Pecando como monja

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POV (Tn)

"Señor, dame serenidad y fuerza para cambiar lo que puede ser cambiado. Dame tranquilidad para aceptar lo que no puede ser cambiado y sabiduría para poder ver la diferencia entre ambas."

Me encontraba rezando en la capilla de la iglesia como único modo de calmarme y no sucumbir ante malos sentimientos como la impaciencia o la confusión mas no parecía ayudarme en nada, pues últimamente estaba siendo perturbada por alguien de pecaminosos pensamientos, mismos que querían devorarme.

ਊFlashbackਊ

En la mañana, cuando me dispuse a tomar aire fresco en los jardines de la iglesia, donde ofrecía mis servicios al Señor, las hermanas fuimos informadas de la llegada de un nuevo sacerdote. Era joven, con cabellos negros y ojos rojos. Lo habían descrito como un demonio, pero muy apuesto, según lo describían las monjas que nos habían informado, lamentándose de sus votos en voz baja.
A mí en lo personal no me importaba mucho ese chico ni los interminables elogios que lo rodeaban, pero llegó un punto en que se me hacía asfixiante que todos a mi alrededor hablasen lo mismo una y otra vez sin cesar.

¡Oh, Dios, pobre ingenua de mí de pensar que en ese momento estaba abrumada cuando yacía en la calma antes de la tempestad!

Ya hasta hablo como si estuviese dentro de un libro.

Al terminar mi tiempo en el jardín una de las hermanas me indicó que fuese a la capilla para hacer el rezo de la mañana, y obedientemente me dirigí hacia esta.
A unos cuantos pasos de entrar veo salir a la hermana Penélope un poco acalorada y algo agitada, incluso algunos mechones fe cabello se dejaban ver por debajo de su velo. Cuando pasó por mi lado sentí que desprendía un olor raro similar al sudor, pero era más fuerte. No le tomé mucha importancia, pero en cuanto entro sí que me importó.

-¡¿Kino?!

Se exaltó -con razón- e intentó terminar de vestirse con la mayor rapidez posible. Intenté borrar de mi cabeza lo que había visto a base de sacudidas de cabeza pero me iba a tomar tiempo, y no me juzguen. ¿Qué monja, criada en una iglesia, ha visto alguna vez el cuerpo desnudo e um hombre?

-¿Se puede saber por qué estás tan desarreglado, llegando a lo vulgar?

-Mil disculpas, hermana (Tn). -se me acercó con el rostro gacho al terminar de arreglarse.- En serio, lo siento. No suelo estar así.

-Pues más te vale que sea así. La imagen que tienen de tí se derrumbaría.

-Hablas como si tú pensases de manera diferente. -dijo, dándome vueltas.- ¿Y qué te trae por aquí? Me imagino que no es para inspeccionar el área.

-No todos tenemos el día libre por aquí, lamentablemente.

-Ouch, qué cruel...

Ignoré su comentario para acercarme a la capilla, notando que estaba algo sucia. Insatisfecha con esto, tomé uno de los pañuelos que tenía en mi bolsillo y limpié con cuidado la superficie donde normalmente dejan las flores, al menos. Tan ensimismada estaba en la acción que al terminar volví en mí, notando que no podía moverme.
Kino tenía sus manos apoyadas en el borde de la capilla y su pecho chocaba con mi espalda.

-¿Kino, puedes por favor...?

Mi voz fue disminuyendo, pues cada vez más se acercaba a mí, al punto en que su respiración chocaba con mi oreja y sus oscuros cabellos estaban recostados en mi cabeza. Algo en mi interior generó curiosidad e incomodidad al mismo tiempo. ¿Acaso estaba emocionada por sus acciones? No lo sabía, y no quería saberlo. Se sentía como algo incorrecto y un leve cosquilleo en mi estómago se había asentado, y algo me dice que no se iba a quitar pronto.

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