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Capítulo cinco

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—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó mamá, cuando llegué a visitarla temprano el domingo

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—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó mamá, cuando llegué a visitarla temprano el domingo. 

Le había llevado magdalenas para el desayuno y también algunas bolsas para la despensa. Papá estaba en el pórtico arreglando la bicicleta de Mike, el hijo menor de mi hermana, y mamá tenía entre sus brazos a la nueva integrante de la familia.

—Sí, aunque tengo mucha hambre —dije, pasando por su lado para robar una fruta. 

—Sabes que no me refiero a eso —me miró con desdén, persiguiéndome hasta la cocina. —¿Cómo va lo del matrimonio del innombrable?  

Sabía que tocaría ese tema y la verdad, no tenía ganas de recordarlo. Había pasado una muy mala noche desde que reapareció y eso me tenía con jaqueca. 

—Va todo bien. No hay mucho que contar —declaré, dejándola con la intriga. 

—Me preocupa que eso te pueda sobrepasar y salgas lastimada. No es nada fácil tener que estar frente al hombre que te traicionó. 

Gracias por el recordatorio...

—Mamá, no quiero hablar de él.

—Vale, entonces no diré nada más —selló sus labios.

—Gracias —suspiré, tomando la cafetera.

—Sin embargo... —continuó—. Sería bueno que pudieses regresar con tu terapeuta. Quizás ella pueda ayudarte a sobrellevar todo lo que está pasando. 

—Por ahora solo quisiera desayunar tranquila, si no es mucho pedir —dije intentando no sonar molesta. 

Mamá tenía la habilidad de hacerme explotar desde siempre. Papá era quien me tranquilizaba y consolaba cuando ella era muy hostigosa con mis problemas. 

—¿Y Leyla? —cambié de tema rápidamente para desviar su atención de mí. 

—Está dormida. Dijo que la bebé no la dejó pegar un ojo en toda la noche —señaló, alzando en brazos a la causante del mal dormir de mi hermana. 

La pequeña Emma sonreía, chupeteando sus pequeños deditos, babeando el delantal de mamá. 

—Será enérgica igual que su tía —dijo, refiriéndose a mí. 

Desde pequeña siempre fui muy hiperactiva. Mantenía mi mente ocupada constantemente y nunca me quedaba quieta. Muchas veces tenía problemas para dormir por las noches porque me quedaba jugando hasta tarde con mis muñecas, y por la mañana seguía activa, corriendo por todos lados. Mamá solía decir que era la causante de que le salieran canas a tan temprana edad. 

—Pásamela, la llevaré a pasear al patio —dije, extendiendo mis brazos para recibirla. 

Emma agitó sus manitos, yendo directo por mi cabello. 

La boda de mis pesadillas ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora