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Capítulo uno

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—El cliente del año pasado se separó ¿Lo sabías? —comentó Rouse, una de las encargadas en el área de decoración de interiores

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—El cliente del año pasado se separó ¿Lo sabías? —comentó Rouse, una de las encargadas en el área de decoración de interiores.

—Pagó millones por una boda de ensueño para luego quedar en nada. Sospechaba que eso pasaría, la novia no se veía muy convencida cuando le dio el "sí, acepto" —suspiré.

—¿Fue la chica que se metió al baño y no quería salir? —preguntó y asentí recordando ese traspiés antes de la boda. 

A pesar de que intentamos convencerla de que pensara mejor las cosas, ella igualmente decidió casarse y pues... al parecer fue toda una equivocación. 

—¿Habrá eventos para divorciados? Así como va la cosa, será un negocio más rentable que el asesoramiento de matrimonios.

—Prefiero ampliarme en baby showers o despedidas de soltero —sugerí. 

—Sí, definitivamente sería divertido decorar un centro de eventos con temáticas eróticas en una despedida de chicas.

—Indagaré sobre el mercado actual en esa área —reí.

—Yo te apoyo en lo que sea que decidas —Me guiñó un ojo. 

Ambas nos alejamos cuando comenzó a llegarnos distintos correos con nuevas peticiones.

"Queremos contratar el servicio para mi boda ¿Tiene fechas disponibles?".

Eso decía el correo más reciente.

Cualquiera pensaría que después de lo que me ocurrió, yo odiaría el simple hecho de tener que asistir a una boda. Sin embargo, a pesar de que había sufrido una crisis de autoestima y un corazón roto por alrededor de seis meses, decidí emprender en mi propio negocio, convirtiendo ese evento negativo en algo idealmente positivo.

Entré al mercado como una Wedding Planner, convirtiéndome en una de las asesoras mejor recomendadas en todo Canadá. Mi deber en resumidas cuentas consistía en encargarme del diseño, la organización y la planificación de bodas.

Contaba con mi propio personal de catering, decoración, música, flores, fotógrafos, y también me ocupaba de ayudar a la novia con el vestido que escogería, aunque eso era como un bonus extra en el servicio.

Ya llevaba alrededor de dos años y medio en ello, y podía decir con certeza que el negocio era muy rentable a pesar de que hoy en día habían cada vez menos matrimonios. Y sinceramente, trabajar en ello me hacía muy feliz, porque aunque yo no pude cumplir mi sueño de casarme (sin mencionar que fui abandonaba en el altar), me encantaba la idea de hacer felices a las parejas que realmente querían hacerlo.

Mamá detestaba la idea de que trabajara como asesora, porque era como seguir metiendo la daga en la herida. Pero a mi parecer, era una forma de superar lo ocurrido y sacarle provecho a todo mi potencial creativo.

Seguramente se preguntarán qué fue lo que ocurrió conmigo.

Bueno, después de asistir varios meses a terapia y recuperar algo de confianza en mí, por fin podía contestar a esa pregunta sin que me volviese una magdalena, llorando por algo que jamás ocurrió.

Para responder a eso, tendremos que volver a tres años atrás, cuando estuve dispuesta a compartir mi vida con el hombre al que amaba en ese entonces: Liam Samuels, mi ex-prometido y mi primer amor.

Para mi madre era el innombrable. Su nombre ya ni siquiera se mencionaba en las conversaciones familiares ni tampoco rememorábamos ese fatídico sábado dieciséis de octubre.

Esa fue la fecha en que habíamos acordado contraer nupcias.

Papá había arrendado una hermosa iglesia a las afueras de la ciudad en un campo enorme. Mamá había ahorrado para pagar mi vestido de novia el cual compramos directamente en una de las mejores boutiques en la ciudad. Y mi hermana se había encargado del servicio de catering, contratando a cocineros profesionales para la velada.

Liam por supuesto me prometió la mejor noche de bodas en una isla paradisiaca, así como también formar una familia feliz. Por supuesto que yo me le creí por completo, ¿cómo no hacerlo? Después de todo, él lucía como un ángel de sonrisa encantadora y ojos brillantes que solo reflejaban simpatía y "sinceridad". 

Al final solo fueron promesas que no cumplió, porque aquella mañana, mientras todo el mundo esperaba a que la ceremonia comenzara, él llamó disculpándose por no poder llegar. Al principio quise creer que estaba bromeando, que en realidad solo eran los nervios de novio primerizo, pero no fue así en lo absoluto. Liam no llegó y simplemente desapareció.

Hasta el día de hoy no tenía ni idea de su paradero y la verdad es que lo prefería así. No quería tener nada que ver con él, no quería ver su cara ni tampoco recordar lo que me hizo porque sabía que me afectaría. Siempre sería una herida en mi corazón, porque fue la primera puñalada que recibí por quien creí que me amaba.

Lo único positivo que dejó fue que pude dar un paso más en mi vida. Estaba superándolo poco a poco, pronto ya sería un capítulo terminado y podría dar vuelta la página para continuar con mi siguiente aventura. 

Pero en este libro llamado vida, lo inesperado era eso que le daba el sazón al siguiente capítulo. Por eso mismo, debí imaginar que algo pasaría...

Todo comenzó cuando recibí esa llamada.

—Ellie Oswald quiere contratarte para su boda. Se casará en tres meses, así que quiere que organicemos todo —avisó Lily, mi secretaria—. Necesita las invitaciones, el vestido, la comida, y según lo que me contó, quiere casarse en el Jardín Botánico VanDusen.

—¿Y todo eso en tres meses? —murmuré sintiéndome presionada. Era muy poco tiempo, sobre todo cuando ni siquiera tenían listas las tarjetas de invitación.

Al parecer eran novios muy ansiosos por casarse.

—Sí, su prometido ya puso la fecha, así que...

—Vale, no nos estresemos. Dile que me reuniré con ella mañana temprano en el Giardino para acordar todo.

—Bien, la llamaré enseguida.

—Déjame hacer la reserva y dame sus nombres.

Estaba lista para anotarlos.

—Sus nombres son: Ellie Oswald Leblanc y Liam Samuels Miller.

El lápiz entre mis dedos se detuvo a medio camino cuando escuché el nombre de ese último. Mi cuerpo se estremeció por completo, mi cerebro hizo cortocircuito y el calor abandonó mi rostro, dejándome gélida en mi lugar.  Fue como si de repente mis sentidos dejaran de funcionar, quedándome pasmada en medio de un mar de recuerdos. 

Recuerdos grises y dolorosos que pensé que había olvidado. 

En conclusión, mi mayor pesadilla había regresado. 

La boda de mis pesadillas ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora