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Capítulo dos

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Una pesadilla

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Una pesadilla. Eso era lo que estaba viviendo en este preciso instante.

¿Cómo era posible que la vida me pusiese en frente a Liam otra vez?

Y peor aún ¡en su boda!

Era increíble como el mundo parecía conspirar para desestabilizarme y volver a pensar en él.

Juro que no quería, pero después de esa llamada no había podido dejar de evocarlo una y otra vez, rememorando ese día en que mi corazón se destrozó en mil pedazos.

Algo más terrible aún era que tendría que reunirme con la novia.

Se me revolvía el estómago de solo pensarlo.

Tenía que ser profesional y desligar mis sentimientos del trabajo, pero ojalá aquello fuese tan fácil como chasquear los dedos y eliminar cualquier rastro de resentimiento dentro de mí.

Ella no tenía la culpa de lo que ocurrió entre nosotros, después de todo, yo era parte de su pasado. El presente de ambos había cambiado y por eso mismo, tuve que armarme de valor para asistir a ese almuerzo el cual acordamos para conversar sobre la planificación de la boda.

Mentiría si dijera que no estaba temblando de pies a cabeza, cuando en realidad todo mi cuerpo estaba en modo vibrador. Las manos me sudaban, el estómago se me estrujaba con fuerza y solo quería huir de ahí.

No eres una cobarde, Lena. Eres fuerte. Superaste muchas cosas y por eso, podrás superar también este momento.

Me repetí eso una y otra vez, mientras avanzaba hacia el restaurante. Crucé las puertas de vidrio, adentrándome al lujoso lugar en el cual solía frecuentar con mis clientes. Así, mientras acordábamos lo que querían para sus bodas, disfrutábamos de un riquísimo almuerzo con vino de primera categoría.

Pero ahora no tenía apetito en lo absoluto. Desde la noche anterior solo sentía ese fuerte y punzante dolor que no se iba ni con mi té de valeriana.

Uno de los meseros se acercó a mí, reconociéndome de inmediato. Me guió hacia la mesa que había reservado, entregándome la carta y un vaso de agua que me bebí de un sorbo.

Debía tranquilizarme para no parecer incompetente frente a ella ni tampoco dejar que sospechara sobre mi incomodidad respecto a su prometido. Mi único deber era uno solo en esta reunión y por eso mismo, decidí concentrar mi mente en algo más productivo, revisando las revistas que llevaba para sacar referencias de decoraciones. Así al menos no tendría la cabeza en blanco cuando mi clienta comenzara a hacerme preguntas respecto a lo que deseaba.

¡Que estrés!

Por primera vez en tres años, estaba viviendo flashbacks de ese día. Cada que pasaba de una página a otra, recordaba lo emocionada que me sentía cuando yo misma planifiqué mi matrimonio. Así como ahora, había estado revisando revistas a montones para que todo fuese perfecto, anotaba y presupuestaba todo lo que me gustaba para así poder plasmarlo en el evento.

La boda de mis pesadillas ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora