Llevaban casi un día entero caminando. Habían descansado un par de veces, pero ahora seguían caminando y hacía tiempo que no paraban.El bosque era cada vez más espeso y los árboles más altos, por lo que la luz apenas penetraba en el interior. A veces era difícil ver si ya oscurecía, o si simplemente los árboles iban espesando.
Álex se orientaba bastante bien en el bosque. Parecía que siempre sabía por dónde ir. "En dirección al norte" decía.
A veces a Lillity se le olvidaba qué iban a hacer. Y cuando lo recordaba tenía que ralentizar el paso. El mundo se le caía encima.
Era increíble en el poco tiempo que había pasado, todo lo que había ocurrido. Lillity necesitaba respuestas que respondieran a sus preguntas.
Empezó a oscurecer y Álex se desvió un poco de su camino para encontrar lugar donde dormir. Era su primera noche en el bosque.
Encontraron un lugar donde los árboles dejaban espacio, donde la tierra era llana. Era un lugar bien grande y había troncos situados a lo largo de éste, como si fueran asientos. Y, al final de ellos, como por arte de magia, las ramas y las raíces de los árboles se unían, formando un trono.
Álex dejó su mochila encima de un tronco y ayudó a Lillity a sentarse en él.
- Voy a por leña. Vuelvo en un momento.
Y, dicho esto, desapareció entre los árboles. Lillity se levantó con cautela y caminó hacia el gran trono. Cuando estuvo cerca pudo examinarlo bien, era mucho más majestuoso de lo que parecía.
El respaldo de la silla y los posa brazos se unían en espiral para formar toda la silla. Era algo mágico.
Se fijó en que, en el respaldo, al juntarse las ramas formaban una figura en especial: una flor de cinco pétalos. La misma flor que vio en el libro de Fimnis y la misma que Álex llevaba tatuada en la muñeca.
Se acercó hasta ella para examinarla y la tocó con la yema de los dedos. Entonces, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y sus ojos se nublaron. Unas imágenes pasaban por su mente. No eran recuerdos, ella no los había vivido.
Las imágenes le mostraban el mismo lugar donde ella estaba. Pero era diferente: allí había flores por todos lados y unas personas estaban sentadas en los troncos. Personas, se fijó, bastante claras de piel y con las orejas estiradas y acabadas en punta. Todos conversaban y reían, pero en un momento callaron. Alguien entró de dentro de los árboles. Una criatura bellísima, una mujer, con los cabellos dorados y unos ojos azules, del color del mar. Llevaba una corona de flores, y su vestido, de seda transparente que le caía desde los hombros. Y sobretodo, detrás de ella, unas alas enormes salían de su espalda.
Lillity creyó reconocerla: Calihax, la ninfa del bosque.
Cuando ella entró y se colocó delante del trono, que estaba decorado con flores, todos gritaron y aplaudieron. En los ojos de todos aquellos habitantes había felicidad.
- ¡Eh, Lillity! -sintió como la llamaban.
De pronto abrió los ojos y vio que se encontraba en el suelo. Se había desmayado, probablemente.
- ¿Estás bien? -preguntó Álex, que la rodeó con sus brazos y la ayudó a levantarse.- Hace mucho que no comemos. Vamos, encenderé la hoguera.
Lillity se sentó al lado del fuego y se tapó con una manta. Hacía mucho frío allí.
Álex trajo la comida y la puso al lado del fuego para que se calentara, y se sentó a su lado.
- ¿Estás bien? -preguntó el chico. Lillity pensó en si se podía estar bien cuando en pocos días sería víctima de los ombríos. Tenía miedo, mucho miedo. Tenía un dolor en el pecho que no podía soportar, y la cabeza cada vez le daba más vueltas.
- Álex... Yo... - pero no pudo hablar más. Las lágrimas por fin habían roto esa barrera que tanto le había costado aguantar. Álex la abrazó y le acarició el pelo. Lillity suspiró y dejó de llorar. Se secó la cara con sus manos. - Lo siento. -dijo a Álex. Él la volvió a abrazar y esta vez Lillity apoyó su cabeza en el pecho del chico.- Es que todo esto.. No sé... Ni siquiera sé por qué estoy aquí...
- Escucha, Lillity. Tenía miedo de decírtelo pero es mejor que lo haga. No voy a llevarte a Tenuris. -los ojos de Lillity se abrieron como platos.- En la periferia del bosque hay una cabaña. Puedes quedarte ahí hasta que pasen un par de días y te hayan olvidado. Después podrás volver. -a Lillity le pareció buena idea, pero ella no quería volver allí. Ella quería volver a su casa.
- Pero... ¿Qué pasará con la aldea? Dijisteis que irían a por mí y...
- No te preocupes. Está todo controlado.
Y Lillity entendió que no debía hacer más preguntas. Entonces, la chica se sentó, quedándose de cara a él.
- Gracias, Álex. Me has ayudado. Sin ti... sin ti estaría muerta.
- No, Lillity. No me las des. Es mi padre quien te ha condenado. Era lo mínimo que podía hacer por ti.
- Pero, todo esto... ¿Por qué? Yo... Yo a ti no te he dado nada. Y tu lo has dejado todo para ayudarme.
- Eres especial Lillity- dijo Álex, posando su mano sobre la mejilla de Lillity. - No eres como los demás. Y...
Entonces no habló más. Sino que se acercó lentamente hasta que las narices de los dos se rozaron. Y muy, muy lentamente, se besaron. Fue un beso suave y delicado, pero Lillity notó como ese sentimiento en el pecho de ansiedad desaparecía para dar paso a otro, a otro mucho más agradable.
Las cosas habían cambiado, pero, por fin, habían cambiado a mejor.
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La música de la noche
ФэнтезиSabe lo que puede hacer. Sabe que la persiguen. Sabe que tiene que huir. Pero no sabe quien es, ni de donde viene. Aunque, pronto, va a descubrirlo. La persiguen. Es diferente. Puede hacer cosas que ni siquiera llega a imaginar ni controlar. Por e...