Epílogo

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Londres, Inglaterra, 1837.

Han pasado 17 años desde los sucesos que marcaron la vida de nuestros protagonistas. 17 años después de la estadía en la casa de verano, la boda, la coronación, la luna de miel.

Bakugou, o más bien debería decir Willianshire Todoroki Katsuki, ahora es un adulto de 35 años, con muchas obligaciones y responsabilidades que atender siendo el consorte del Rey.

Claramente Shouto era el de las decisiones y la última palabra, por ser el que está en el trono. Pero si había algo que no terminara de entrar en la cabecita bicolor, Katsuki se metía a dar su opinión y el caso estaba resuelto.

Eran un equipo, una pareja; de esposos, de amigos, de compañeros, pero 2 seres que se complementan el uno con el otro de manera perfecta.

De una manera tan perfecta que no fue sorpresa que vinieran niños después de la boda. Los reyes no habían perdido el tiempo y se dedicaron a producir bebés a una cantidad arrolladora.

Akira es su primogénito, varón, por su puesto. Actualmente cuenta con 16 años.

Benjiro es el segundo, igualmente varón, siendo menor por un año.

Chiyoko y Daiki, los mellizos. Ambos de 14 años, la mayor es mujer, el menor es doncel.

Emi, la siguiente; tardó 2 años más en nacer, así que tiene 12.

Fudo, un malcriado varón de 11 años.

Gou, de 9 años. Igualmente un varón.

Haruki, un año menor. Por increíble que parezca, también es varón.

Isao, de 5 años. Varón.

Jun de 3, doncel y travieso.

Y finalmente Kiyomi, la más pequeña. Acaba de cumplir un año.

Por cierto, si notaron que los nombres de los hijos van en orden alfabético; Felicidades, se han ganado un buen aplauso. Katsuki y Shouto tenían la meta de tener un hijo que empezara por cada letra del abecedario.

– ¿No crees que serán demasiados niños, Katsuki?

– Bah, tonterías. Los reyes de Francia tienen 15 hijos mientras nosotros solo tenemos 11, ni siquiera es un número par.

– Pues sí pero...

– ¡Ningún maloliente francés va a ganarme! – Interrumpió Katsuki, tomando a Kiyomi en brazos para darle pecho.

Shouto solo suspiró al ver la determinación en la cara y voz de su esposo. Suerte que tenían niñeras para encargarse de sus hijos –que oigan, sí se hacían responsables, pero la ayuda es la ayuda– o probablemente hubiesen desistido después del primer hijo.

Fue varón a final de cuentas. El primogénito heredero al trono. No tenía caso hacer más.

Pero digamos que las noches en el dormitorio real se ponían demasiado calientes. Claro, no todos los intentos eran fructíferos, pero sí la mayoría. Ambos resultaron extremadamente fértiles y por fortuna, los bebés siempre estaban en posición adecuada para salir.

Con lo difícil y doloroso que es dar a luz, Shouto no entiende por qué su esposo quiere más. Como sea, no va a quejarse. Solo se asegurará de que los embarazos vayan bien.

– Su alteza – Un criado se acercó – Tenemos todo listo para la futura prometida de su hijo.

– Oh, gra...

– ¡No me voy a casar con una extraña! – Interrumpió Akira, hecho una furia. Shouto simplemente sonrió, recordando sus años de adolescente.

– Tu madre ha planeado todo, échale la culpa a él.

– ¡Agradece que la conocerás desde ahora! – Contestó Katsuki – ¡Yo tuve que conocer a tu padre apenas un mes antes!

– ¡No me importa! ¡Son de lo peor, viejos! – Se escuchó un portazo cuando su primogénito salió. Shouto se mantuvo en silencio, observando a su esposo con su hija.

– ¿Piensas usar el mismo truco que usaron con nosotros?

– Tch, al menos tendrá suerte de conocerla años antes. Llegaran a la casa de verano – Shouto pensó cosas en esa dura cabecita que tenía.

– Podríamos ir antes de que la ocupen – Katsuki sonrió con picardía ante las palabras provocativas de su esposo – Por si acaso.

– Me vendría bien. Hay cierto caballero que extraño – Shouto imitó su sonrisa.

– Si tiene suerte, puede que aún esté ahí, su excelencia.

– Cuento con ello, mi rey.

Desearía que fueras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora