Despertó con potentes golpazos en la puerta y el timbre de su tableta sonando sin pausa. Atontado, desenredó las sábanas de su cuerpo y abandonó la comodidad de la cama. Echó un vistazo al exterior, donde el cielo seguía pintado de estrellas multicolor. Bostezando y con los ojos lagrimosos, abrió la puerta. Asomó apenas el rostro por la abertura, ocultando su lamentable aspecto.
—¿Qué ocurre? —exclamó con voz ronca a Setsebi. El consejero tenía los rizos atados en una coleta y la camisa le salía del pantalón.
—Su Alteza, Cearbhall los llama a Su Majestad y a usted a una reunión urgente. Vístase y vaya a la sala de conferencias.
Antes de que pudiera preguntar al respecto, Setsebi se marchó murmurando por la galería. Ike cerró la puerta y se vistió a prisas, tropezando con los pantalones, calzándose los zapatos sin calcetines y colocándose la camisa al revés. Cuando arregló el desastre producto del sueño, se apresuró al lugar que le indicó el consejero. En el camino, se talló los ojos para quitarse las lagañas y aplastó su cabello, que no quiso cooperar con el escaso tiempo de arreglo.
La sala de conferencias estaba custodiada por dos guardias. El príncipe se abrió paso hacia el interior, permitiendo que los guardias cerraran la entrada tras de sí. Cearbhall y su padre lo esperaban de pie junto a la enorme mesa. Sus semblantes contraídos le contagiaron la misma preocupación que reflejaban sus ojos.
—Lamento llamarlos a esta hora. Esto no podía esperar —Cearbhall resopló—. Tomen asiento. Bien... Tengo malas noticias. Muy malas.
—¿Qué sucede? —insistió Ike ante su silencio.
—Zendia y su grupo de nyotanos han atacado un centro de reclutamiento. Se han llevado a cinco soldados del Programa.
La mandíbula por poco no se le soltó del cráneo. La noticia le quitó el sueño que llevaba encima, como si le hubieran lanzando un balde de agua fría. Su padre respiraba por la boca al tiempo que intentaba hablar, pero las palabras le salían en forma de ahogos. Setsebi los observaba despavorido con un dedo suspendido sobre su tableta.
—Eso no es todo —continuó su tío con voz temblorosa—. Discúlpame, Qiang, amigo mío, por no haberte dicho esto antes. Creíamos tener todo controlado, pero nos equivocamos... Hace dos semanas, un soldado del centro en cuestión escapó de las instalaciones. Interrogamos a sus compañeros, pero nadie sabía que planeaba marcharse.
—¿Por qué querría escapar? —se adelantó a su padre, cuyo rostro pálido daba lugar a un rojo intenso.
Cearbhall lo miró fijo, con sus pequeños ojos penetrando en su cabeza confundida. Largó ruidosamente el aire por la nariz antes de responder.
—No lo sé, Ike. Según me informaron, era un soldado destacado, obediente y responsable. Nunca rompió ninguna regla, hasta ahora. Lo que nos lleva a una teoría... —se mantuvieron en silencio, esperando. Ike alzó las cejas—. Creemos que está trabajando con Zendia.
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La Señal de Zendia (Nyota #1)
Fantasy"Zendia conocía las reglas que debía cumplir para que nadie descubriera su naturaleza. Lo sabía desde los seis años y, en dos décadas de vida, jamás las había quebrantado. No hasta aquel día." Durante los últimos ocho años, la vida de los nyotanos...