03. Red Moon

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Sonrío incómoda por la cercanía de nuestros cuerpos, él parece darse cuenta y, lanzándome una mirada de disculpa, retrocede un paso con dramatismo.

—¿Está todo bien?— cuestiona con el ceño levemente fruncido al oír el ruido proveniente de la biblioteca.

—Solo un pequeño desacuerdo.— digo, asintiendo con la cabeza y, luego de darle una última mirada a la antigua puerta de madera, me alejo de ahí.

Me apoyo en el barandal, viendo como los adolescentes bailan más animados que cuando llegué en la planta baja. La puerta está abierta, por lo que una agradable ráfaga de aire fresco entra, opacando un poco el olor a humo que hay en el interior por los cigarrillos.

—No parecía un pequeño desacuerdo.— el chico habla en mi oído, un poco más fuerte de lo que debería para que pueda escucharlo por sobre la música, sobresaltándome un poco.

Giro sobre mis talones a la vez que acomodo mi cabello con cierta frustración por la discusión de mis amigas, con toda la intención de desahogarme con el desconocido el simple hecho de que me dejaron afuera.

—¿Qué se supone que eres?— pregunto, arrepintiéndome al instante del tema de conversación que quería tener, al ver sus jeans y camisa negra, abierta en el pecho con algunos hilos cruzados, junto con un cinturón que era adornado por un cuchillo.

—Un cazador o algo así.— suelta una carajada, me sobresalto de repente. La sensación de peligro que sentía era abrumadora— ¿Y tú?

—Era un intento de Caperucita roja, pero perdí la capa.— me encojo de hombros restándole importancia,al darme cuenta que en algún momento de la noche está se me había caido.Un grito proveniente de la planta baja me sobresalta, por lo que bajo la mirada para ver de qué se trata, encontrándome con una chica de vestido blanco manchado con sangre falsa. La pelinegra observa a mi acompañante con una sonrisa ladina y, la manera en la que señala su muñeca como si tuviera un reloj, me da a entender de que está impaciente.

—Debo irme, Caperucita.— dice, extendiendo una mano con una sonrisa ladina. La observo un par de segundos y no puedo evitar soltar una pequeña risa al ver lo formal del saludo. El chico observa nuestras manos juntas por una milésima de segundo y la suelta, despidiéndose con una sonrisa que logró hacerme entrar en un trance durante varios segundos.

Lo sigo con la mirada sin poder evitarlo. Sintiendo mis mejillas calientes, intento ignorar la sensación de su mano sobre la mía. 

—¡Edén Dufour!— le grito mi nombre, haciendo que detenga su paso en medio de las escaleras. Voltea, regalándome una sonrisa que no logro descifrar.

—¡Demian Höllenstern!— dice para luego desaparecer en la multitud. Su apellido resuena en mi cabeza, debía ser familiar de Demon Höllenstern,aquel chico con el que Rachel se había liado en aquella fiesta.

—Oye, ¿Dónde te habías metido? Estuvimos buscándote.— Marie dice a mis espaldas, volteo, encontrándola con una sonrisa. Rachel está detrás de ella con un vaso en la mano, se lo ofrece a la castaña quien lo toma con gusto, como si no hubieran estado peleando a los gritos menos de media hora atrás.

—De seguro estaba con Arek disfrutando de su tiempo a solas.— Rachel le dice en broma con complicidad. Arrugó la nariz sin compré der la situación,pero con miedo de que se arruine el buen ambiente me quedo callada.

—Pues para tu información, Edén no es de ese tipo de chica.— responde, pasando uno de sus brazos por encima de mi hombro.—Ella no se acuesta con cualquiera como tu, maldita zorra.

—Ay sí, habló la señorita Moralidad.— dice con una sonrisa sarcástica al tiempo que se acerca a nosotras. Marie saca la lengua de manera infantil en respuesta luego de soltar una pequeña carcajada.

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