14.Belia

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La voz del diablo es muy dulce de oír.-Stephen King》

El tic tac del viejo reloj es el único sonido que se hace oír en el silencioso salón de clases mientras, en el exterior, lentamente las nubes cubren los pocos rayos de sol con los que se amaneció esta mañana. El ambiente era deprimente ,lo único que deseaba era haber permanecido en la comodidad de mi cama.

En mi cabeza, los recuerdos de la noche anterior se repiten una y otra vez, como si fuera una película sin fin. No pude pegar un ojo en toda la noche, las manchas violáceas debajo de ellos lo confirmaban, además de que sentía que mi cabeza podría explotar por la resaca, eso sin sumar el malestar estomacal. Me sentía para la mierda. Clover, por otro lado, se veía espectacular. Ni siquiera parecía que tampoco había dormido. Arek, por su parte, había decidido no asistir a la primera clase del día. Me hubiera gustado hacer lo mismo, pero solo levantaría sospechas en mi madre.

El sonido del timbre anunciando el fin de la clase suena, dándole pie a los alumnos para comenzar a salir del aula como alma que lleva el diablo. Me pierdo en mis pensamientos mientras espero que la masa de gente que se formó en la puerta se deshaga.

Eva.

Demian me había llamado así por equivocación en un momento de desesperación, en el momento en el que intenté alejarme de él para ser más exactos.

¿Acaso aquella chica se había alejado de Demian por miedo?

¿Quién era esa chica? ¿Habría sido otra víctima como Rachel?

—Edén.— el llamado, sumado a un leve golpe de nudillos en la escritorio, me hace levantar la mirada con sorpresa. Observo a mi alrededor, notando que somos las únicas personas en el salón.

—¿Qué quieres Marie?— cuestiono luego de suspirar, recogiendo mis cosas y evitando hacer contacto visual con la castaña.

—Quiero que me hables, maldita sea.— gruñe con voz temblorosa y ahogada, como si un nudo se estuviera formando en su garganta.— Te necesito.

Presionó mis uñas contra la palma de mi mano en un intento de calmar mi agitado corazón antes de levantar la mirada hacia ella. No puedo evitar que mi ceño se frunza al ver una venda envolviendo su muñeca, además de algún que otro moretón en sus brazos.

—¿Qué te sucedió?— cuestiono preocupada, olvidando por un momento todo lo que pasó las últimas semanas, mientras intento tomar su muñeca para ver las heridas más de cerca. Ella se aleja soltado un gemido de dolor al tener contacto con mi mano y yo, por puro instinto, levanto ambas manos.

—Tuve un accidente.— responde dando un paso hacia atrás, con la mirada fija el suelo.

—Fueron ellos, ¿Verdad?— no hace falta decir nombres, ambas sabemos de quiénes estoy hablando.

Siento como la ira recorre cada centímetro de mi cuerpo al imaginarme a alguien lastimándola. Después de todo, fue una de mis mejores amigas por años, ella estuvo conmigo en momentos felices y en los más difíciles.

Marie niega con la cabeza.

—Me lastimé ayudando a mi padre.— ruedo los ojos ante su terquedad. Antes de poder decir algo, la castaña coloca una mano sobre mi hombro, clavando su mirada en la mía. Panico era lo que transmitía su mirada — Edén, por favor detente. Créeme cuando te digo que no quieres meterte con ellos.

—¿Por qué?— cuestiono casi a los gritos, ella se muerde el labio inferior mirando el suelo.— ¿Por que sigues con ellos?

—Tengo mi razones, no espero que lo comprendas.— responde, tomándome de ambas manos. Esa acción, que antes era tan simple, logra que cada uno de mis músculos se tensen.— Solo necesito que me apoyes.

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