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Narrador omnisciente

Cuando el minotauro estaba por presionar aquel gran botón una fuerza lo jalo hacia atrás dejando que cayera al suelo de manera brusca y se pudo notar quien era el portador de esa fuerza indescriptible. Kairo alzó un poco su mirada encontrándose con esos ojos que tenían un rojo intenso en ellos, una mirada que para cualquiera era asesina.

kairo: — ¿que haces tu aquí? —preguntó mirandolo con odio.

— lo que cualquiera que te desprecia haría —respondió irónicamente— matarte. —sonrió.

Rápidamente el pelinegro bajo de la punta de la habitación donde se encontraba caminando por todo el medio de la misma, sintiendo las miradas de los arcángeles, lobos y vampiros, también de las brujas. Se puso se cuclillas para poder quedar a la misma altura del minotauro que se encontraba tirando allí con sus manos apoyadas en sus muslos y con sus manos soportaba su cabeza con una sonrisa juguetona en sus labios.

— creo que nadie de tus súbditos te soporta por tu carácter de la mierda, no crees? —rió burlonamente cuestionándoselo al cuernudo. 

Kairo hizo a rasguñar a Riki, pero él lo esquivo con rapidez saltando cayendo en la misma posición en la que estaba. Mientras el mencionado solamente reía de manera repulsiva y amarga, haciendo que la cordura se perdiera por completo.

— no intentes ponerme ni una garra encima Kairo, será mejor que no, ni intentes hacerle nada a T/n. —amenazó vilmente.

Las pupilas de Riki se había dilatado por completo, un color negro con pequeños destellos mientras miraba a la antes mencionada. Kairo solamente reía de manera escandalosa cayendo por completo al suelo, estaba totalmente loco.

Kairo: — es evidente que tus palabras no me intimidaran mocoso, solo eres uno más entre estos imbéciles, ella se irá conmigo por más que tu no quieras admitir ni aceptarlo, su existencia pertenece al segundo universo. —pronunció de manera cínica soltando una risa ahogada. 

Una risa irónica fue soltada por el menor, resonando por toda la habitación alertando todo.

— sabes completamente que estoy perdiendo el control, porque la magia está en mis huesos. —pronuncio estirando su mano hacia un costado por completo, tenía tazón, la magia está en sus huesos.

De pronto el menor tomó entre su mano una vara roja con detalles negros y en la punta una esfera cristalina con unas alas negras.

Kairo: — es imposible, ¿como tienes el cetro de Drácula? —preguntó tartamudeando.

— un vampiro no revela sus secretos amigo, solamente son cosas que surgen, como surgió tu maldita idea que tendrías siempre todo lo que quisieses. Podremos vivir en un mundo de fantasía, pero no siempre tendremos todo lo que queremos, por más que lo deseemos. —habló con un semblante serio.

Kairo: — no no no. —negó miles de veces.— Yo me encargué de que esa vara nadie la encontrará al morir la princesa artemisa. —dijo de manera desesperada levantándose del suelo.

— créeme no lo hiciste, solamente te idealizaste todo y al idealizarlo puede que se vuelva invisible, pero al recordarlo, todo se vuelve visible, para al menos esa sola persona que recordó. —sonrió.

SAN MIGUEL ARCANGÉL: — no estás tratando de decir que el fue quien tuvo la culpa de todo lo que ocurrió en las últimas décadas? —bufó molesto

— algo así, y en casi todas, no le pongamos todo el peso. —rió tiernamente.

— RIKI! —gritó emocionada la chica para por fin acercarse a él y abrazarlo.

El chico del bosque. [Nishimura Riki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora