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El silencio invadió los espacios de donde estaban ellos, era incómodo. 

— ¿Cómo es Transilvania? —Preguntó la pelinegra rompiendo aquel silencio incómodo. 

— Allí habitamos la mayoría de los vampiros. Somos una familia entera y tenemos variedad, también hay pocos híbridos. —Respondió el pelinegro. 

— Pero, ¿que hay ahí? —Cuestionó la pelinegra. 

— Hay vampiros, solo eso. Vampiros malos; vampiros buenos, y algunos que están descerebrados. —Definió el castaño. 

— Muchas peleas se presenciaban por hechos tan insignificantes. —Confesó avergonzado. 

Ella rió debido a la acción del pelinegro. 

— ¿Quieres conocer Transilvania? —El más alto le preguntó a la pelinegra. 

Ella asintió. 

— Bueno, parecerá un poco extraño lo que haré, pero —No terminó de decirlo cuando chasqueo los dedos teletransportando a ellos a Transilvania junto con él.  

Llegaron a un lugar con muchos colores oscuros, y con un cielo que claramente no era natural. Tenía una mezcla entre morado, rojo y negro, pero no mezclados, eran esparcidos. 

Ella miro su alrededor admirando el habitad y la energía que transmitían. Recibió algunas miradas extrañas, ya que los vampiros podían percibir la sangre humana, pero al parecer con ella no podían hacerlo. 

Por esa razón Heeseung le llamó la atención aquella chica que no tenía olor sanguíneo. 

Por instinto, el castaño colocó a la pelinegra detrás suya, mientras agarraba su muñeca con delicadeza. Ella quien estaba atrás de él, asomó su cabeza, mientras detrás de él seguía.

— Síganme. —Ordenó Heeseung haciendo un pequeño movimiento de cabeza. 

El castaño puso a su lado a la pequeña, sin soltar su mano, solamente entrelazándolas entre si; ella no se quejó del hecho, solamente siguió los paso del pelinegro, mientras esté observaba sus laterales, lanzándoles a todos los vampiros miradas asesinas. 

Él aferro mas a la pelinegra a él, evitando que un vampiro la tocará con su dedo índice. El castaño lo miró con irá, haciendo que sus ojos se volvieran rojos y que sus colmillos salieran. 

La pequeña solo se disponía a ver al castaño defendiéndola, le causa ternura, dulzura y terror a la vez. Sabia que Riki no era así, pero cuando lo hacían enojar era una cosa superior; él le explico muchas veces a ella como era, pero jamás lo había visto.

El pelinegro los guio a una gran casa, donde por esa noche se quedarían. 

Era grande, bastante amplia, y estaba llena de cosas. 

Exploraron la casa, donde el pelinegro avisó que tendrían que dormir juntos por falta de habitaciones que todavía no se habían puesto en marcha a la construcción. 

Ambos entraron a una habitación amplia, donde había una cama matrimonial, un baño, un closet y unos pequeños cajones con espejos algo exagerados (grandes). 

Usaron la ropa de cambio que habían en los closets, el típico pijama camisa negra y un mono rojo. Mientras la pelinegra tenía un short corto negro y un camisón grande de color blanco. 

Eso la hacía ver provocativa en todos los aspecto, el castaño tenía que controlar su forma de ser en esos casos, a pesar de nunca haber vivido uno, quería experimentarlo con ella. Tenía calor, hacía mucho calor para el castaño. 

Ambos se arroparon al mismo tiempo, brindándose mas calor.

Ella se giró hacia el cuerpo del castaño, y el cuerpo del castaño se giró al de ella, quedando frente a frente, entre rozando sus narices, dándole un ambiente romántico. 

Él no se contuvo por mucho tiempo y la atrajo más a él, colocando sus brazos alrededor de su cintura, rosando levemente sus labios contra los de ella, mientras sus respiraciones agitadas, de volvían en una. 

Quería romper ese poco espacio que quedaba entre ellos, pero tenía miedo a no ser correspondido. 

Se iba a separar. 

Hasta que ella unió sus labios con los de él, rompiendo la distancia. 

Ella movía sus labios con torpeza, ya que no sabía como hacerlo por ser primeriza en aquello. Le costo mucho al castaño reaccionar, pero al final cerró sus ojos, correspondiendo a aquel beso torpe que al final termino demostrando amor y dulzura en todo su esplendor. 

Luego de unos largos treinta segundo, el beso fue interrumpido por la falta de aire de ambos jóvenes, quienes al retomar el aire, volvieron a besarse, disfrutando el sabor dulce de sus labios. 

Esos labios que para cada uno. 

Sería su nueva adicción. 

El chico del bosque. [Nishimura Riki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora