ℂ𝔸ℙÍ𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙𝟙

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10 horas más tarde...

Ya iban de camino hacía París. Joaquín creyó inocentemente que irían en transporte público porque, la verdad era de que no se había percatado de que esa gente andaba en 3 limusinas y él estaba cómo que... "What"

Le faltaba mucho por aprender y conocer de esas personas. Sólo llevaba 2 semanas y media en esa casa y ni siquiera le había dado tiempo para saber el porqué Emilio Marcos viviendo en Francia hablaba tan bien el Inglés cómo si fuera su idioma nativo.

"Emilio" pensó casi por millonésima vez.

Él iba en otra limusina, con Diana, Samay y el conductor.

A Joaquín por otro lado le tocó ir con Diego, quién aún hablaba... ¿qué nunca se le secaba la saliva a ese chico? Ya lo tenía aburrido.

"Y entonces yo le dije: Oye, bro... cálmate, no soy virgen, pero búscate otra madriguera para almacenar lo que traes entre las piernas" cuenta el chico sentado a su lado, reventando la burbuja personal que Joaquín intentaba imponer entre ellos.

Al principio le pareció un chico cortés, amable y... simpático en cierta manera física. Le pareció también una pequeña pizca de atractivo y más su acento Francés. Pero, "What" ese chico era más parlanchín que la Lora que se murió dentro de la tasa del baño cuándo era pequeño.

"Te cuento... la otra vez, se acercó un chico a besarme, pero yo le dije que no porque a mí me gustaban las chicas, lo empujé y..." Ni siquiera terminó de escuchar la anécdota cuándo se puso los auriculares y solamente se concentró en la letra de París de The Chainsmokers.

"¿En qué estará pensando Emilio en éste momento?" se cuestionó en ese instante con la cabeza contra el cristal de la ventanilla cerrada del auto.

Diana aún estaba recostada en su hombro

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Diana aún estaba recostada en su hombro. No le molestaba para nada.

Ella siempre tenía problemas para viajar, siempre le daba mareos y terribles ganas de vomitar cuándo viajaban.
Samay por otro lado estaba arrecostada sobre sus pies, haciéndolo incapaz de moverse.

De hecho, sus huesos se estaban endureciendo. Hace ya más de 4 horas que no había movido ni un dedo por temor a despertar a sus acompañantes.

Pensaba constantemente en el niño con ricitos castaños. Estaba sólo con su sobrino Diego y ese desconocido chófer.
A juzgar por la personalidad del pequeño, seguramente estaba asustado, apenado e inseguro con esos hombres.

Emilio se sentía con inmensas ganas de decirle al niño que todo estaría bien.

Al igual que ya llevaba 2 veces frecuentes que cerraba los ojos y de golpe los abría por "imaginar" besándose con Joaquín.

Se sentía confundido. Esas imágenes sonaban más cómo recuerdos que inventos de su mente.

Pero, no podía ser que... no... ¿tal vez borracho? Oh, Dios... en ese instante oraba al Cielo para que todo se ajustara a sus estúpidas ilusiones únicamente.

Bajo El Mismo Cielo // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora