00. THE PERMAFROST

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⊶⊷⊶⊷❍ 00. El Permafrost❍⊶⊷⊶⊷














𝕳abía nieve, era lo poco que recordaba, no era la gran cosa pues siempre lo había, todo su país estaba cubierto de ella. Pero era invierno, y el aire era aún más frío de lo usual, hacía que sus mejillas se tornaran de un color rosado y la punta de su nariz también; por lo que tenía que compartir la pesada piel de oso con su hermano. Él, rubio como su padre; y ella, pelirroja como su madre.

— Estamos lejos de casa, no creo que volvamos

Kendra temblaba de frío.

— Papá dijo que vamos a un palacio, seguro hay mucha comida ahí.

— Pero solo tú eres Grisha Kendra, solo tú puedes quedarte

Dijo con desilusión. Su hermana tomó su mano bajo la piel de oso.

— No puedes dejarme sola, papá se molestaría ¿Lo prometes?

— Pero tú eres la mayor

— Solo promételo

— Te lo prometo, Kenny

Cuando se pusieron en marcha la mañana siguiente, Kendra supo que algo estaba mal, había un ruido extraño, resonaba en sus oídos sin parar y su madre tomaba su mano con más fuerza de lo normal. Cuando los inferni destrozaron la aldea y descubrieron que ella era uno de ellos, sus padres tomaron a sus dos hijos y comenzaron su travesía.

Su madre le recordaba a diario lo mucho que la amaba, pero le recordaba también, que en Ravka la querían mucho más; que sería incluso alabada ahí, y que no importara lo que pasará, ella debía llegar a un lugar llamado Os Alta. Prefería entregar a su hija ella misma a no poder despedirse de ella, les habían dicho que la familia de un Grisha nunca pasaba apuros, tal vez podrían quedarse en Ravka.

Su padre, que iba al frente, les ordenó que pararan, con tan solo una seña del hombre, todos se quedaron inmóviles.

Su madre se quitó el anillo de rubí del dedo, y sin decir nada lo envolvió en la mano de su hija; ante los ojos de su hijo menor. Hubo silencio, por un momento hasta que volvieron a seguir. Pero ese sonido en sus oídos seguía ahí.

— ¿Papá?

— Sigan adelante, iremos detrás de       ustedes... Matthias, cuida de tu  hermana

El niño rubio, aunque era dos años menor asintió, en Fjerda pensaban que no importará en qué circunstancias, un hombre siempre era más fuerte. Asustado, tomó la mano de la pelirroja, pues, aunque era menor que ella, era más alto; se adelantaron unos pasos, Kendra volteo hacia atrás, vio a su madre sonreírle.

𝕸𝖔𝖎 𝕯𝖚𝖘𝖍𝖆 II Lantsov x Morozova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora