Antes de que pudiera abrir los ojos, sentí mi cabeza explotar.
-Maldición- murmuré mientras acariciaba mi frente, como si eso pudiera aliviarme.
Moví los párpados hacia arriba y me encontré en la cama. Lo último que recordaba era haberme dormido en el auto, de camino a casa.
Sin embargo no me acordaba como había llegado acá...Mi Dios, me había excedido con los tragos.
Me senté sobre el suave colchón y una puntada me atravesó por la sien.
Bufé molesta. Hacía mucho tiempo no me despertaba así.Tenía la garganta seca y rasposa, mi cuerpo necesitaba hidratarse. Así que, lentamente y con cansancio, me puse de pie y caminé hasta la cocina.
Mientras descendía por las escaleras, observé mi look. Llevaba mi ropa de dormir: una remera lila holgada de mangas cortas, y un short negro.
Sabía que debía avergonzarme de que Salvador me viera así, pero honestamente me sentía tan mal que me importaba muy poco.
Caminé hasta la mesa, y antes de que pudiera seguir avanzando a la cocina, escuché una risilla.
-La resaca apesta- murmuré mientras acariciaba mi frente.
-Siéntate, voy a traerte una aspirina y agua-
Quise agradecerle, pero en su lugar simplemente me ubiqué en la mesa.
Coloqué mis antebrazos sobre esta, y deje caer mi cabeza allí, como si fueran una almohada.
¿Hacía cuánto no tenía resaca? No recordaba cuánto la odiaba.
Unos segundos después, escuché el ruido del cristal apoyándose en el mármol. Alcé mi cabeza demasiado rápido, sintiendo otro pinchazo en la cien.
-Ten- murmuró Salvador extendiéndome el blister de pastillas.
-Gracias- dije por fin.
Tomé una y bebí el vaso de agua con tanta rapidez que parecía que había vuelto del desierto.
Salvador se sentó frente a mí y sonrió mientras se cruzaba de brazos.
Alce mi rostro y lo fulminé con la mirada. ¿Se divertía a costa de mi malestar?
De pronto, los recuerdos cruzaron por mi mente.
Él y yo bailando en la pista. La música lenta. Sus palabras y sus caricias.
Nuestra conversación en la parte trasera de la casa. Su mirada, sus labios tentadores.
Y... mi impulso de besarlo.
¡Mierda! Había estado a pocos segundos de hacerlo. Y aunque me sentía aliviada de que Salvador lo hubiera evitado, también estaba avergonzada. Esa actitud no era común en mí.
Había estado a punto de cometer un gran error.
-¿Qué hora es?- pregunté para romper el silencio. Me sentía muy incómoda con sólo imaginar qué pensó él anoche ante mi arrebato.
-Son las doce del mediodía- respondió, y esa fue mi excusa para observarlo. Tenía cara de dormido, parecía que él también se había despertado hacía poco. Llevaba sus clásicos joggings grises y una remera negra.
Espabilé mi cabeza y me concentré en nuestra conversación.
Hoy era lunes, pero era feriado nacional, por lo que no debía trabajar.
Iba a responderle, pero entonces mi celular sonó.
Observé la pantalla: era mi madre.-Mierda- murmuré.
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ADICTIVO
RomanceRebecca tenía muy en claro cuales eran sus objetivos en la vida: trabajar, estudiar y triunfar en el mundo de la moda. Sin embargo, no estaba en sus planes conocer a Salvador. Y a pesar de que tenía un aura de peligro que lo rodeaba, había algo en...