XVII

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『𝔽𝕖𝕒𝕣 𝕠𝕗 𝕥𝕙𝕖 𝕎𝕒𝕥𝕖𝕣

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『𝔽𝕖𝕒𝕣 𝕠𝕗 𝕥𝕙𝕖 𝕎𝕒𝕥𝕖𝕣. ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟙』

Tony y Steve están volteados levemente hacia una pared, el castaño está justo en la esquina donde dos muros se juntan e intenta ser lo más discreto. El invitado tomó dos copas y las vacío en un florero por indicación del contrario, aunque le pareció algo fuera de lugar se dijo que no era lo peor que había hecho y con eso se animó a no preocuparse por un grupo de margaritas que ya estaban muertas. Él mira la amplia habitación verificando que nadie les preste atención mientras el contrario llena las copas con la botella que tenía escondida en el saco. No puede hacerlo en público y tampoco pueden irse aún, así que esa es su forma de conseguir algo que no sea champagne tibio. Le pasa una copa a Steve y este la sujeta fuerte, sintiendo que está un poco frio y espera a que la otra copa esté llena para ver a su amigo pararse recto y junto a él. Caminan intentando encontrar un lado por donde volver hacia la mesa de los canapés, la tentación del día para el rubio. Si bien le han dado una dieta, que no cumple del todo los días en los que salen a comer a algún lugar, ahora siente que de verdad se le está yendo de las manos con los bocadillos, por suerte ya se ha limpiado y su compañero no lo notó o ya estaría riéndose de él. El señor del peluquín parece tener intenciones de bailar durante toda la noche, pues aún sigue haciendo sus pasos que se asemejan más aún perro nadando que a los movimientos de la música latina que se escucha.

― ¿Se estaban escapando? ― una voz femenina hacen que giren, ahí está de nuevo Janice, pero ahora está tomada de la mano de una chica de espalda muy pequeña, delgada y en un vestido más atrevido que el de su amiga, de tirantes en color negro y tacones a juego.

―No... íbamos a buscarlas ― se excusa el castaño para no tener que decirles que se habían movido por otras razones o personas. Era mejor que nadie más que ellos dos supiera lo que había acontecido con Stone y por qué su saco tenía un bulto pequeño cuadrado a la altura de sus costillas.

―Bueno, ya no tienen que hacerlo ― se acerca y hace que su amiga camine unos pasos más que ella ―. Adriana, te presento a Tony y Steve ―. Los tres proceden a estrechar sus manos.

― ¿Conoces a Janice de la escuela, Adriana? ―pregunta el castaño mientras encuentra el mejor lugar entre las personas, los demás reaccionan inconscientemente y forman un círculo.

―Sí, tomamos clases juntas. Puedes decirme Ana ― explica, su voz es más grave y un poco seca, pero no es para nada un sonido desagradable.

―Bueno, Ana, ¿qué te parece si todos vamos a bailar cuando por fin suene una canción que no sea para viejos? ― le ofrece con un claro tono de coqueteo que a los otros dos les empalaga, pero en la azabache produce el efecto contrario. La chica asiente, pero el juego con ella realmente no lleva a nada, porque Tony toma la mano de Janice y coloca su otra mano sobre el hombro de su amigo.

Se quedan ahí, de pies en aquel circulo que les proporciona una falsa intimidad escuchando las canciones irse sin mucho interés mientras hablan de nada. Al rubio en realidad no le importa mucho conocer sobre la vida escolar de las chicas, pero es un tema seguro y que no acaba muy rápido. Todos casi siempre quieren quejarse de algo sobre sus institutos, un profesor, una clase, lo ridículo de ciertas reglas o regaños, toda persona que ha ido a una escuela siempre tendrá algo que reclamar. Entre más creces te das cuenta que algunas de esas quejas en realidad no debían serlo, pero otras merecían más atención. Es increíble el cómo muchos padres dejaban pasar ciertos eventos importantes y que eran totalmente inadecuados. Padres negligentes, madres descuidadas y hermanos desapegados, ¿A quién recurre un joven si no hay nadie que lo escuche?

𝑴𝒆𝒍𝒕    |    𝘠𝘰𝘶𝘯𝘨!𝘚𝘵𝘰𝘯𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora