・»[3]«・

783 77 45
                                    

Bajé cuidadosamente la escalera, aplazando un poco los golpes innegables que iban a llegar.

Cuando llegué a la planta baja, no vi a mi madre, por un segundo pensé que estaba loco, hasta que un grito desde la cocina me hizo darme cuenta que el grito anterior había sido real.

- ¡MALDITASEA, APRESURATE!

Intentando no hacer mucho ruido, corrí hasta la cocina y cuando apenas estuve enfrente de mi progenitora ella me dio una cachetada.

- ¿Por qué la comida no está lista? ¿Crees que tengo toda la noche?

No debía hablar, si lo hacía recibiría otro golpe, pero si no hablaba también me iba a golpear. Mi primer acto fue bajar la cabeza, no la podía mirar a los ojos. Aquellos ojos que alguna vez me miraron con tanto amor y cariño ahora solo expresaban odio, desprecio y asco.

- Lo siento mucho.

- ¿Tú crees que yo tengo tiempo como para hacer comida? Llego cansada del trabajo, ¿sabes?

- Pensé que no llegarías.

Mierda, no tuve que haber respondido. ¡SHOYO TONTO!

Apenas alcancé a levantar la mirada cuando otra cachetada fue impactada en mi cara.

Fue fuerte, sentía la mejilla caliente, y pequeñas lágrimas se estaban formando en las esquinas de mis ojos.

- No llores, eres un hombre, afronta tus equivocaciones. - dijo mi madre. -

Aquella frase, aquella maldita frase. La detesto.

Después de eso, no recuerdo mucho de lo que pasó. Hubieron golpes y gritos por parte de mi madre, y claro, yo lloraba, pero apenas me caía una lágrima la intentaba secar.
Todo eso siguió hasta que se escucharon llantos.

- Anda a callar a esa maldita niña, me tienen harta. Cómo se me ocurrió tener hijos alguna vez en la vida. Pero claro, todo fue gracias a que tu padre quería un hijo, ¡estúpido!

Natsu realmente es mi salvación.

Subí lo más rápido posible las escaleras, el dolor de los golpes me impedía subir de dos en dos, pero iba rápido. Poco me importó caerme en el último escalón y golpearme la pierna. Un hematoma más no era mucho.

Cuando entré a la habitación y vi a mi niña sentada llorando. Tenía la carita roja, sus puños apretados y muchas lágrimas por la cara.

Me acerqué a la cama hasta sentarme en ella. Sin pensarlo mucho, levanté a Natsu y la senté sobre mi regazo, me la acomodé bien y la comencé a mover para que se tranquilizara.

- Lamento haberte dejado sola, bebé. Ya puedes dormir tranquila, no me moveré de tu lado.

Pareciera que había entendido mis palabras, y a los pocos minutos se durmió.
Yo también lo hubiera hecho, de no ser por el terrible dolor que tenía en la espalda gracias a los golpes.
Tenía ganas de curarme esos hematomas que se iban a comenzar a formar, pero le había prometido a Natsu no moverme de su lado y lo iba a cumplir.

La noche pasó más tranquila de lo que esperaba. Fue doloroso dormir como siempre, pero a Natsu se le veía cómoda durmiendo encima mío, por lo que no me pensaba mover.

Cuando sonó mi alarma, desperté y me moví lentamente para no despertarla. Me bañé de forma rápida, por si Natsu despertaba, no comenzara a llorar.

Eran las 6:30am, ya estaba vestido, solo me faltaba arreglar a Natsu y comer un poco antes de salir, cuando escuché que la puerta de entrada se cerró. Miré por la ventana y vi a mi madre besarse con un hombre que no conozco. Dejé pasar eso, su vida privada no me debe importar.

Sin Poder Gritar [Haikyuu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora