08. Clover Vlash

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El recuerdo de la madre de Rachel llorando desconsoladamente en los brazos de mi madre me golpean, fotos del rostro de mi rubia amiga adornaban AllernHill. Debo cerrar los ojos y tomar una profunda respiración cuando siento que mis piernas tiemblan.

Luego de pensarlo durante varios días, decidí ir a la policía pero, por más de que les di más detalles de los necesarios sobre lo que en realidad sucedió con mi rubia amiga, nadie hizo nada.

—Mierda.— luego de fracasar en el intento de limpiar una mancha de café en mi blusa. Me lavo el rostro llena de frustración.

Me deshago de la coleta de pelo mal hecha al momento en el que un grupo de chicas entra. Observo de reojo como me envían "disimuladas" miradas cargada de lástima. Ni siquiera me molesto en intentar arreglarme un poco el cabello, solo salgo del gimnasio para dirigirme al laboratorio, sin poder soportar el trato especial que todos insistían en darme. Parece que no se dan cuenta de que eso solo vuelve el dolor más insoportable.

Cuando llego al edificio blanco de grandes ventanas, estoy con la respiración entrecortada y con el pulso por los cielos, maldiciendo al arquitecto del instituto. Es decir, ¿A quién se le ocurre hacer un edificio apartado para el gimnasio y el laboratorio?

Me aplasto un poco el cabello antes de entrar al salón de clases. Estaba a punto de tomar asiento cuando a escucho una voz llamándome. Con una mano sobre la correa de mi bolso, volteo, encontrándome a Arek junto con una chica morena de rastas, trato de darles una sonrisa aunque de seguro se vio como una mueca. Tomo asiento frente de ellos, algo incómoda por la mirada que me lanzaban algunos de mis compañeros.

—Hey.— saludo un poco insegura.

-—¿Cómo estas enana? Desapareciste completamente de la fiesta de Halloween.— Arek me observa con una sonrisa llena de amabilidad. La chica se me queda mirándome de cerca pero sin dirigirme la palabra, la miro de reojo pero le respondo al castaño enfrente mío.

—Es que estaba cansada, me fui antes.— sonrío a medias.

Escucho una exclamación a mi lado y luego veo como la chica de rastas rodea la mesa que nos separa y  me envuelve con sus brazos. Cada músculo de mi cuerpo se tensan ante mi tacto y, la manera en la que Arek sonríe con diversión, mordiendo la punta de su lengua, me dice que hice una mueca demasiado exagerada.

—Clover, la estás asustando.— dice divertido, golpeándole el brazo con la punta del bolígrafo.

Puedo ver como la chica rueda los ojos al separarse de mi.—Cierra la boca.— replica, sacándole el boli de la mano y dejándolo sobre la mesa para, luego, girar y hablarme en un tono suave.— Lamento lo de Rachel.

Asiento en agradecimiento separándome de ella. Noto como todas las miradas del salón están puestas en algo detrás nuestro por lo que, con curiosidad, volteo. Siento un escalofrío recorrerme de arriba a abajo al verla. Llevaba una falda negra junto con un top del mismo color que dejaba al descubierto su ombligo, su rostro cubierto por unos lentes de sol. Marie gira a verme, frunciendo los labios en un gesto de angustia y dolor, y toma asiento junto a Mark.

—Debe ser muy difícil para ustedes, eran sus mejores amigas.— la voz de la morena llega a mis oídos como si estuviera lejos y no a solo centímetros de distancia. Presiono con fuerza la correa de mi bolso en un intento de tranquilizarme para no lanzarme sobre Marie, quien está siendo consolada por el pelirrojo.— Por cierto, soy Clover Vlash.— por el rabillo del ojo, distingo que la linda chica extiende una mano, por lo que aparto mi mirada de Marie para centrarla en la amiga de Arek, aceptando su mano.

— Edén Dufour.

Siento como  varias personas voltean a verme sin disimulo alguno. Las ganas de gritarles me consumen, pero me abstengo de hacerlo, no por respeto o vergüenza, sino porque, en el momento en el que estaba por decir la primer grosería, una señora mayor con lentes de pasta gruesa negros y un maletín un poco deteriorado entra a la habitación y se presenta como la profesora Mills. Saca un estuche transparente, en el que se ven varias tizas blancas y un borrador con las intenciones de iniciar la clase pero, cuando alza la vista de sus pertenencias, sus ojos se quedan clavados en mí para luego enfocarse en la castaña vestida de negro de unos bancos más atrás.

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