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El momento romántico fue roto, al comenzar a sacudirse la tierra. 

Alertando más al castaño de su alrededor. 

Se escondió, en una de las partes menos notables de la cueva, asomándose en la esquina de donde ellos se posaban. Estaba asustado, tenía miedo de perderla, a pesar de que era la reencarnación de Artemisa, tenía miedo de que saliera lastimada. 

— Es una bruja azul. —murmuró el castaño para si mismo. 

Observó como la bruja caminaba por todo el lugar, moviendo su barita de un lado a otro. 

— Sé que estas aquí, maldito chupa sangre! Eres incluso más poderoso de lo que yo creía, ese poder debo tenerlo yo. —comenzó a moverse cada vez mas rápido. 

Dejó a la chica en el suelo, agachándose a su altura. 

— Quédate acá, no puedes envenenarte. —pidió suavemente el castaño, recibiendo la afirmación de ella. 

Se esfumó de la vista de la pelinegra, quedando al frente de la bruja. 

— Te imaginé mas pequeño. —mencionó la bruja. 

— Que ingenua que eres. —bufó molesto.— ¿Qué mierda quieres? —preguntó. 

Ella rió ingenuamente.— Quiero tu poder, eres poderoso, eres invencible, es admirable eso. 

— Tienes la misma invencibilidad que yo. —contestó.— ¿Para que la quieres, eh? 

— Tengo un objetivo, la reencarnación de Artemisa. Ella es más fuerte que todas las brujas que existen, juntas; quiero tener la capacidad de matarla. —dijo directamente. 

Eso hizo que el cuerpo del castaño se tensará por completo. 

— No dejaré que tengas a mi amada. —respondió. 

— ¿Amada? ¿escuché bien acaso? —le cuestionó. 

— Es mi amada, es lo que más amo. —dijo firmemente. 

— Lo lamento, pero ahora tus poderes serán míos y no podrás protegerla. —rió burlonamente. 

El castaño iba a atacar, pero ella lanzó un hechizo que hacía que se paralizará. 

— No puedes tomar; —dijo y se acercó al oído.— lo que no te pertenece. 

Intentó zafarse del hechizo, pero es imposible, cada vez se hacían más fuerte. 

— Recuerdo el día en que mutuamente la matamos, fue satisfactorio. —habló mientras le lanzaba más hechizos de daño al castaño.— Todos suplicaban porque la dejáramos en paz, cuando ella nos dejó de lado a nosotros.

Por el muro se hacía ver la cara de la castaña, quien ahora osaba con los ojos totalmente marrón claro, y el cabello totalmente marrón claro. 

— Ahora tú, suplicarás por tu vida. —rió lanzando el hechizo de veneno. 

El castaño estaba esperando el impacto, hasta que vio a la pelinegra arrodillada con el hechizo en la mano. 

— Sabes que contra mi no puedes, cierto? —cuestionó riendo la que ahora era castaño.— solamente puedo lanzarte tu propio hechizo y te afectará mas, porque también posee mi veneno natural de mis hechizos, te quemará y volverás a ser cenizas. 

La bruja se hizo varias veces para atrás, cayéndose de la impresión. 

Había vuelto artemisa. 

Pero con otro cuerpo y una personalidad más dominante. 

— No puedes contra a mi, simplemente estás acabada; —rió burlonamente.— tanto años sin mi ausencia y todavía no te sabes mis trucos, es fácil Blue, muy fácil. —pronunció de manera presumida lanzando el hechizo. 

La bruja se quejo del dolor y de las quemaduras interiores que le causaba el hechizo. 

— Eres tan ingenua, te falta tanto que aprender. —habló mientras daba vueltas a su alrededor, sin dejar de lanzar hechizos de absorción de poderes y daño.— Estás totalmente destruida y esperó jamás encontrarte en mis otras vidas, porque juró matarme una vez más. 

Hizo el hechizo de Steel poison arrows (Flechas venenosas de acero), matándola en seco por el veneno contenido en ellas. Eso se sentía ser la reina de los lobos y vampiros, tener poderes como las brujas, pero tener las cualidad y la inteligencia de ambas especies. 

El castaño seguía analizando con detenimiento la escena, mientras caía el suelo, debido que al matar a la bruja, el hechizo desaparece. 

— T/n. —llamó el castaño a la castaña. 

— Hola. —se giró con delicadeza para agitar su mano de forma de saludo. 

Él la abrazo con fuerza, escondiendo su cara en su cuello, haciendo notar los sollozos que provenían de él. 

— Gracias por ser tú, por amarme y salvarme; —dijo entre sollozos.— juró protegerte y siempre estar para ti, por favor, no me abandones mi reina hermosa. 

Ella correspondió al abrazo, aferrándose mas a él. 

— Siempre estaré para lo que me necesites, te daré todo lo mejor de mi, porque lo mereces de todo corazón. Solo, siempre abre las puertas de tu corazón y allí siempre entraré una y otra, y otra vez. —aseguró con una sonrisa. 

Él lloró en su cuello, las pequeñas gotas caían por el cuello de la castaña, mientras la nariz del castaño rozaba suavemente su cuelo, erizando la piel de la castaño, tensándose más.

Ellos se amaban.

Más que a nada en esté mundo.

El chico del bosque. [Nishimura Riki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora