ℂ𝔸ℙÍ𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙𝟝

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No tuvo más palabras para describir cómo se sentía en ese momento. Nadie, absolutamente nadie se había tomado la molestia ó siquiera se había interesado en hacerle algo cómo eso.

Pero, para en ese entonces las palabras no eran muy importantes, es más, probablemente serían la causa de la terminación de ese hermoso momento. Así que, solamente se dió media vuelta y corrió a los brazos de Emi poniéndose de puntillas para lograr rodear sus brazos en el cuello de éste.

"Gracias" habló entre dientes dulcemente reposando su mentón en el hombro del chico mayor causando una reacción de un escalofrío en su columna vertebral.

No pudo hacer nada más que, rodear la estrecha cintura del niño y atraerlo un poco más a su cuerpo.

Daría su cabello largo que era lo que más amaba de él sólo por estar así un par más de cortos segundos. Pero fué entonces cuándo escuchó un par de sollozos bajos en su oído y no pudo evitar preguntar.

"¿Joaquín? ¿Qué tienes, cariño? ¿Porqué lloras?" Inquirió intentando safarse del abrazo, sin embargo, le fué imposible al sentir el apego del niño más fuerte a él.

"Gracias, Emilio..." repitió. Se despegó de su cuerpo para verlo a los ojos y no se apartó tan demasiado de él cómo para dejar de sentir su cálida respiración juntarse con la suya. Sus ojos estaban cristalizados y lagrimando por los miles y un emociones que estaba sintiendo en ese momento, llevando al mayor por el mismo camino. Sus labios, su cuerpo, todo temblaba de él , sin embargo, jamás en ese corto instante dejó de ver directamente al iris café del hombre.

Más, se dejó guiar por el momento sin ponerle interés a su cabeza en ese instante; llevó sus manos hasta el rostro de Emilio y las dejó reposar en sus mejillas, lentamente con timidez y un poco de temor mientras su vista inspeccionaba cada pequeño detalle en éste. Mientras Emilio aún se dedicaba a medir el cuerpecito de Joaquín con sus manos puestas en sus curvas.

"Yo confío en tí, Emi" habló sin pensar "Eres la primera persona que se ha ganado mi confianza" dijo para luego dar una pequeña sonrisa nostálgica de lado.

"Y no sabes cuánto valoro tu confianza, Joaquín..." respondió en un susurro.

Las pequeñas manos de Joaquín se resbalaron nuevamente a los hombros anchos cómo por haber tocado un botón que decía 'automático'.

Emilio estaba nervioso. No porque la cercanía del niño fuera demasiada, si no, por no saber que hacer con ello. Se sentía estúpidamente estúpido, ¿y eso se podía? Bueno, en ese instante no le importaba estar diciendo babosadas en su cabeza.

Se concentró en el hermoso niño que ahora resguardaba en sus brazos. Se tomó el descaro de inspeccionar el hermosísimo rostro del chico; su cabello rizado largo y color castaño, sus cejas encorvadas y delineadas, sus ojos color miel cómo el ámbar que tanto amaba, sus delicados pómulos, sus... labios color sandía. Aquellos que tanto anhelaba besar en ese instante. Aquellos que tanto disfrutó en su poca cordura y encontrándose tan borracho aquella noche, pero que bien recordaba ahora el beso que se dieron.
Quería besar a Joaquín, pero ¿Porqué no lo hacía?

Su labio se entre abrió al cuestionarse esa última pregunta y se ajustó un poco más a la cintura del chico. No lo obligaría a nada, pero no quería que se fuera.

Lentamente acercó su rostro al de Joaquín, rozando sus narices y sintiendo cómo sus respiraciones en esa noche fría les brindaban calidez. Más no dejó de ver los labios de Joaquín y se sintió mejor al verlos abrirle paso.

Se unió profundamente a los gruesos labios rojos del chico, sintiendo más allá su suavidad y grosor; ese beso no demostraba nada más que sus sentimientos por el otro aunque ambos no querían intercambiarlos en éstas circunstancias.

Bajo El Mismo Cielo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora