Hyukjae estaba sorprendido, lo admite. Pero era una sorpresa bastante grata, los labios hambrientos de su joven esposo no fueron mal recibido, en absoluto. Olvido lo que estaba haciendo casi de inmediato. Es verdad que habían empezado con el pie izquierdo pero quizá ya estaban tomando camino, encontrando un rumbo en común y ese parecía ser el carnal. Quizá había sido demasiado duro, Donghae después de todo aún era muy joven, impulsivo y necesitado.
Cuando se separaron por unos segundos para poder respirar, tenía esas preciosas mejillas encendidas, los labios hinchados y las pupilas dilatadas, su cabello era un desastre e irradiaba calor puro. No sabe que pasó, hubo besos, caricias, manotazos y réplicas. Lo cual llevo a que de alguna forma Donghae quedara boca abajo, con la ropa interior en sus rodillas y la camiseta a la mitad de su espalda.
Era hermoso, de cualquier forma y ante cualquier ángulo, era una belleza exquisita, lasciva y en ese momento tan obscena. Se abstiene de tomarlo y hacerlo suyo, de hundirse dentro de esa cavidad rosada y tibia, aun no era tiempo, no de esa manera.
Jala las caderas del más joven hacia atrás, desliza una de sus manos hasta la parte de enfrente y toma su miembro semi erecto, entonces le da una nalgada que hace temblar a su esposo a la vez que comienza a masturbarlo. Un movimiento suave, lento, casi perezoso. Lleva su puño hasta la base antes de regresarlo a la punta, y mover el pulgar en círculos.
Los jadeos comienzan a aumentar, el aire se va cada vez más rápido de sus pulmones, la piel del más joven se eriza y entonces resuena de nuevo en todo el despacho la segunda nalgada. Veloz, ágil y dolorosa—¡Bastardo!—Se queja Donghae entre dientes, humedeciendose en su toque. Pero el insulto carece de energía y molestia.
—Déjame hacerte feliz, es mi deber como tu esposo—Asentua sus palabras con otro azote, cada que sube y baja la mano por el miembro de su marido. Solo fueron un par de minutos necesarios para dejarle la piel roja, sus dedos delineados en la carne en ambos lados. Cada nalgada se sincronizada perfectamente con el movimiento en su miembro, siendo una danza nocturna y obscena de las necesidades de ambos.
—Deja de...—Habla entre gemidos, quejas al aire que se pierden en medio del lugar.
—Sí la ansiedad comienza a cosquillear en tus labios, ya se que te puedes meter a la boca para calmarla. Le restriega el pene aun cubierto por la ropa, se frota contra los glúteos sensibles hasta que Donghae se corre, sacudiendose y temblando de placer con lágrimas en los ojos y un hilo de saliva cayendo por la comisura de sus labios.
Es alzado sobre la mesa en un sencillo movimiento. Trastabilla antes de darse la vuelta y ser besado una vez más, no quiere pensar ni siquiera lo intenta. Sólo es capaz de sentir la calma de esa ansiedad necesitada, la satisfacción y el placer mezclarse dentro de él, provocando que este deseoso de más.
—No...—Susurra el más joven cuando sus glúteos chocan con la madera de la mesa, duele. Puede jurar que su piel ha enrojecido, pero la imagen mental resulta hipnótica.
—¿No me dejaras así? ¿Cierto?—Hyukjae le toma la mano al más joven, llevándola hasta su entrepierna, colocándole sobre su miembro erecto y adolorido.
—¿Es mi culpa?—Pregunta con inocencia, los labios le cosquillean al igual que él trasero. Se remueve en el lugar mientras observa atento los ojos negros.
—Claro, llegas asaltándome con esa audacia. Deberías de dar lo que recibes—Hyukjae le toma la mejilla con sorprendente cuidado, le acaricia lentamente y mira a su esposo, lo ve por primera vez. Esos ojos castaños, esa mirada juvenil y con cierto grado de inocencia. El cabello castaño revuelto, algunos mechones cayendo por su rostro, los labios húmedos y la piel enrojecida. Era hermoso.
—¿Quieres que te azote? Me las puedo arreglar con un cinto o...—No termina de hablar porque los labios gruesos del mayor le besan, lo toma de la cintura con delicadeza, como si no acabara de nalgearlo hace unos momentos.
—Quizá no comenzamos precisamente con el pie derecho—Susurra contra sus labios, Hyukjae tiene los ojos cerrados pero percibe el calor de la cercanía del otro.
—¿No lo hicimos? Casi no me doy...
—Solo recuerda que estoy aquí para cuidarte. Me he portado como un idiota. Es verdad—Abre los ojos y lo ve, solo hay unos centímetro entre ambos—Pero ahora soy tu esposo, tu familia y voy a estar a tu lado—Sonríe, una sonrisa discreta que apenas eleva la comisura de sus labios, una mirada honesta que deja sin habla al castaño.
—Ah—Responde sin más, no sabe que decir. Donghae se siente confuso por el cambio de ambiente en segundos. Hace nada lo estaba nalgueando como si la vida se le fuera en ello. Ahora le besaba como si tuviera una revelación, sosteniendolo con cuidado de la cintura.
—¿Qué sucede..?—Pregunta el más joven.
—Nada—Hyukjae se da cuenta de lo poco paciente que ha sido con el chico, saber de su adicción solo le a hecho ver lo difícil que fue para el. Crecer en una cuna de oro no podían ser solo beneficios, el mismo lo sabía. Quizá eran más similares de lo que se imaginaba, quizá ese matrimonio, después de todo si llegaría a funcionar.
—¿Por qué me ves así?—Donghae comienza a sentirse extraño por la atenta mirada de su esposo, aún mas cuando le sonríe ampliamente. Viendo por primera vez esa sonrisa que logra que se vean sus encías.
—Porque resulta señor Lee Donghae, que es mi esposo—Le besa de nuevo, con fiereza y hambre, con cuidado y necesidad. Dándose cuenta, quien era el chico en sus brazos y que sería para el por el resto de su vida. No era una carga o molestia, un encargo o trato, era simplemente su compañero de vida y en la intimidad.
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El Tigre De Plata
FanfictionCuando el peligro se acerca, hay cosas que se deben de hacer para mantenerlo lejos, muchos creen que la sangre y el dinero son las respuestas pero una boda soluciona mucho. Dos mafias uniéndose en una sola para eliminar al enemigo, será una gran ali...