04.Night in the Hell

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Todavía estoy escondida en la oscuridad, temblando y sollozando por dentro, escondida de aquellas personas que acababan de asesinar a sangre fría a tres personas

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Todavía estoy escondida en la oscuridad, temblando y sollozando por dentro, escondida de aquellas personas que acababan de asesinar a sangre fría a tres personas. Escondida de mi mejor amiga, la única que me queda.

Luego de varios segundos que parecieron una eternidad he logrado tranquilizarme y despejarme para no entrar en pánico y gritar como loca, o de llamar a la policía, o simplemente salir corriendo de ésta endemoniada mansión y no volver a ver a nadie nunca más.

Miles de interrogantes y teorías ocupan mi mente, intentando comprender lo que acababa de suceder. Me muerdo el labio con fuerza intentando no llorar al ver el cuerpo sin vida de Rachel. Me doy la vuelta y, intentando hacer el menos ruido posible, gateo un poco para alejarme de allí, pero me quedo congelada en mi lugar al oír una exclamación.

—¡Maldición Marie me has manchado los zapatos! —exclama una voz masculina detrás de mi. Se oye lejana, pero sé que están allí detrás de mi, como si nada hubiera pasado.

—Desháganse de esto, volveré a la fiesta. —dice Marie ignorando la queja del que, supongo, es Demon Höllenstern.

—¿Qué? ¿Vamos a dejar esto así nada mas? —dice enojado.

—¿Qué me crees? ¿La Virgen María? Solo tenemos que esperar a que el ritual acabe. — espeta la chica ante el desafío, me sobresalto al oír un grito femenino.

—¿Quién te crees para hablarme así? — la voz ronca carente de emoción de Demon suena rompiendo el silencio que se había formado.

Luego se escucha una exclamación ahogada y un gruñido entre dientes, volteo con mucha lentitud con temor de ver qué ocurre, pero la curiosidad me gana. Es poco decir que me sorprendo al ver a Marie siendo ahorcada por Demon, él cual lleva un gesto despiadado en el rostro. Ella solo lo ve presa del pánico. A pesar de ser Marie quien se ve imposibilitada de respirar, siento que es a mí a la que le falta el aire.

—Recuerda con quién estás hablando, cariño. — dice con voz helada el castaño. — O el próximo cuello cortado será el tuyo.

Demian los observa con furia. Por un momento pienso que va a gritarle o algo, pero solo aprieta los puños y respira entre dientes. —Dejen de hacernos perder el tiempo.

La pelinegra del vestido blanco alza una ceja indiferente. —Solo mátala Demon.

—Basta Demon, la necesitamos. — la voz de Demian suena autoritaria. El castaño lo fulmina con la mirada, seguramente molesto por la orden, pero el solamente lo mira inexpresivo antes de girar sobre talones, soltando a mi amiga, quien debe apoyarse sobre sus rodillas para recuperar el aire perdido. —Volvamos a esa ridícula fiesta.

Los veo irse, dejando los cuerpos tirados en medio del bosque, como si fuera algo rutinario. Luego de quedarme hecha un ovillo en el suelo, lleno de hojas e insectos, por no sé cuántos minutos me pongo de pie, sintiendo las piernas agarrotadas y mis ojos hinchados de las lágrimas. Siento la garganta rasposa por lo seca que está y como el sudor frío empapa todo mi cuerpo. Mi celular no para de repicar con llamadas de Marie, pero me niego a contestarlas hasta que estuviera segura de que mi voz podría salir de mis labios. Dudo poder pronunciar una sola palabra sin volver a llorar por el momento.

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