Pista en un deseo.

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9 de la mañana. Esa hora marcaba el reloj electrónico en el lado de Hange.


La excomandante y ______ fueron citadas pasado el mediodía por haber estado hasta tarde la noche anterior, por lo que se tomaron con calma levantarse, con la condición de que trabajarían hasta un poco más tarde de lo que acostumbraban, condición que lindo jefe Levi les indicó.



La cuatro-ojos se levantó de la cama matrimonial, no sin antes quejarse porque el sol decidió joderle el bonito sueño de sus recuerdos, porque la ventana no la había cerrado con totalidad a lo que llegaron tarde a casa.



—¡Agh, señor Sol! Ugh...—Lentamente se fue sentando en la cama, cubriendo su cuerpo semi desnudo, miró a su lado y vio el otro lado de la cama vacío, lo cual le hizo hacer un pequeño mohín en su rostro, porque esperaba verlo al despertar. — ¿Erwin? ¿Estás por ahí?


Como por arte de magia, el socio del hotel Ackerman aparece con dos tazas de café en ambas manos, sin mencionar que el hombre era más que seguro de sí mismo debido a que solo usaba sus bóxers que Hange le había regalado para una Navidad, con tallaje perfecto.



—Buenos días. ¿Qué tal la resaca? Dudo que lo tengas, dormiste como un bebé anoche. —Pregunta mientras le entregaba una taza y se sentaba a su lado de la cama, no sin antes darle un beso en su mejilla. —No me diste ni la oportunidad de darte las buenas noches.



—Sé que si me las hubieras dado ni siquiera hubiésemos pestañeado durante la noche. ¿Crees que no te conozco, Smith? —Responde Hange acercándose a besar a su pareja. —¿También puedes llegar tarde hoy?



—Sí, tengo algo de trabajo, pero es de forma remota así que no tengo por qué salir, así que no te preocupes, yo me encargaré de la casa hoy, te esperaré con la cena hecha.



Ella asintió, mirándole con suma ternura, llevando una mano propia hasta la mejilla de Erwin, acariciándole con gentileza, a lo que él responde tomando la misma y besando su palma. En serio, Hange se levantaba agradeciendo a la fuerza mística que los trajo a la vida, y a su amiga quien estaba en medio de la misión de ser feliz con Levi. No se arrepentía para nada tener de nuevo su corazón latiente para ser testigo de los bellos ojos de su pareja. Como Erwin agradecía que estaba en una vida más "normal" con quien batalló a su lado y le dio sus mejores momentos fuera del campo de batalla.



—¿Qué quieres desayunar hoy? —Preguntó él, comenzando a acariciar la mejilla ajena también.



Hange miró al rubio desde los pies, paseando su mirada lentamente hasta sus muslos, un poco más arriba, hasta llegar al regalo de navidad pasada. Luego subió hasta su rostro y sonrió, de una forma retorcida. Erwin entendió de inmediato su intención, haciendo desaparecer su sonrisa para profundizar su mirada ante la fémina, quitándole lentamente la taza de sus manos y dejando ambas en la mesa de noche.



Un beso de parte de Hange fue lo que detonó que ambos se recostaran en la cama desordenada, con Erwin encima de ella, aprisionando sus manos con solo una propia, sin despegarse de su rostro, pues los labios de la excomandante atrapaban a la perfección los del excomandante, sabía exactamente la forma en que esos belfos debían ser atrapados para que no se separara. El brazo de Erwin rodeaba la cintura de Hange, mientras que ella acariciaba con total libertad la fornida espalda del hombre que desataba sus pasiones más íntimas. Era totalmente maravilloso la forma en que expresaban su amor sin miedo, sin tapujos, sin tener miedo de nada.



Todo iba viento en popa, todo iba perfecto, sin embargo... tal y como el día se levantaba, las responsabilidades no tenían por qué tocar su puerta, ni su cama sin previo aviso. El tono de llamada del celular de Erwin fue lo que detuvo el beso, ambos asustándose por el repentino ruido que arruinaba toda la atmósfera. Ambos miraron hacia el aparato en la mesa de noche en el lado de Erwin, exaltados, tratando de recuperar algo de aire.

Reencarnación | LevixReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora