Capítulo 9:

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El tono en que Daphne escupió las palabras, tan afilado y cortante como una cuchilla recién pulida sobre una piedra, dejó a Luca Lee petrificado.

Dorian, de pie a unos pasos de ella, parecía inclinado a la misma reacción que el ex-agente; ambos cruzaron miradas durante una fracción de segundos compartiendo así el mismo sentimiento.

Habían cometido un claro error al invitar a Elena a la cena de bienvenida.

El ambiente comenzaba a escalar, volviéndose cada vez más hostil y caldeado, como si el mismísimo infierno intentase deslizarse a la tierra a través del piso y las paredes del penthouse.

Pero para ser honesto, a esas alturas ya nada les sorprendería, ni siquiera que el mismísimo lucifer asomara su cabeza por el balcón. Ellos ya estaban más allá de todo.

Y sin embargo, tanto el chico de mirada tormentosa como el millonario, guardaban gran temor en sus corazones ante la idea de que la situación escalara a mayores, sin tener la más pálida idea de que demonios hacer para detenerlo.

—Bueno, ahora que el asunto está zanjado y nos quedamos sin pelos en la lengua—comenzó a decir Margarita, disipando la bruma del ambiente con su tono jovial y alegre—, será mejor que llenemos nuestras bocas con comida.

Tanto Daphne como Elena volvieron sus rostros hacia la alegre anciana, quien parecía ser la única con el ímpetu de estar en una fiesta.

Aun así, y como suele ocurrir en muchas ocasiones, ese carisma y la alegría de esa amable mujer llenaron la habitación, contagiando a todos los presentes, incluidas Daphne y Elena.

>—Si no recuerdo mal, ambas disfrutan de las cosas dulces—comenzó a decir la anciana con mirada dulce, mientras se aproximaba a la mesa y tomaba dos porciones de torta.

Sin demorarse ni un segundo, ella colocó la comida en las manos de ambas mujeres, quienes comenzaron a comer con entusiasmo.

—Es delicioso, Margarita—dijo con modestia Elena.

—Tienes razón, esta increíble... me recuerda a algo que probé una vez cuando era niña—comenzó a decir Daphne, saboreando cada bocado con deleite—. Pero creo que eso estaba frio.

—¿No será una torta helada de chocolate y crema?—preguntó Elena, volviendo su rostro hacia la mujer de cabello nocturno.

Daphne degustó en su paladar la porción un par de veces, antes de responder a la mujer que no estaba segura.

Así y sin darse cuenta, ambas mujeres comenzaron a entablar una conversación, la cual las llevó muy lejos de su propias realidades tristes y oscuras.

—¿Torta muchacho?—ofreció Margarita, avanzando hacia Dorian, quien observaba la situación pasmado y algo aturdido.

—Ni se te ocurra probar un bocado—susurro Luca, apareciendo de manera repentina junto a ellos, mientras observaba la porción que Margarita le ofrece al millonario—¿Qué clase de droga tiene?

Margarita sonrió, feliz mientras lanzaba una mirada sobre su hombro hacia el lugar donde ambas damas dialogaban pacíficamente.

—Debo admitir que utilice un ingrediente secreto, muchachos—susurró la anciana, logrando que la atención de Luca y Dorian se centrara en ella, mientras se inclinaba levemente hacia adelante para oír su secreto—.Fue hecho con amor.

Dorian sonrió ampliamente, mientras observaba a la anciana ante él, pero fue Luca quien bufó y rodó sus ojos.

>—¿Que ocurre, muchacho, acaso no me crees?—.

—Me resulta imposible creer que el amor tiene algo que ver aquí—respondió Luca, arrastrando su lengua afilada.

—Muchacho, el amor está detrás de todas las cosas buenas—comenzó a decir la anciana—. Este se esconde en cada gesto pequeño, como un abrazo, una caricia, incluso una despedida, aunque esta no se escuche como tal.

Besos de Medianoche 3: GravedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora