Pecado IV

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Estaba perdido,

crucé líneas que no debería haber cruzado.

Coldplay- In my place


     El sacerdote estaba profundamente apenado cuando la madre de aquel joven solicitó hablar con él una vez más, después de que había agredido a su hijo, creyó que aquello solo podía significar problemas, y se lo tenía bien merecido por haber reaccionado de modo tan inapropiado ante las provocaciones de alguien desorientado hasta tal punto.

     —Tal vez desee usted que hoy su hijo hable con el Sacerdote Emiliano, él llegó...

     —El lunes de esta semana, en el autobús de las nueve. Lo sé, padre Loyola —avisó la mujer. En serio, ¿cómo se enteraban todos de todo?

     —Pero no deseo que hable con el padre Emiliano —prosiguió ella—, quiero que sea usted. Sorel me ha contado cómo fue la última vez, lo que mi hijo necesita es mano dura, un guía espiritual lleno de fortaleza. No pensaba que un padre tan joven podría ser así, pero me ha probado lo contrario. Usted es una ayuda que cayó del cielo para mi familia. Aquí le dejo a mi hijo —cedió empujando a Sorel hasta él una vez más. Luego, besó una de las manos del sacerdote y se retiró, aunque en esa ocasión esperó desde la acera del frente.

     Aarón se sentía extraño estando de vuelta en la oficina con aquel muchacho cuando ya no había nadie alrededor, el pueblo era un sitio por lo regular tranquilo, el sacerdote Emiliano se había retirado a descansar y los demás feligreses se encaminaban hasta sus hogares, había un marcado silencio y una ininterrumpible calma en todo el templo excepto en la mente del sacerdote.

     —Veo que tu madre insistió en que vinieras—. Inició con voz calma. Sorel estaba concentrado en ese punto en el suelo que solo él podía encontrar. Se rehusaba a hablar con la persona que lo había golpeado—. Lamento mucho haberte lastimado la otra noche. Soy humano y erré. Espero que aceptes mis disculpas y que, con la ayuda de Dios, volvamos a empezar —dijo con sinceridad; sin embargo, el aludido parecía sumido en otra realidad, como si después de la misa hubiera desarrollado el nivel más alto del espectro autista—. No puedo solo sentarme aquí a verte analizar el mosaico, Sorel. ¿Debería retirarme ahora?

     El universitario sabía que no podía acabar tan temprano, su madre esperaba por él, necesitaba unos minutos más en aquella oficina, así que abrió su boca.

     —¿Por qué se siente mejor que las demás personas que acuden a este templo, Aarón?

     —No lo hago... —aseguró sorprendido de que entre todas las cosas que Sorel podría decirle, iniciara con algo así.

     —¿Entonces se siente minimizado? ¿Es por eso que está en esa silla? ¿Para compensar su inferioridad...?

     —¿Esta silla? —preguntó con confusión.

     —Es grande, cómoda, ostentosa... y las personas que lo visitamos debemos sentarnos en esto —señaló su propio asiento—. Nos deja en una posición de inferioridad al estar en un mueble de menor tamaño, incómodo, podría decirse que feo. Así es más fácil intimidar a sus visitantes, ¿no lo cree?

     Aarón miró con atención ambos asientos, luego se puso de pie y salió de la oficina. Sorel pensó que eso había sido todo: lo había hartado, se lo diría a su madre y ella lo correría de casa.

     —Sorel, ¿no vas a venir? —Lo llamó desde afuera. Cuando el joven salió, encontró al sacerdote sentado en las bancas donde las personas escuchaban la misa.— Siéntate aquí a mi lado. Oficialmente, renuncio a la silla cómoda.

Religare I [PecaminoSo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora