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-- No sabemos como decirle, no queremos casarla con Adrien, lo conocemos y sabemos que es un gran chico, pero no podemos
-- Esto que están diciendo es muy grave, si tenían todos esos conflictos nos los hubieran dicho
-- No queríamos molestarlos, sabíamos que ustedes también pasaban por momentos difíciles
-- Coranda, somos amigos desde hace mucho tiempo. Tal vez no habríamos podido ayudarlos económicamente, pero sí habríamos visto formas de ayudar, con cualquier cosa
-- Podríamos unir nuestros negocios, una pastelería y un restaurante pueden combinar muy bien ¿No?-- Tom sonrío.
-- Sabemos lo importante que es para ustedes su panadería, no podemos hacerles eso. Nuestro restaurante requiere mucho y si los uniéramos podríamos perjudicar su negocio, la única forma es venderlo
-- No quise llegar a estos extremos, el restaurante ha estado en mi familia desde muchos años, no quisiera ser yo quien termine con esa tradición, pero creo que no tenemos otra opción, debemos venderlo
-- Amor-- Su esposa lo miró.
-- Será un gran dolor entregar el restaurante, pero lo será más ver a mi hija en un matrimonio que ella no desea. Dentro de tres días hablaremos con el señor Agreste y cancelaremos el acuerdo, venderemos el restaurante y conseguiré un trabajo de tiempo completo, con el dinero que nos den pagaremos nuestras deudas
Los cuatro seguían hablando en la sala, Coranda abrazó a su esposo, mientras que Sabine y Tom estaban a su lado, consolando a sus grandes amigos de la infancia. Lo que no sabían, era que la albina estaba escuchando, tenía un vaso de agua que se había servido, su intención no era escucharlos, solo bajó por el vaso y al escuchar lo que su padre había dicho se quedó parada. No podía creer que el padre de Adrien sería capaz de hacer semejante acuerdo con sus padres, aún así, no podía soportar que sus padres pasaran por tal cosa. Volvió a subir a su cuarto y volvió a actuar normalmente con su amiga y hermano, pero sin dejar de pensar en lo escuchado.
[🥀]
Durante los tres días, los padres de Aja y Krel no habían dicho nada del tema, la joven seguía disimulando al igual que ellos. En el día que se acordó la reunión, Fialvok le pidió a Tom que llevaran a sus hijos a su casa para poder hablar con libertad con el señor Agreste. Los tres estaban en el cuarto de la joven. Marinette y Krel estaban jugando en la consola de la peliazul, mientras Aja estaba acostada en la cama mirando una revista. Vio el reloj de pared y notó que ya estaba a punto de que sus padres se encontraran con el señor Agreste, de inmediato se levantó y caminó hacia un rincón, tomó su bolsa y miró a los chicos.