16. Rosa con Espinas I

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Londres, Inglaterra, 1820.

– Bien, Bakugou-san, es una pena que tengamos que irnos. Te voy a extrañar mucho.

Yaoyorozu le dio un abrazo que Bakugou correspondió. No quería admitirlo, pero que la chica se fuera le puso más tranquilo, sobre todo por el asunto de Todoroki y ella. Pero por otro lado, se iba a sentir solo, así que también le dejaba triste.

Ya era de mañana, las maletas empacadas en el carruaje, los caballos listos y tanto Yaoyorozu como Kaminari frescos y desayunados para partir hacia el centro de Londres. Bakugou quería ir, ver algo más que esa misma casa una y otra vez, pero eso no sería posible.

– Ya, puedes ir a verme cuando quieras – Respondió para tranquilizarla, pero honestamente, no la quería cerca si en el mismo espacio estaba Todoroki. Sería algo que resolvería después de casarse.

– Tampoco te olvides de mí, Kacchan~

– Cierra la boca, cara de idiota – Kaminari se rio al ver que su cometido de fastidiarlo dio resultado.

Menos mal el cabrón se calló la escena de los jardines, porque Bakugou no sabía qué iba a hacer si lo soltaba. Imaginen el escándalo; Su virtud, estaría pisoteada.

Ser visto en una escena tan comprometedora con Todoroki hubiera provocado un desastre y probablemente la boda se hubiese cancelado. Que oigan, no era mala idea pero ya se había prometido que iba a cumplir para proteger la riqueza y nivel social de su familia.

Él, el prometido del futuro rey, enredado románticamente con un caballero de sangre plebeya. No duda que los criados se hubieran mantenido callados para no molestar a la reina, pero si llegaba a saberse en el palacio sería su fin.

Kaminari ante todo pronóstico, también le dio un abrazo. Bakugou quiso quitárselo de encima pero no lo logró, porque igual, no lo hizo con fuerza. Después de todo, es con él con quien había pasado más tiempo de los dos y llegó a encontrar similitudes en ambos.

– Cuidado con Shinsou, Bakugou – Le susurró mientras le abrazaba – No quieres tener más problemas de los que ya tienes con Todoroki.

El rostro de Bakugou se coloreó en rojo mientras empujaba al otro ahora sí, con fuerza para sacárselo de encima. Frunció el ceño pero se guardó los insultos, Kaminari solo se reía incómodamente para no delatar más la situación.

– Ugh, deja de joder y lárgate antes que a tu noviecito le consigan esposa.

– Ouch, golpe bajo.

Fue turno de Yaoyorozu de reír incómoda. Pero sí, era cierto, más valía partir hacia la casa de los Edwards Kirishima si querían verlo. Kaminari ya había mandado cartas y cartas avisando de su llegada y del mismo modo, eran respondidas con emoción por tenerlo ahí.

– Eso es todo, hasta luego, Bakugou-san – Se despidió; después, Yaoyorozu se giró hacia los criados y Todoroki, e hizo una reverencia – Gracias por recibirnos y ser amables con nosotros.

Pas de problème, Señorita Yaoyorozu, fue un placer tenerla de invitada a usted y a su primo – Habló Aoyama por todos, correspondiendo la reverencia – Gracias por venir y hacer a nuestro prometido del príncipe tener una estadía más agradable.

Ella le dedicó una sonrisa, Kaminari también hizo lo mismo. Se dieron la vuelta, listos para subir al carruaje y a partir hacia el centro de Londres. Cuando se sentaron, Bakugou los despidió con un ademán de manos y ellos hicieron lo mismo desde la ventana.

Todoroki entró, seguido de Tamaki. Sero se debatía entre hacerlo o no, pero al final Aoyama le dijo que podía manejar esto solo, así que igualmente se metió a la casa. Bakugou no lo hizo, sino que se quedó mirando donde el carruaje se iba haciendo más y más chiquito a medida que se alejaba.

Desearía que fueras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora