8. Tartas Dulces

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Londres, Inglaterra, 1820.

Cuando terminó su ociosidad, Bakugou se fue con dirección hacia su habitación. Aún quedaba algo de tiempo antes de que bajara nuevamente para comer, pues Tamaki junto con unas dos chicas que parecían ser sirvientas, pondrían la mesa.

Se acostó en su enorme cama durante un rato. Pensaba en esos momentos humillantes que había tenido con Todoroki. No le agradaba, era distraído, idiota y serio. Le daba repelús. Por otro lado estaba la tarta de manzana que había hecho; lucía bien y sería un buen postre.

Esperó unos cuantos minutos más, procurando no dormirse. El tiempo parecía pasar lento aun cuando en realidad pasara más rápido de lo que creía. Solo fue cuestión de tiempo para que el mayordomo tocara a su puerta, salvándolo así de quedarse dormido sin querer.

– ¿Bakugou-sama? ¿Está ahí?

– ¿Qué? – Preguntó mientras se incorporaba de la cama. Se acomodó un poco la ropa, pues al estar acostado se le había arrugado.

– Solo quería decirle que la mesa ya está lista, puede bajar a comer – Dijo.

Después de eso, se escuchó los pasos del pelinegro alejarse de su puerta. Se tomó su tiempo antes de salir de su habitación. Bajó las escaleras y cuando estuvo en el vestíbulo, enseguida escuchó voces y el aroma de la comida.

En el comedor estaban todos los personajes recurrentes. Y uno que otro extra de fondo. Tragó saliva al ver a Todoroki igual ahí.

Mon ami, siéntese aquí – Aoyama llamó su atención mientras jalaba una silla.

A Bakugou le dio un tic, porque el asiento que Aoyama le estaba ofreciendo quedaba frente a Todoroki. Verlo era la última cosa que quería en ese momento. No importaba el rato que pasaron juntos, todavía había tensión.

– Tch – Terminó por aceptar. Caminó hasta llegar a la silla y sentarse.

– Oiga – La voz desanimada de Tamaki atrajo su atención – ¿Se le ofrece primero la sopa o la carne?

– Sopa.

Tamaki asintió suspirando mientras con ayuda extra servía el plato. Bakugou miró lo que hacía, sabiendo que si ponía la mirada al frente se encontraría con el caballero arrogante.

– La sopa está servida – Dijo cuándo se la puso en la mesa.

Bakugou no respondió, solo se fijó en la comida. Tenía un aspecto espeso, era verde claro con unos pedazos de pan en el centro. El olor a espinaca le llegó rápidamente. Tomó la cuchara a un lado suyo y la hundió en la sopa.

El sabor a espinaca no era tan intenso y los pedazos de pan en la sopa daban un toque crujiente. Pese a que el color verde de la sopa le daba un aspecto algo grotesco, el sabor compensaba su rara apariencia.

Afortunadamente ya no era el centro de atención de esa bola de extraños.

Todoroki también en algún punto se puso a comer. Daba igual, a él no le importaba. Pero terminaron casi al mismo tiempo la sopa, por lo que fue momento de servir el siguiente plato.

Tamaki puso la nueva comida frente a ellos, un asado que olía delicioso. Siguió sin decir nada mientras con el cuchillo cortaba la carne antes de comerla. Por pausas tomaba un poco del vino que le habían servido para acompañar.

El sonido de los cubiertos ponía a cualquiera los pelos de punta. El silencio que era roto solo por eso, era tan incómodo que a los sirvientes les comenzaba a dar ansiedad.

– Terminé.

– También yo.

Bakugou y Todoroki terminaron al mismo tiempo, levantando la mirada para encararse. Todoroki con su usual mirada fría y estoica, Bakugou con la suya amenazante y juzgadora. El ambiente se rompió cuando Tamaki se volvió a quejar en voz baja.

Desearía que fueras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora