En la nieve

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POV (Tn)

Mis pies descalzos hacían eco mientras atravesaba los pasillos únicamente adornados por antorchas y algunos jarrones que contenían flores, ya marchitas debido a la estación por la que pasábamos. Al final del pasillo estaba mi habitación que, más que una habitación parecía una jaula de oro. Miré al espejo que yacía en frente de mí recordándome a mí misma mi apariencia: cabellos blancos, ojos celestes y un vestido medianamente transparente. Todavía no puedo creer que fui salvada por aquel hombre de blancos cabellos y ojos carmesí cuando yacía al borde de la muerte tanto física como mental luego de haber sido atacada por una especie de jauría de lobos de raros iris dorados. Aún recuerdo sus fríos brazos envolviendo mi lastimada silueta apegándola a su pecho, y con el ápice de fuerzas que me restaban me aferré a la supervivencia pidiendo su ayuda antes de caer desmayada y despertar totalmente ilesa en la habitación donde ahora me encontraba. Si en ese momento me desnudaba delante del espejo ni yo misma creería que hace horas atrás había sido lastimada de gravedad. Me acerqué al tocador, buscando mis pertenencias: una peineta de lirio plateada y mi collar de zafiro. Los tomé en mis manos y los besé para luego sentarme en el asiento del mueble.

Estaba nadando en mis pensamientos hasta que sentí la puerta del cuarto abrirse, y ahí estaba el misterioso hombre que salvó mi vida.

-Por fin despertaste. No creí que los medicamentos que te dí provocasen el sueño suficiente como para dejarte en trance tres días enteros.

-¿Estuve dormida todo ese tiempo?

-Sí, y no hubiese sabido que despertaste sino fuese porque una de las criadas te vio caminando por los pasillos. -Bajó la vista hacia mis piececitos descalzos. Sentía frío pero no iba a quejarme por algo así.- ¿No tienes frío sin zapatos?

-No es necesario tanta preocupación. Estoy bien, de todas formas fue usted quien me salvó. -Me puse de pie y le hice un formal reverencia.- Estoy muy agradecida por eso.

-No bajes la cabeza, querida. Simplemente no quería dejarte morir.

-De igual forma...creo que sería conveniente que me marchase. Ya le he quitado demasiado tiempo.

Recogí mis pertenencias y me fui a la puerta con decisión de irme, pero tomó mi mano y me sujetó de la cintura, apegándome a su pecho.

-Está nevando con mucha fuerza. No sobrevivirás ni un segundo allá afuera.

-Aquí sólo le seré un estorbo. Las sirvientas estuvieron mirándome con desprecio cuando caminaba por los pasillos.

-No te preocupes. Eso es lo que son: sirvientes. No tienes que preocuparte por ellas. -enredó varios de sus dedos en mis blancos cabellos y los acarició.- Permíteme disfrutar de tu compañía.

Sus ojos ambarinos, su tono sugerente y las pequeñas caricias terminaron por seducirme.

-Si usted lo pide no puedo negarme, pero prometa que si en un futuro yo decido irme no me retendría.

El sujeto me sonrió dulcemente y terminó por arrodillarse enfrente de mí.

-Perdón por no presentarme, querida. Mi nombre es Karl. -tomó una de mis manos y besó el torso de esta.

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Muy corto? Sí. Demasiado corto? Sí. Me demoré en actualizar? Sí.

Últimamente no he tenido cabeza para escribir ni dos palabras pues estoy por volver a comenzar las clases presenciales y las tareas se me vienen encima.

Voy a intentar en un futuro (no muy lejano espero) poder volver a mis actualizaciones regulares.

Dicho esto, me despido. ( ˘ ³˘)❤

   Oneѕнoтѕ Dιaвolιĸ Loverѕ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora