XII

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『ℍ𝕠𝕥𝕖𝕝 𝔸𝕟𝕕𝕣𝕖𝕒

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『ℍ𝕠𝕥𝕖𝕝 𝔸𝕟𝕕𝕣𝕖𝕒. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟚』

Caminan de regreso a sus edificios. Charlan con normalidad, Tony se va directamente a hablar con Rhodey. Steve se dice que él sí es su verdadero amigo, que ellos son mejores amigos, lo que sea que sean ellos dos jamás se podrá comparar ni a una relación de amigos ni a una de pareja. Lo peor del caso es que ambos están en medio de todo, sin avanzar. Están parados en el desierto, sin saber si retroceder o progresar, sólo se miran durante todo ese tiempo, impacientes, pero inamovibles. Están estancados en la arena de sus mentiras rancias.

Bruce intenta hablar con él, pero Steve mantiene su mirada vagando entre Tony y su amigo. No puede prestar total atención, por lo que contesta poco mientras el chico le habla del libro que está leyendo y de lo que le parece interesante. Asiente, sabe que si su mente estuviera al cien con Banner el libro le resultaría entretenido y hasta lo terminaría leyendo, pero solo puede concentrarse en como el otro lo ignora.

Al llegar el momento se separan, primero las chicas, luego Bruce y Rhodey, quien se despide de Tony chocando los puños, para los demás por día parecer un saludo normal si no se le ponía atención a que el dedo pulgar se encontraba entre el meñique y el anular. Steve se preguntó por primera vez cómo se llegaba a tener saludos así, ¿Era algo que se hablaba o sucedía naturalmente? Nunca tuvo uno con Bucky, ni si quiera cuando eran niños. Ninguno de los dos lo propuso y no lo necesitaron.

El rubio camina dejando a tras a su compañero, pero sintiendo su presencia en todo el recorrido. Sus pasos se coordinan cuando suben los escalones, los golpes suenan dos veces, la segunda casi como un eco. Steve saca la llave del cuarto y abre la puerta. Todo está oscuro, excepto por la luz nocturna que entraba por la ventana. Localiza el interruptor para prender la luz, pasando primero la mano por la pared. El foco blanco se enciende tan rápido que no distingue el tiempo en el desfase. El rubio se sienta en su cama mirando sus manos. No quiere ver a su compañero. Levanta la cara por instinto al no haber escuchado que la puerta se cerrará en medio minuto. Tony está frente a ella, con una expresión tan neutra que para Steve parece muerto.

― ¿Por qué no entras? ― La pregunta se escapa de los labios, reprendiéndose a sí mismo segundos después por hablarle.

―Porque tú estás allí ― Tony contesta con la misma expresión facial. El futbolista se levanta y se para delante de él.

― ¿Y qué si yo estoy aquí o no? ¿Acaso piensas que soy alguna especie de depravado sexual que intentará hacerte algo mientras duermes o una tontería así? ― intenta mantener su tono calmado, pero se descontrola casi naturalmente.

―Es porque no te merezco ni como compañero de cuarto, Steve ― y ahora su expresión ha cambiado de nada a muchas cosas en una sola mirada ―. Cuando hablé de la cursi vida que quieres, te dije que era una mierda. Tú quieres una vida de pareja, tener niños rubios corriendo por el jardín y que te llamen papá. Quieres una casa en una calle tranquila y segura, donde esos niños puedan salir a andar en bicicleta después de que oscurezca. Tú quieres todas las cosas que jamás tendrás conmigo, pero aun así te aferras a creer que me quieres o lo que sea que crees sentir. No te das cuenta que tu futuro no existe a mi lado. No recuerdas ni siquiera que tienes novia, una que te espera en tu casa ―. Aquello desespera un poco a Steve. ¿Cómo sus sentimientos por Peggy parecían pequeños pero ordenados en comparación con el desastre inconmensurable que Tony provocaba hasta con existir? ―. Y lo peor de todo es que me culpas porque eres un homosexual reprimido ―. Lo último sale casi como burla.

𝑴𝒆𝒍𝒕    |    𝘠𝘰𝘶𝘯𝘨!𝘚𝘵𝘰𝘯𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora