Parte 36 - Admiración y respeto

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Los jóvenes de Bonten observaban aun anonadados la escena tan sanguinaria que se daba en el hangar. Si bien, ellos estaban acostumbrados a torturar a sus victimas de forma muy brutal, lo que presenciaban rebasaba toda practica que ellos hayan realizado en el pasado.

Anhur: Bienvenidos, me alegra mucho que hayan aceptado nuestra invitación (sonriendo y acercándose a ellos)

Rindou: No des ni un paso más (apuntándole con el arma)

Ran: ¿Por qué nos llamaste? (rastrillando su arma)

Dorian: Yo no haría eso (sonriendo y dirigiendo su mirada hacia arriba)

Los jóvenes invitados levantaron la mirada y se percataron que, desde la parte superior del recinto, estaban en la mira de hombres armados.

Ran: (Susurrando) Mierda...

Vanko: Por favor, bajen sus armas (dirigiéndose a los invitados que apuntaban a Anhur y Dorian)

Koko: Que decepción Sr. Loannis. ¿Usted cree que puede intimidarnos fácilmente? (levantando su arma hacia él)

Anhur: Obedezcan, les aseguramos que no habrá ningún disparo.

El líder Vanko se paro frente a Ran, indicando a sus hombres que bajen sus armas.

Vanko: Quiero dialogar a solas contigo (mirándolo fijamente).

Rindou: Él no ira a ninguna parte (dirigiendo su arma hacia el líder).

Sin embargo, Vanko se mantenía imperturbable ante la amenaza de Rin, pues toda su atención estaba dirigida a la respuesta que podría dar Ran.

Ran: (Bajando su arma) Esta bien, pero iré con mi arma.

Vanko: De acuerdo (dándole la espalda y caminando para que el joven Haitani lo siguiera)

Rindou: Iré contigo.

Ran: No, estaré bien. Así que esperen aquí (empezando a seguir a Vanko).

Koko: No me hago responsable de lo que te pase.

Los dos jóvenes de Bonten bajaron sus armas pues visualizaron que los hombres que los apuntaban habían seguido las ordenes de su líder. En eso Anhur, les dirige la palabra.

Anhur: Bueno, ¿ya desayunaron?, pues yo tengo hambre (dándoles la espalda e indicándoles que lo siguieran).

Mientras tanto, en los jardines de la mansión, Vanko y Ran caminaban en silencio hasta que se detuvieron frente a un árbol imponente.

Vanko: (Tocando el árbol) Tengo entendido que has estado siguiendo a mi hija, ¿cierto? (volteando y acercándose a él)

Ran: No lo voy a negar, el motivo era... argh (recibiendo un golpe en el estomago)

Vanko: (Sujetando al joven de ambos hombros y ayudándolo a reincoporarse) Dispensa mi acción, pero antes que nada soy un padre, espero que comprendas ello.

El joven Haitani mostraba incomodidad, pero esta se disipa y se reemplaza por sorpresa pues el líder del clan Loannis estaba realizando el Sai-Keirei, que es una reverencia de unos 45 grados de inclinación, expresando así su profundo agradecimiento por salvar a su hija.

Vanko: No hay palabras para agradecer lo que hiciste por mi amada hija. Te estaré eternamente agradecido, a la vez te manifiesto mi admiración y respeto.

Ran: ¿Admiración? (extrañado por las ultimas palabras que mencionó su anfitrión)

Vanko: (Reincorporándose) Si, he revisado el vídeo de las cámaras de seguridad del callejón que tenia el centro nocturno. En el pude visualizar que mi hija no te soltaba.

Ran: Bueno, eso debe ser normal cuando alguien esta asustado ¿no cree?

Vanko: No mi estimado Haitani, mi hija no se aferra fácilmente a un hombre, solo lo hace con quienes mantienen la templanza en el caos y oscuridad.

Ran: Sigo sin entender.

Vanko: Te habrás percatado que no se despegaba de tu pecho ¿cierto?, y eso es porque estaba atenta a los latidos de tu corazón. Es decir, que tu cuerpo evidenciaba armonía y equilibrio en una situación caótica. Satis se percato de ello, y tal vez te confundió con Anhur o conmigo.

Ran: Pero eso no explica su admiración y respeto hacia mi.

Vanko: (Mirándolo pacíficamente) Ran Haitani, para que mantengas esa armonía en medio del caos, es porque has vivenciado el dolor en toda su magnitud en el transcurso de tu tan corta vida, por lo que un evento como en el callejón el día de ayer, no es nada para ti.

El líder de los Laonnis, sabia muy bien estopues el dolor ha sido su fiel compañero desde que tiene uso de razón. Ante esto,el joven Haitani sentía que por primera vez alguien podía ver lo que quedaba desu alma. 

MIRADA BALSÁMICA - BONTEN, LOANNIS Y TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora