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Capítulo ocho

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—Tenme un vaso con agua y una aspirina en mi oficina ¿vale? Estoy segura de que viene a darme dolores de cabeza —avisé a Lily antes de ir escaleras abajo para ver a Liam

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—Tenme un vaso con agua y una aspirina en mi oficina ¿vale? Estoy segura de que viene a darme dolores de cabeza —avisé a Lily antes de ir escaleras abajo para ver a Liam. 

Ya tenía claro que no se iría de aquí hasta hablar conmigo y después de haber rechazado sus llamadas, probablemente estaría más que dispuesto a esperarme hasta que saliera de la agencia. No podía tener un jodido día de tranquilidad porque entonces aparecía él para arruinarlo todo. 

Terminé de bajar los escalones, yendo directo hacia la recepción con los nervios de punta. 

Lucio abrió las puertas de vidrio para mí, y crucé el umbral encontrándome con Liam de pie junto a la recepcionista. De manera inmediata sentí ese subidón de adrenalina, lista y dispuesta para ponerme a la defensiva en caso de que intentara propasarse otra vez. 

Mis tacones resonaron contra el mármol llamando su atención y fue entonces en que giró lentamente hacia mi dirección. 

—Lena —dijo mi nombre y lo odié por llamarme así.

—Elena —corregí. 

—Venga, no empecemos. No vine a discutir —dijo al instante, actuando como si viniese en son de paz. 

Me crucé de brazos, estableciendo distancia entre los dos. Mientras más lejitos, mejor.  

—¿Qué quieres? —pregunté, yendo directo al grano. 

Estaba muy ocupada como para tener que perder el tiempo en banalidades. Él podía ser mi cliente, pero si no se comportaba como tal, entonces no le prestaría ni la más mínima atención. 

—Vine a disculparme por como me comporté el otro día. Te ofendí y realmente lo siento —contestó, viéndome con esos ojos de cachorro a medio morir. —. No quiero que nada interfiera en nuestra relación...

Relación laboral. Que quede claro. 

—Debiste pensarlo antes de tratarme como lo hiciste —declaré. 

—Fue el impulso del momento. Estábamos los dos solos y pensé que... debía decirte lo que sentía. 

—¿Lo que sentías? —alcé una de mis cejas. —. Lo que yo realmente creo, es que intentas burlarte de mí. 

—No es así. Yo jamás... lo haría. 

Claro, sí, por supuesto. 

Apuesto a que tampoco quiso burlarse de mí cuando me dejó.

Ni cuando decidió contratarme como su asesora.

Ni mucho menos cuando comenzó a atormentarme con mis heridas pasadas.

Todas sus palabras no eran más que mentiras. 

—Mira, Liam, solo quiero que nos mantengamos al margen. Todo lo que hablaremos será sobre la boda, nada más. Y desde ahora debe estar Ellie presente en todas nuestras reuniones... 

La boda de mis pesadillas ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora