CAPÍTULO 3 Éramos tres

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Nos empezamos a desvestir y Benedict se puso un pijama de satén, Javi y yo nos dejamos lo justo. Me metí en la cama. A mi lado estaba Javi. Empezó a acercarse a mi cuerpo y me pasó la mano por el abdomen. Me giré y nos miramos fijamente. En un segundo ya estábamos besándonos. Benedict empezó a meterle la mano por debajo de la ropa interior. Llevaba un bóxer blanco, de Calvin Klein y se transparentaba la erección que yo mismo había provocado. Me coloqué encima de Javi y mientras Benedict le tocaba, yo lamía su marcado abdomen hasta llegar a su cuello y terminando en su boca. Me di cuenta de que le ponía muy cachondo que le comiese el cuello, así que no paré de hacerlo. Benedict besaba a Javi y yo me alejaba cada vez más de su cuello para acercarme a su paquete. Empecé a pasar la lengua por su dura polla y la saqué por el bóxer. Cerré los ojos y me la metí en la boca, empecé a salivar y cada vez me entraba más al fondo de la garganta. Me estaba encantando mamársela. Le miraba a los ojos y veía como mordía el labio de Benedict. Dejaba libres mis manos y las pasaba por los lados de su torso, le estaba encantando, lo notaba. No pude silenciar mis pensamientos y me abalancé sobre su boca dejando vía libre a Benedict para que se hiciese con su miembro. Le comía la boca y me escapaba para morder el lóbulo de su oreja.

               Me quité la poca ropa que me quedaba y la lancé sin miedo alguno contra el espejo que teníamos a nuestra derecha. Agarré a Javi de la cintura y lo puse encima de mí, yo estaba sentado en un borde de la cama mientras veía el reflejo de todo aquello que estaba pasando. Le introduje mi pene a Javi. Joder, tiene el culo durísimo. Me di cuenta de que Benedict estaba desesperado por entrar en el juego, le susurré al oído – Cómele los huevos.

Veía el reflejo de mis piernas tambaleándose por el placer que me causaban las caderas de Javi moviéndose a un ritmo incontrolable. Tuve que parar, me iba a correr. Saqué mi miembro y me puse de rodillas en aquel frío suelo. Empecé a succionar el glande de Benedict y con mis manos amasaba sus nalgas. Abrió un cajón y como por arte de magia sacó un lubricante acompañado de un aceite para masajes.

El juego dejó de ser un juego, para convertirse en la mejor noche de mi vida. Benedict apartó mi cabeza y me dijo que me tumbase en la cama. Estaba boca arriba, con el pene erecto todavía, vinieron esos dos hombres hacia mí. Mientras que se acercaban mi piel se erizaba. Javi me puso sus grandes manos alrededor del cuello y comenzó a apretar. Mientras me besaba sentía que me faltaba el aire, quizás era por el placer que me estaba causando la felación de Benedict, o por la presión que tenía en el cuello.

Benedict no paraba de estimularme usando el lubricante, yo deslizaba mis manos por el cuerpo de Javi, me resbalaba todo por el aceite. El olor a sexo, al aceite de coco, a nuestras exhalaciones, a sus perfumes y al mío. Fue el culmen perfecto. Me corrí en la boca de Benedict mientras él hacía lo mismo masturbándose. Javi consiguió terminar con nuestra ayuda.

Todo terminó, en realidad deseaba que esa noche nuncase acabara. Caímos rendidos, los tres, en aquella cama.

Aleix y los demásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora