Min Yoongi: Reacciones [Pedidos Cerrados]

》One shot: Skool luv affair (18+)

Advertencia: Contenido explícito. En este capítulo no están saliendo y es narrado por Yoongi.

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Todos los días en el colegio al entrar al aula de clases, podía sentir su mirada sobre mí. ¿O acaso era el deseo?

Tal vez ella no estaba mirándome y yo solo estaba imaginando cosas. Mi subconsciente quiere creer que ella quiere algo conmigo, pero me encuentro en una encrucijada con cualquiera de las dos opciones. Si son solo cosas mías, me estoy obsesionando con alguien que no me conviene, y la gente pensaría que soy un enfermo si supieran lo que me sucede; aunque si de verdad le atraigo, voy a resistirme pero terminar cediendo en algún momento, y es peor, porque no me estaría involucrando con cualquier chica, sino con una de mis alumnas.

La observaba todos los días. Durante el receso la buscaba inconscientemente con la mirada, como una costumbre cuando me ponía los lentes, mientras calificaba exámenes en una de las mesas de la cafetería. La miraba como dos segundos y luego volvía a lo mío, convenciéndome de que solo se trataba de una fijación por la tensión que sentía entre ambos. Podía ser tensión entre ella y yo, o podía ser solo deseo de parte mía; de cualquier forma no era nada bueno.

Durante las clases no le quitaba la mirada de encima mientras mis alumnos intentaban resolver los problemas de matemáticas que escribía en la pizarra. A veces lo utilizaba como excusa para observarla.

Ay, mi Han Audrey. Esa niña me metería en problemas... pero no podía evitarlo. Los literatos me la describirían como una ninfa, y la realidad para mí no podía ser más acertada. Desde que me fijé en ella, la he deseado, aunque los detalles en sus gestos fueron los que terminaron por obsesionarme. Me encantaba cómo se sentaba, con las piernas cruzadas, una encima de la otra, descubiertas por la falda corta del uniforme. Además, ella tenía esa particularidad de morderse los labios de vez en vez y con algo de orgullo; sus gestos sutiles y elegantes con sus manos cuando tocaba su rostro o su cabello, o cuando aplicaba gel antibacterial en sus manos y los masajeaba con una delicadeza, y hasta podría decir que con morbo que yo no podía evitar tragar saliva y rogar a alguna fuerza superior por acabar con ese deseo lujurioso que invadía mis pensamientos y despertaba mi curiosidad, entre otras cosas que también se me despertaban.

Pero ese espectáculo de mi niña duraba poco, porque no por nada era una de mis mejores estudiantes. No había problema matemático que no resolviera en menos de dos minutos. A veces me preguntaba si era igual de aplicada en otras materias, y si los demás profesores la miraban igual que yo. Internamente esperaba que no. Quería ser el único, porque de no ser porque me considero una persona decente, ya hubiera recurrido a métodos que me llevarían a la cárcel, y quién sabe, tal vez es lo que otro que le pusiera los ojos encima haría con mi niña.

– Terminé – dijo ella, alzando la mano, y me di cuenta de que todo ese tiempo la había estado mirando. ¿Se había dado cuenta?

– Um... bien, bien... entonces venga para que le revise.

Ella sonrió orgullosa y se levantó de su asiento con su cuaderno y se acercó a mi escritorio. Tan pronto como estuvo frente a la mesa, pude percibir el aroma de su perfume, y algo dentro de mí gritaba que me excusara y saliera con ella del aula para arrimarla contra la pared detrás del edificio y besarla a la fuerza hasta que ella cediera y me confirmara que también me deseaba.

Sin embargo, sentía eso todas las veces que ella se acercaba al escritorio, así que no fue sorpresa y ya había aprendido a controlarme. Es más, era como una rutina entre los dos (aunque ella no lo supiera); yo la llamaba, ella se acercaba, yo aspiraba su perfume mientras revisaba su cuaderno, y luego ella regresaba a su asiento mientras yo la observaba, inmediatamente apartando la vista una vez que ella se había sentado.