos solos a la luz de las velas. Hablaban de la belleza de la paya y el encanto del pueblo cuando lo escucho. El sonido de un helicóptero, tenían un campo de aterrizaje pero nadie iba a llegar, no que el supiera. Salió de ahí con su amiga pisandole los talones, caminando completamente confundidos. Atravesaron el jardín trasero y la piscina hasta dar con él gran campo de césped donde el helicóptero había aterrizado. Los hombres de Hyukjae se acercaban armados en caso de ser un peligro, pero la casa sólo era conocida por muy poca gente.

Cuando Lee Hyukjae vio bajar a su suegro del helicóptero sintió por primera vez en su vida, que el corazón se le salía del pecho. Lee Seung-yeon tenía una gran presencia y una mirada de pocos amigos, sintió como Hyo-Ri lo tomaba del brazo ya qué al parecer tampoco entendía la situación.

El segundo hombre más poderoso e influyente después del presidente paso por su lado sin voltearlo a ver, caminando como alma que lleva el diablo. Los otros dos solo se limitaron a seguirlo sin estar muy seguros de lo que pasaba. Llegaron hasta la casa, Seung-yeon se sentó en la cabecera de la mesa del comedor, justo frente a donde el plato de Hyukjae seguía caliente. Él y Hyo-Ri se sentaron sin entender que pasa. Uno a cada lado del señor ministro.

—¿Señor Lee, que es lo que..?

—Vuelves a tener el cañon de una pistola apuntando a mi hijo y vas a saber de donde vino el nombre de tigre blanco, las garras de un hermoso bengala serian poco.—Se deja caer contra el respaldo, sus mejillas están enrojecidas y lo ve con esa furia contenida.

—Su hijo se beso con un desconocido en la playa...

—¿Después de que lo metiste a rastras a él departmento o después de que le apuntaste con un arma?—Guarda silencio por unos segundos antes de continuar—Juraste que ibas a tratar a mi hijo como lo merece, el no es alguien que se apegue a los desconocidos. Solo déjalo ser y ni siquiera lo verás si es lo que tanto te preocupa.—Los dedos tamborilean sobre la mesa, el anillo de bodas brilla en su dedo, sus ojos son afilados.

—Yo no voy a tolerar sus caprichos...

—Los vas a tolerar y cumplir cada uno de ellos porque me lo juraste en la tumba de tu padre. Escúchame bien—Se levanta del asiento, su traje azul marino y su corbata oscura le hacen ver como si estuviera en la cámara de los senadores, a punto de debatir una gran decisión o mandar a desaparecer a alguien—, este matrimonio nos conviene a ambos así que debe salir bien si o si. Si un solo cabello de mi hijo es dañado o lastimado quizá Lee Donghae se vuelva un joven viudo.

—No sabe lo que es lidiar con el, es una maldita molestia todo el tiempo lo único que sabe hacer es llevarme la contraria, incluso le ha faltado el respeto a Hyo-Ri...

—Mi hijo tiene carácter y fuerza de voluntad, que usted este acostumbrado a personas dóciles—Le da una rápida mirada a la castaña que coloca la mano en su brazo— No es mi problema. Usted va a dejar que mi hijo haga lo que le de en gana, ni siquiera lo verá en días. Y si va a tener a su amante mi hijo también tendrá el suyo. Este matrimonio es ganar-ganar.

—Como se atreve a faltarle el respeto a Hyo-Ri, ella solo es mi amiga y no se que le dijo Donghae pero él...

—Voy a estar al tanto de mi hijo y de usted, no queremos que un chico tan joven enviude—Le dedica una sonrisa y se pone de pie, avanza hasta el y se inclina ligeramente. —Esta la dejaré pasar pero espero que pueda entender que esta casado con el hijo del primer ministro, quería una asociación cooperativa pues ponga de su parte. Ahora si me permite iré a ver a Donghae y cuando salga de esta casa usted va a hablar con el. Hacen una tregua o lo que sea y ella se va—Dice lo último refiriéndose a Hyo-Ri quien luce indignada.—Y recuerde, usted tiene una hermana y yo otros hijos.

Tenían suerte de que Lee Seung-yeon se contuviera tanto o su yerno habría terminado con un par de golpes, pero el no era ese tipo de hombre, a él le gustaban más los números. Solo debía recordar el dinero que se estaba transfiriendo de la cuenta de Hyukjae a la personal de Donghae y se calmaba, ese bastardo perdería lo único que le importaba, el dinero y probablemente unas cuantas propiedades, al menos que mantuviera contento a su hijo. Era una tarea difícil pero no imposible.

○○○

Donghae estaba sentado en el borde de la cama, seguía preguntandose si el llamar a su padre fue una buena idea, las cosas con su esposo no iban bien y después de los gritos que escucho quizá ya no había vuelta atrás. Ese matrimonio era muy importante, debían de mantenerse unidos para que todo funcionará y fluyera, sus "negocios" fueron como dos piezas de recompensa que ahora se conectaban la una con la otra.

—Cariño—La voz de su padre lo asusto, ni siquiera escucho cuando abrió la habitación. El joven castaño se puso de pie, corriendo a los brazos de su padre sintiéndose seguro en el momento en el que lo envolvió con calidez.

—Lo siento, ya estoy casado. No debí...—Se suponía que ya era un adulto, y aún seguía llamando a su padre. Sin ser capaz de resolver las cosas por sí mismo, empeorandolas una y otra vez.

—Siempre debes, soy tu padre. Tu y tus hermanos cuentan conmigo siempre ¿De acuerdo?—Le da un beso en el cabello oscuro y unas palmadas en los hombros.

—Sí—Responde simplemente, da un paso atrás apartándose, lucia apenado.

—¿Cuanto llevas sobrio?—Pregunta con esa sonrisa melancólica. Donghae siente como enrojece por las palabras del otro.

—Casi tres meses, solo unos cigarros en la boda—Agacha la mirada avergonzado. Generalmente entre más sobrio dure, el remordimiento y la consciencia de sus actos desvergonzados lo acechan.

—¿No lo sabe verdad?—Pregunta su padre, refiriéndose a Hyukjae, el joven niega antes de ser abrazado de nuevo.

Un incidente que no lo dejaba dormir y solo le provocaba pesadillas lo hizo buscar algo que le dejara buenos recuerdos, que le sacara el dolor y lo hiciera perderse en esa dulce nada. El polvo blanco fue como polvo mágico que lo hacía extremadamente feliz. La hierba sólo lo calmaba mientras estaba sobrio, pero no la necesitaba urgentemente como lo otro.

Ninguno de los dos se dio cuenta de Hyo-Ri tras la puerta, ni que bajo casi corriendo para decirle a Lee Hyukjae que su marido es un adicto, esperando el repudio y asco hacia el castaño ¿Realmente lograría ese objetivo?

El Tigre De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora