15

867 76 3
                                    

La castaña abrazaba mas fuerte al mas alto, mientras él seguía llorando como un niño indefenso sin comprender porque tenía a alguien tan maravillosa a su lado y ella sin comprender como él le traía paz, amor y bondad en un solo sentimiento, que era el amor. 

Y que pronto constituirían en los demás. 

— Mi niño, debemos ir a Transilvania. —habló suave, haciendo que el castaño retirará su cara de su cuello para mirarla. 

Él se quedo callado, tenía miedo a encontrarse con algo en el camino. 

— Todo estará bien, te lo prometo. —colocó sus manos en las mejillas del castaño, brindándole paz y tranquilidad. 

— Confiaré a ti, como todas las veces. —aseguró. 

Ambos salieron de la cueva, dejando ver el bosque donde ellos comenzaron su historia de amor y ahora sería el nuevo comienzo de la era de Guerra. 

El bosque estaba repleto de cazadores siendo obligados a subir a uno de los arboles, viviendo nuevamente el momento de hace algunas semanas. Está vez, allí se encontraba, aquel quien destruyó la infancia y la mente de aquella castaña, causando traumas psicológicos y sintiendo culpabilidad de sus acciones. 

Su padre. 

Sentía nuevamente como se debilitaba, sus manos sudaban y temblaban debido al miedo, mientras el castaño la hacía reaccionar agarrándola de los hombros y agitándola suavemente.

— T/n, princesa. —repitió una y otra vez preocupado. 

— Mmmh? —fue lo único que logró responder. 

Unos gritos interrumpieron el hablar del castaño, captando las atención de los menores al instante. 

— ¡Búsquenla, sin ella, no me voy de este maldito bosque! —gritó una voz gruesa, haciendo erizar los pelos de la castaña. 

Ese era su padre, y a quien se refería era a ella. 

Comenzó a entrar en pánico, haciendo que su respiración se agitará mucho sin poder respirar bien con su mirada perdida. 

— ¡Hey, T/n! ¡mírame! —pidió el chico con desesperó. 

Ella pudo reaccionar a tiempo y lo miró. 

— Todo estará bien, él no te volverá a llevar. —aseguró. 

Sus ojos le transmitían paz a la castaña, demostraban amor, preocupación, pero tristeza por ya saber la situación que ella vivía en su hogar. 

Por impulsó, ella lo abrazo fuerte y él rápidamente correspondió, dejando con facilidad su mentón encima de la cabeza de la menor, era muy pequeña, tan pequeña que ella podía sentir los latidos de su corazón. 

El castaño sintió en el momento de donde sus instintos se activaron, avisando que algo se estaba apunto de acercar a su lado izquierdo, actuando con rapidez y desviando su cuerpo con el de la menor hacia el lado derecho. 

Los habían encontrando. 

— ¡En el árbol! ¡allí están! —avisó comenzando ha alzar su arco. 

Todos los demás cazadores comenzaron a correr a donde ellos se encontraban. 

— Maldición. —susurró el castaño.— hay que irnos, rápido. 

Sin pensarlo dos veces, cargó a la menor, colocándola como costal de papás en su hombro. Para comenzar a correr de un árbol tras otro con rapidez. 

Luego de un rato, cayó al suelo para seguir corriendo y teletransportarse a la aldea.  

— Ya me puedes bajar? —pidió mientras cruzaba sus brazos. 

— Oh, cierto. —rió apenado, bajando a la menor con delicadeza. 

Ella rió suavemente, causando ternura al castaño. 

— Estaremos bien por ahora. —rió gentilmente. 

— Vendrán complicaciones, estoy segura. —avisó la castaña. 

— Con la situación de los lobos y las brujas que están volviendo a aparecer, es algo bastante lógico y bastante descriptible. Nos tienen mucho desprecie las distintas especies, excesivamente las brujas y los duendes. —contó el mayor. 

— Siempre ponen a los vampiros como los principales causantes de los problemas, cuando todos influyen y se meten en el mismo hueco por si mismos. —habló con seguridad. 

— Las mitologías que leíste, si son ciertas. En cierto punto, nos ven como malos por según beber sangre humana y por no tener "sentimientos" como todos dicen, pero, sentimos mas y mas si sabemos que esa persona nos ama igualmente que nosotros a ella. —respondió con un brillo en sus ojos intenso. 

— Todos sentimos, somos sensibles y ninguno jamás será insensible. Tenemos debilidades, puede ser pasado, presente o puede ser representado como una persona; también amamos, no somos hechos de piedra. —sonrió inocentemente. 

— Te amo. —soltó inconscientemente. 

Al saber el castaño que había dicho, se sonrojó debido a la vergüenza, ya que por dentro tenía miedo a no recibir la misma respuesta. 

Hasta que sus oídos escucharon esas palabras. 

— Yo también. —sonrió sonrojada. 

  Su corazón latió muy rápido, haciendo que ella lo escuchará y riera. Era primera vez que alguien lo hacía sentir tan bien, tan alejado de malas vibras y malos pensamientos, solo era él y ella amaba eso. 

— Desde que te vi, mi corazón latió rápido y lo seguirá haciendo. —dijeron ambos al unísono. 

Creando un momento de amor más para la historia, sin saber que vendría la pesadilla y que tendrían que pelear por estar juntos.

Por ellos.

El chico del bosque. [Nishimura Riki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora