IX

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『𝕀 𝕗𝕒𝕝𝕝 𝕚𝕟 𝕝𝕠𝕧𝕖 𝕥𝕠 𝕖𝕒𝕤𝕝𝕪

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『𝕀 𝕗𝕒𝕝𝕝 𝕚𝕟 𝕝𝕠𝕧𝕖 𝕥𝕠 𝕖𝕒𝕤𝕝𝕪. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟙』

La tienda estaba llena de risas y pasos duplicados por el eco. Las cortinas rojas despintadas por la exposición al sol con un lazo dorado no dejaban que la luz entrará directamente. A Hope le había gustado la ventana, tanto que había alabado la letra y el decorado tan simple en color dorado que no había notado las manchas de suciedad en las esquinas adelante de las telarañas donde ni una sola araña había estado durante años. Entraron y la encargada, una mujer cerca de los sesenta que parecía no prestarles mucha atención y se concentraba en su revista de moda del hogar, les dijo que podían escoger lo que quisieran a la mitad de precio. Tony supo que el negocio no debía estar bien, pues esa oferta sólo la había visto antes de que las compañías estuvieran a punto de quebrar y su padre las comprara, haciendo que sus ex dueños comenzarán a trabajar como obreros y él sonriendo sin darles ninguna opción de subir de nivel. Rhodey dijo que debían buscar las cosas más extrañas que pudieran encontrar para ir a la fiesta esa noche, más como un compromiso interno que como un anuncio.

Sí, Steve había sido de nuevo convencido a ir a una fiesta a pesar de lo que pasó en la primera a la que fue y todo lo que desencadenó, y no le importaba que fuera martes. Sabía que tal vez era un idiota, pero tenía la necesidad de tener una excusa para poder besar a Tony de nuevo. Se había convertido en algo que él mismo llamaba patético. Se dedicaba horas enteras a ver la cara del castaño apreciando su perfil, el área de sus cienes que estaban arrugadas por sonreír tanto, sus labios quebrados que a veces terminaban sangrando al final del día por no tomar suficiente agua. Sus ojos, sus jodidos y redondos ojos que nunca lo miraban con anhelo y frustración. Había suspirado varias veces y terminando reprendiéndose por ser un pervertido anormal. En definitiva, sabía que estaba mal e intentaba excusarse diciéndose una y otra vez que hacía eso porque los ojos de Tony se parecían a los de Peggy, pero los ojos de Peggy eran azules y los de Tony eran de un color tan común que pasaban desapercibidos. Solía pensar que los ojos de Peggy eran una laguna donde podía flotar con la cara y los brazos fuera para sentir el sol, pero los de su compañero eran de fango, uno que lo dejaba atrapado y que entre más intentaba salir más se hundía, o del color de la cafeína, y provocaban el mismo efecto en él, pues pasaba horas sin dormir por su culpa. Se defraudaba al no poder apartar su mirada y que su oscuridad superará su fuerza de voluntad. Se repetía una y otra vez que sólo iría a esa fiesta para divertirse, cuando sólo esperaba que Tony terminará drogado y él borracho para poder besarle, algo cobarde y hasta sucio.

Sus deseos habían sido frustrados cuando todos prometieron que esa fiesta sería totalmente tranquila. Sólo dos cervezas y tal vez un cigarro, nada más. Ese había sido el trato y él lo aceptó pues había sido su culpa por decir que no tantas veces. De nueva cuenta se veía en una mala situación por su boca y nunca expresar lo que de verdad quería; pero no se puede esperar mucho de alguien que se miente a sí mismo todos los días y se excusa estúpidamente.

𝑴𝒆𝒍𝒕    |    𝘠𝘰𝘶𝘯𝘨!𝘚𝘵𝘰𝘯𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora