XIX

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『𝕆𝕣𝕒𝕔𝕝𝕖

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『𝕆𝕣𝕒𝕔𝕝𝕖. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟙』

Es extraño, en cuanto pone un pie sobre la línea de mosaico negro justo en la entrada de la academia siente como si un peso enorme callera sobre él. Realmente ha regresado, y lo que fueron dos días desde esa perspectiva parece un año entero. Siente que su vida dio un cambio muy brusco esa semana, sus rasguños apenas están sanando, siente que cada vez que recuerda aquel golpe contra el suelo su cabeza vuelve a doler, se percibe aun dentro de aquella mugrienta celda, viendo el ataúd desaparecer, sintiendo que se ahoga, golpeándolo al mismo tiempo. Su herida en el pie le recuerda que todo lo que pasó fue cierto. También se siente de siete de nuevo, corriendo por el patio de su casa y trepando arboles con orgullo de alcanzar la última rama sin caerse ¿Es posible que esa semana haya sido diez años atrás y diez años atrás haya sido solo ayer? El tiempo tiene una extraña forma de jugar con la mente y él está muy susceptible a cualquier cambio repentino o gradual. Se siente resistente a la transformación, evitándola, aunque sea para mejor o peor. Quiere dormir, pero se dice que es porque la noche fue infructuosa para el descanso.

― ¿Ya guardaste tu coche? ― pregunta una voz a la que ya se acostumbrado. "Oh, Steve Rogers, le ruego a tu Dios que jamás impida que tu amabilidad rodee mi tristeza". Asiente cerrando los ojos.

Tuvo que llevar su coche al estacionamiento de la escuela, y buscar un lugar donde dejarlo seguro. Había una separación entre el área destinada para los maestros y otra para los alumnos. Le parecía algo deshonesto el hecho de que, a todos, no importando si tenían coche y/o lo guardaban allí o no, les cobraran en la colegiatura el mantenimiento del aparcadero. Sólo tuvo que dejarlo allí y aprovechar la cuota que ya cubría su padre mensualmente, le dieron un papel cuadrado que estaba plastificado, de un lado traía el logo de la escuela y del otro el lugar donde estaba su coche. Al saber que tenía que registrarse y se iba a tardar, le dijo a Steve que lo esperara en la entrada, pues de todas formas tenía que pasar por allí. Otra cosa que le parecía absurda era que no pudieran entrar por el estacionamiento y se viera obligado a rodear la escuela. Había muchas cosas que le molestaban de aquel lugar, pero esa en específico y en ese día justamente, había sido como un castigo, pues apenas recargaba su peso sobre su pie, sentía un dolor y una comezón que lo recorrían por completo.

―Vamos a dormir, ¿no? ― propuso, aunque no quería moverse. En ese momento deseaba transportarse mágicamente a su cama. Estaba recargado en la punta de su zapato intentando que la herida no se sintiera presionada contra nada, ya el simple hecho de que su calcetín rozara y levantara las curitas era suficiente.

― ¿No quieres sentarte un rato? Parece que te duele ― Ofrece el rubio atentamente con su mochila en la espalda. Estaría dispuesto a llevarlo cargando si es que no se viera raro andar así por el campus.

―No, es mejor hacerlo ya de una vez. Si me espero cada vez que duela jamás voy a llegar, vamos a tener que acampar aquí ― dice colocando sus manos en su cadera, para después volver a tomar su maleta y preparándose mentalmente para dar el primer paso. Tony no lo sabe, pero aquel rechazo les ayudó un poco con las miradas inquisitivas y las bocas calumniadoras ―. El pensar que todavía debemos de pasar a avisarle a Fury hace que me duela el alma ―. Le dice una vez que ya ha tomado su modo para caminar, básicamente va caminando como si fuera un cojo, poniendo el tobillo y apenas despegando el pie del suelo. Comienza a pensar en otras cosas intentando distraerse, y así el viaje hasta la oficina de Fury se le hace más rápido que el que hizo del estacionamiento a la entrada, pero aun así no puede negar que el dolor es persistente e intenso. Le parece increíble como una herida que no era tan seria podía incapacitarlo de esa forma.

𝑴𝒆𝒍𝒕    |    𝘠𝘰𝘶𝘯𝘨!𝘚𝘵𝘰𝘯𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora