Capítulo 5

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-Ya esta desenredado mi lady -susurra Diana acariciando mi cabellera.

-Gracias Diana -digo en medio de un bostezo

-No hay de que señorita -me sonríe a través del espejo-, bueno ya es hora de dormir.

-Si.

-Buenas noches mi Lady -dice desde la puerta.

-Buenas noches Diana.

Siento la puerta cerrarse.

Hoy si que fue un día muy agotador y eso que estuve con Dylan, Lyan y Aysel, pero mañana regresarán a la academia, bueno solo Lyan y Aysel, Dylan entrará el otro año. Lekey no fue a la misma academia que ellos sino a otra.

Bien repasemos un poco antes de dormir, ¿cómo comenzaba la novela?, ya me olvidé. ¡Un momento!, o sea puede que olvidé los recuerdos de mi anterior vida, si los olvidó también olvidaré la novela.

Corro a buscar el diario.

Lo anotaré, más bien se el idioma y también escribirlo gracias a Lekey, bien empezemos.

¡Concentraté Lekey!, espera yo no me llamó Lekey, era "Ji-Hye".

Recuerdo perfectamente que mi nombre era Ji-Hye. Nací en una familia común, tenía un hermano menor quien tenía toda la atención y consideración de mis padres. Nació cuando cumplí 7 años, me encariñe mucho con él y decidí estar siempre a su lado, ayudarlo y protegerlo. Mis padres también lo querían mucho y se olvidaron de que tenían otra hija, al principio lo tomé bien porque era un bebé y tenían que se muy atentos con él, pero cuando cumplí los 13 años mis padres me obligaron a atender a mi hermano, pensé que era como un ángel pero era un monstruo, dejó de hacer sus deberes y siempre me culpaba a mí, mis padres dijieron que yo tenía que hacer sus tareas al igual que las mías. Al final cuando cumplí los 17 años era prácticamente la sirvienta de mi hermano, siempre hacía sus deberes, tareas, hasta manualidades y por eso sacaba buena nota, y yo tampoco descuidé de estudios solo estaba tan cansada que hasta llegué al hospital, pero mis padres no le dieron importancia.

Cuando salí de la secundaria pensé que sería libre porque trabajaría para mí misma, pero mis padres decidieron que me ayudarían con la universidad, después de que salga y consiga un empleo todo mi dinero sería para mi hermano. Sin embargo cuando mi hermano salgá de la secundaria, él podría decidir si continuaba con sus estudios o no, daba igual lo que decidiera, todo sería para él, claramente esto era totalmente injusto, yo también era su hija, ¿por qué me hacían esto?, ¿los padres no deberían querer a todos los hijos por igual?, desde que cumplí los 13 años hice todo lo que me pidieron y ahora solo pidó un poco de apoyo, pero nunca me lo dieron.

Al final decidí no estudiar, sino estudiaba ellos me dejarían en paz. Ese día que por fin pude negarme a sus absurdas exigencias, mi madre me golpeó hasta que mi padre y mi hermano me echaron como basura. Mi madre solo me dió unas cuantas ropas y poco dinero, declararon que ya no era su hija, sino una basura que no podría ser reciclada. No tienen una idea de lo que me dolieron esas palabras, incluso más que los golpes. Yo siempre los amé, nunca reclamé nada, solo quería que estén orgullosos de mí, al final nunca lo obtuve, me veían como una máquina que podía ser utilizada o desechada, al final terminaron desechandome.

Luego de eso, decidí empezar nuevamente, enterrar los recuerdos dolorosos y comenzar una nueva vida.

Iba por toda la ciudad buscando trabajo, hasta que entre aún edificio, necesitaban una secretaria, así que me ofrecí y me aceptaron, tenía un buen salario y estaba feliz, pero el trabajo era muy duro, me recordaba esos días que hacía las tareas de mi hermano, una pesadilla, pero aún así seguí trabajando porque necesitaba el dinero, me ayudaba a pagar la renta y muchas cosas. Desde que cumplí los 18 años trabajé sin parar hasta mis 24 años de edad. Mis compañeros de trabajo siempre decían que mi jefe se aprovechaba de mí porque me otorgaba el trabajo más pesado, pero no reclamé, porque soy una conformista, porque yo jamás reclamó y no tengo el valor de hacer eso, así era yo.

Un día salí muy tarde del trabajo y ví a mi hermano después de 6 años, él me reconoció, yo quisé evitarlo pero él empezó a seguirme, me dijo que nuestros padres estaban bien, en ese momento pensé que diría que ellos se arrepentían, pero dijo lo contrario, que ellos ni se acordaban de mí, que si me volverían a ver jamás me hablarían y que no se arrepienten de nada. Hasta él me dijo que no quería hablarme pero lo hizó porque quería saber cuan patética era. Yo corrí para ya no escuchar más, pero al final me alcanzó y me dijo que si nos volvemos a encontrar finja que no le conozco, que siguiera con mi patética vida, se fue riendo como un loco gritando que era una fracasada.

A pesar de los años que pasaron, su indiferencia hacía mi persona seguía calando en lo más profundo, lloré y lloré mucho, quería que ellos me recordarán, que me amen, pero no, ¿qué hice mal?

Pasaron 3 meses del encuentro con mi hermano, jamás lo volví a ver, ni tampoco quería verlo, decidí olvidar mi niñez tanto como mi adolescencia porque era una carga emocional, la cual no estaba dispuesta a cargar, y menos en esta época donde la soledad duele mucho más, era Navidad, estaba bien, al final de todo, tenía vacaciones. Estaba un poco aburrida, era normal en una persona como yo tan acostumbrada al trabajo.

Decidí relajarme y leer un rato, estaban promocionando novelas de acción, romance y misterio, una de esas llamo mi atención, "La flor atrapada", y así decidí mi lectura navideña.


Salvaré a las personas que a la Villana jamás le importó...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora