||Our Hopes Dissolve|| •AU apocalíptico randomlife•

•Capitulo 14•

Matías buscaba desesperado a Robalo, quedaban menos de 2 horas para ejecutar el plan y debían tener todo preparado lo antes posible.

－Donde coño se meti-...Oh, Miguel? Que haces aquí?－ Preguntó Matías viendo a su hermano salir algo agitado de la habitación sin uso en el refugio. Cosa que se le hizo extraño.

－Nada solo... ordenando un par de cosas, ¿Por qué preguntas?－ Dijo de una manera nerviosa, parecía estar apurado, necesitando salir de allí lo mas antes posible.

－Por nada, solo.. curiosidad ¿Miguel te sientes bien? Te noto un poco extraño.－

－Jaja no es nada Matías de verdad, solo necesito ir rápido a.. ¡Preparar algo! ... ¡T-te veo luego!－ Y con eso, Miguel abandonó rápidamente el pasillo para irse a quién sabe dónde.

Matías se quedó en medio del dicho pasillo pensativo, sabía de dónde venía Miguel pero ¿Qué había hecho esta vez?

Decidió ir a averiguarlo por su cuenta, por lo que sin pensarlo dos veces, fue en busca de su hermano, o mejor dicho, fue en busca de dicha llave.

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－¡¿Qué cojones?! ¡¿Robalo que ocurrió aquí?!－
Preguntó Salgado al ver el estado de su amigo, ya no sabía en quién podía confiar y en quién no, a este punto, todos eran enemigos entre sí.

Fue corriendo a dónde Robalo para tratar sus heridas, procuraba ayudarlo sin importar que pasara.

－N-no.. Salgado... vete de aquí..－ Dijo Robalo apenas teniendo fuerzas de mantenerse despierto.

－¿D-de que hablas? No pienso dejarte aquí solo y menos en este estado, eres mi amigo Robalo.－

Este le había advertido de lo que pasaría tan solo segundos después, pero ya era demasiado tarde para que su amigo tuviese tiempo de darse cuenta.

Se escuchó un portazo detrás de ellos, y la voz de Miguel resonó por toda la habitación.

－¡Oh! Estaban aquí chicos, los estaba buscando..－
Dijo este mientras sostenía un caño de metal en sus manos.
Si tenían pensado salir de ahí al menos no lo harían sanos y salvos.

Ya nadie arruinaría sus planes, ya no más.

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Matías recorrió todo el refugio sin rastros de su hermano, se detuvo en medio de la sala a pensar.
Luego de un rato recordó la vez en la cuál decidieron encerrarlo a Fran. Había una copia exacta de la llave por sí algo salía mal con el plan, y esa copia, estaba en la habitación de los hermanos justo debajo de un pedazo de suelo roto.

No esperó más y fue corriendo hacía allí, al llegar abrió la puerta empujándola con toda la fuerza de su cuerpo, entró directo en busca de esa copia, y sin más preámbulo la encontró en el mismo lugar donde recordaba, la cogió y fue directo en busca de Fran.
Sabia que Miguel tramaba algo, y estaba seguro de que no era nada bueno.

Salió corriendo de la habitación decidido en liberar a Fran de una buena vez, pero fue hasta que escucho el sonido de repetidos golpes, que parecían ser de algún objeto metálico, los cuáles lo hicieron detenerse en seco. 

－¿Qué cojones...?－

－¡M- Matías! Que bueno que te encontré, escucha, Miguel me contó sobre todo lo sucedido con Fran y aparentemente algo malo pasó y necesito tu ayuda.－ Sama sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, pero esto los ayudaría a todos, no?

－Mira Sama ahora mismo no pue-－ Antes de siquiera poder terminar de hablar, Sama le interrumpió, diciéndole algo que no le agradó para nada.

－Miguel quiere matar a Fran.－

－...¿Qué?－

－Lo que escuchaste Matías, el mismo me lo dijo, y necesito tu ayuda para detenerlo.－ A este punto era engañarlo a Matías o permitir que todo el plan se fuera a la mierda.

Matías no supo que hacer, quedando paralizado en pleno lugar.
Si iba allí ¿Qué fueron esos golpes metálicos que oyó de fondo? Y si decidía ir a revisar dichos sonidos ¿Qué pasaría con Fran?
¿Habría sido engañado o no?

Lo pensó durante unos segundos más antes de contestar.

－Tú ve por Fran, yo revisaré lo más rápido posible aquellos sonidos, si algo sucede, tan solo pega un grito, si?－ No estaba seguro de la decisión que tomó, pero no dejaría que la curiosidad lo matara.

Sama parecía estar congelado, con una cara entre seriedad, nerviosismo y miedo.
Si Miguel se enteraba de esto, era hombre muerto, tenía que pensar en algo rápido antes de que todo se echara a perder.

Antes de que siquiera un sonido saliera de su boca, Matías no esperó más y salió corriendo en dirección al pasillo del refugio.

Lo había arruinado todo.
Sentía una mezcla horrible de emociones, ira, culpa, miedo y desesperación, todas al mismo tiempo causándole un terrible dolor de cabeza.

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Había logrado llegar al final del pasillo a dicha puerta de donde provenían los sonidos metálicos y algún que otro jadeo y golpe seco.
Esto no le dió ni una buena señal.

Retrocedió un poco, para luego echar todo el peso de su cuerpo, golpeando la puerta con su brazo, derribándola para mostrar algo, lo cuál hubiese deseado que fuera solo un sueño.

Su hermano con un caño de metal ensangrentado en la mano, Robalo desmayado en el suelo con varias heridas y delante de él, Salgado con severos moretones y lastimaduras del caño, aún de pie defendiendo a su amigo con las últimas fuerzas que su cuerpo le permitía.

El ruido de la puerta siendo derribada, llamó la atención de ambos, al mismo tiempo que de la radio de Miguel alguien habló.

－¡Miguel! Matías va para allí, por favor haz algo, yo no pude hacer nada... ¡D-de verdad!－ Su voz se notaba temblorosa y preocupada, estaba aterrado de que todo se fuera a la mierda solo por su culpa.

－No te preocupes Sama, yo me encargo de el.－ Dicho eso, tiro la radio al suelo para luego aplastarla con su pie. 

Los hermanos no dijeron una sola palabra, se mantuvieron vários segundos viéndose fijo a los ojos. Miguel, mirando a su hermano como si fuese un desconocido, como si el fuese el enemigo y estuviese en sus manos salvarlos a todos.
Y Matías, viéndolo cómo si no supiese a quién tenía frente a sus ojos, ya no distinguía si esa persona realmente era su hermano, ese hijo de puta que por poco y mata a todos sus amigos, probablemente siendo el una víctima de dicha matanza.
Hasta que Miguel habló.

－No compliques las cosas, Matías. Quítate de mi camino, debo terminar lo que empecé.－

Este comenzó a caminar hacia su hermano lentamente.

－Sobre mi puto cadáver.－

Y así, comenzaría lo que fue el fin de lo que alguna vez fue una hermosa hermandad y amistad.