Capítulo 10.

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CAPÍTULO 10.

Salí del instituto como siempre, con mi cabeza gacha y con dirección al auto de Alice.

Levanté un poco la cabeza y paseé mi vista por todo el lugar solo para ver que el auto de Alice ya no estaba en el lugar donde lo dejamos está mañana.

—Temo decirte que hoy seré tu conductor elegido.

Pegué un brinco cuando sentí su voz cerca de mi cuello.

—¿Elegido por quién?

—Por Alice.

Asentí con mi cabeza y me dejé llevar por él cuando cogió mi mano.

— ¿Dónde está Alice?

—Creo que fue llamada por dirección luego el receso.

— ¿No sabes que sucedió?

—No, tan sólo sé que le dijo a Trevor que no tenías como irte hoy.

Seguimos caminando por el estacionamiento hasta que llegamos a un auto rojo, distinto al auto negro en el que anteriormente me había montado.

—¿Has cambiado? —pregunté realmente curiosa. Había pasado una semana en la que no intentaba meterse en mi vida, así que era probable que hubiera hecho cambios de los que no estuviera enterada.

—¿Te refieres al auto? No, ya lo tenía sólo nunca lo habías visto.

—Oh bueno, este me gusta.

—Eso es bueno, no quiero que te vayas en algo que te desagrada.

Abrió mi puerta y dejó que pasara para luego cerrarla, lo cual le agradecí con la mirada y una pequeña sonrisa.

Se podría decir que en la última semana había aprendido a tolerarlo, aun no soportaba tenerlo tan cerca, mucho menos por tiempos largos, pero... convivía con él más tiempo sin ponerme paranoica.

—¿Te sucede algo? —Me preguntó unos minutos después en los que íbamos en total silencio, como la mayoría de veces.

Negué mirándolo por un segundo antes bajar mi cabeza.

—¿Has dormido bien esta semana?

Lo pensé un momento. Lo cierto es que casi nunca dormía, pero los últimos días había estado durmiendo solo unas dos horas en la noche, así que estaba cansada y me sentía enferma.

—No.

Sus ojos se entrecerraron y miró por el parabrisas, a simple vista se notaba que estaba pensativo.

—Si me quedo contigo ¿Dormirías?

—No sé, para serte sincera sigues siendo partícipe de mis pesadillas, pero me he dormido estando contigo, inconscientemente, pero lo hago.

—¿Aceptarías que me quedara contigo por un rato? Así vez si puedes dormir. —Lo miré con muchas dudas en mi cabeza.

Si aceptaba lo que me proponía, mucho de mi esfuerzo por alejarlo se vería en vano, sin embargo, me había acostumbrado a dormir por lo menos cuatro horas, dos horas menos me estaban afectando más que las cuatro cuando empezaron las pesadillas y era de lógica.

—Sí aceptas, juro que mientras duermes te pediré comida tailandesa.

Suspiré, solo esperaba que si me llegara a pasar algo se hiciera justicia.

—Bien, pero...

—No quieres que vuelva intentar acercarme a ti —adivinó.

—No iba a decir eso, pero también lo que dijiste estaría bien.

Lunas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora