Me acerqué a la puerta y apoyé la oreja contra la madera.
Intenté escuchar algo de su conversación pero no pude, hablaba demasiado bajo. Se notaba que estaba agitado, pero no lograba identificar ninguna palabra.
¿Con quién hablaba? ¿Qué estaría diciendo? ¿Cómo pensaba arreglar esto?
Cuando el tiempo comenzó a pasar, fui consciente de que su presencia me había calmado. Incluso, pude tomar una respiración profunda y relajar mi cuerpo.
A continuación, decidí servirme un té mientras lo esperaba, y cuando estaba por beber el primer sorbo, la puerta se abrió.
Alcé la vista y observé cómo con su imponente cuerpo se sentaba frente a mí.
Se veía un poco más tranquilo, aunque no del todo.Me miró unos instantes, y lo imité. Sus ojos parecían tan hipnotizantes que deseé que este momento durara un poco más.
Sin embargo, sus palabras me trajeron a la realidad, de modo abrupto.
-Rebecca-murmuró con suavidad -Múdate conmigo-
Enderecé mi espalda al escuchar sus palabras.
-¿¡Qué?!- exclamé horrorizada -¡Es una locura!- continué con emociones contradictorias, presa de la ansiedad y la confusión.
-Lo sé-
Silencio.
-¡Ni siquiera te conozco!- sorbí mi nariz.
-Lo sé- respondió con su tranquilidad característica.
Silencio.
-¡Podrías ser un demente!-
-No lo soy- sonrió dejando relucir sus dientes blancos.
Silencio.
-Es una locura- repetí.
-Ya lo dijiste- murmuró mientras se acomodaba en la silla, descansando su espalda con esa seguridad característica que tenía.
Cerré los ojos intentando pensar qué era lo correcto.
Si vivía sola tenía que hacerme la idea de que siempre correría peligro... Esos hombres habían demostrado que eran capaces de hacer cualquier cosa. Nada los iba a detener.
Y tampoco podía obligar a mis amigos o a mi familia a cuidarme, no estaba dispuesta a ponerlos en riesgo por nada del mundo.
Pero por otra parte, irme a la casa de Salvador implicaba... Bueno, lo obvio. Tener su mirada sobre mí cada día, embriagarme con su perfume varonil y deleitarme con su fisonomía.
Si, lo sé. No sonaba para nada mal, pero el problema era que Salvador era un desconocido, y por lo que sabía era algo así como un mafioso...
-No lo pienses tanto- su ronca voz detuvo el bucle de pensamientos.
-No es tan fácil- me sinceré.
-Lo sé, pero será por poco tiempo. Te prometo que luego desapareceré de tu vida y todo volverá a la normalidad-
Una sensación incómoda se instaló en mi pecho.
Deseaba poder recuperar mi vida, pero ahora mismo se veía como algo inalcanzable.Cerré los ojos y tomé aire.
Aquí venía la locura más grande que iba a hacer en toda mi vida.
-De acuerdo- murmuré y las palabras parecieron flotar en el aire.
Abrí los ojos y me encontré con su intensa mirada.
No sonreía, no decía nada. Solo me observaba.-No te arrepentirás- respondió finalmente y mi cuerpo se estremeció.
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ADICTIVO
Любовные романыRebecca tenía muy en claro cuales eran sus objetivos en la vida: trabajar, estudiar y triunfar en el mundo de la moda. Sin embargo, no estaba en sus planes conocer a Salvador. Y a pesar de que tenía un aura de peligro que lo rodeaba, había algo en...