Capítulo 16

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Lillity seguía en las garras de aquel animal. Todavía gritaba, y cada vez estaban más cerca de Tenuris.

- ¡Rosky! ¡Chambers! -oyó como gritaba Álex.

El chico estaba corriendo, unos cuantos metros bajo ella. Pero, en un instante, el pájaro soltó un chirrido que sordó a Lillity, y descendieron unos cuantos metros. Lillity notó como un líquido espeso le cubría la espalda. Al girarse, clavándose más las garras, vio como lo que parecía ser una flecha se había clavado en la barriga del animal, expulsando un líquido negro y espeso.

Lillity volvió a mirar abajo. Álex no estaba solo, sino que había un chico y una chica más. La chica llevaba un carcaj en la espalda, y un arco en la mano.

Volvió a disparar al pájaro que la sostenía, y no falló. Pero la flecha se clavó tan cerca que casi podría haberla alcanzado. El otro chico también lanzaba flechas, pero a los otros dos pájaros que volaban cerca de ellos.

Esta vez, el animal descendió todavía más. Sólo faltó otro flechazo en el lateral de la cabeza para que el pájaro cayera en el bosque. Lillity se levantó como pudo, tenía marcas por toda la espalda y barriga, y estaba manchada de un líquido negro que le cubría la espalda. Empezó a caminar rápido, intentando no tropezar con las raíces que sobresalían del suelo.

- ¡Lillity! -oyó como la llamaban.

Unas manos la sujetaron por la espalda. Era Álex.

- Álex... -dijo Lillity. No sabía qué pensar de todo aquello.

Lillity caminó dos pasos atrás, alejándose del chico.

- Venga, Lillity. Ya lo has visto, sólo queremos protegerte.

- Sois ombríos. Queréis llevarme a Tenuris... ¡Os escuché antes! -gritó Lillity.

- Pero somos diferentes. Y no, no es así. Podríamos haber dejado que te cogieran, pero te hemos salvado. -dijo Álex, cogiéndola de la mano. Lillity se dejó.

- ¿Entonces...? -preguntó Lillity, débilmente.

Álex la miró, y vio que iba muy sucia. Estaba débil, y necesitaba descansar.

- Ven, vamos.

Álex la llevó por el bosque un buen rato. Iban a paso lento, y de vez en cuando se paraban y miraban al cielo, para asegurarse de que nadie los veía.

Ahora, el bosque le parecía diferente. Oía ruidos, chirridos pequeños, cantos de pájaros que nunca se había parado a escuchar. Había veces en que le parecía que alguien la estaba observando, pero al girarse no había nada.

Llegaron a un lugar donde Lillity ya había estado antes. Un pequeño claro, con los troncos tumbados y en fila, y el trono al final del pasillo. Ya había estado aquí antes, con Álex.

Se acercaron al árbol, y Álex tocó la pequeña marca grabada en el trono, la marca de una flor de cinco pétalos que Lillity ya había visto antes. Entonces, la flor emitió luz por un momento. Y las raíces del árbol empezaron a moverse, haciendo como un hueco en el suelo, un túnel que conducía dentro del tronco. Hale metió los dos pies dentro, y tendió la mano a Lillity para que le siguiera. Los dos entraron en el túnel, a oscuras. Pero Álex cogió algo enganchado en la pared, y con sólo su tacto, la antorcha se encendió con un fuego violeta.

La luz bastó para iluminar todo el pasillo cavado bajo tierra. Álex se giró para asegurarse de que Lillity le seguía, y empezaron a caminar. Algunas raíces se colaban por el techo del túnel, haciendo que se tuvieran que agachar en varias ocasiones.

Iban caminando cuando Álex apagó la antorcha y la dejó otra vez en la pared.

- Ya no nos hará falta.

Siguieron caminando, y cuando Lillity vio que entraba luz al final del túnel, supo que ya llegaban. Y salieron del túnel.

Lillity no podía creer lo que veía: habían entrado en una especie de jardín gigante, lleno de árboles y de flores, de pájaros exóticos y animales que nunca había visto. Pero sobretodo, había mucha, mucha luz. Y también había personas. Mucha gente que la miraba con cara de asombro, de sorpresa o de extrañeza. Pero toda la gente, todos eran ombríos.

Todos tenían el pelo oscuro, y sus ropas eran negras.

- Ven. -dijo Álex, tirando de su mano.

El chico la llevaba por el jardín, por una hilera de casas, muy parecidas a la cabaña del oráculo.

- ¿Cómo puede estar esto bajo tierra? -preguntó Lillity.

- Magia.-respondió Álex con una sonrisa.

Pararon un momento. Con la mano que Álex tenía libre, lanzó una pequeña chispa de fuego al cielo. La chispa subió, pero al llegar a una altura, chocó contra algo, como un cristal transparente.

- Eso nos protege. Nadie sabe que estamos aquí.

Álex se paró delante de una casa, igual que las demás. Entró, e invitó a entrar a Lillity.
Todos los muebles eran de madera. Pero estos eran más grandes que los de la casa del oráculo.

- Siéntate. Debes comer algo. -le dijo Álex, y ella obedeció, sentándose en el sofá.

El chico se metió en la cocina, que estaba justo delante del sofá, así que podía ver a Álex.

- Álex. Eres... Ombrío. -dijo Lillity. Le costó mucho pronunciar esas palabras, pero la chica ya lo sabia de hacía tiempo, y aunque podía haber sonado como una pregunta, no lo era.

- Sí. Pero... No soy como los demás. -dijo, y se giró de cara a Lillity. - No somos como los demás. Somos lúnios convertidos en ombríos a traición. Somos la rebelión.

- ¿Os escapasteis de Tenuris?

- Sí, más o menos. Yo todavía era un niño. Pero Vlarj, el hermano de Oro fue convertido a traición y no rendía sumisión al rey. Así que robó el Cristal del Cielo Eterno y creó todo esto con él.

- Vaya. Entonces, ¿Cómo viven los ombríos?

- Viven no es la palabra adecuada para este caso. Se alimentan de lo que tienen. Pero pronto irán al sur. Y al bosque. Y arrasarán con todo de una vez. Y hay que impedirlo.

- ¿Cuando?

- Cuando las últimas hojas de Arbor Magmam caigan.

- Así que se refería a eso... Él dijo que cuando aus últimas hojas cayesen, todas las estrellas se apagarían.

- Eso es. Todas las estrellas. Todo lo que emite luz, se apagará. Y se convertirá en oscuridad.

Un ruido sobresaltó a Álex. Alguien había entrado en la casa.

- Hola, Lillity. Cuánto tiempo.

Cuando Lillity se giró pudo ver de quién se trataba. Era Albert. Y, a su lado, Sonia.
Algo surgió en la mente de Lillity. El recuerdo de aquellas personas, sus pensamientos dispersos y confundidos, sentimientos de traición; pero algo también, alguna conexión con su mundo, el mundo que había dejado atrás.
Las palabras no surgieron de su boca. Tampoco tenía nada que decir.

- Ha pasado tiempo... Desde nuestra última vez. -dijo Albert, acercándose a la chica.

- Si. -dijo Lillity, tartamudeando.

Los dos caminaron y se acercaron a Álex. Hablaron en una lengua que Lillity no conocía ni había oído jamás. Cuando acabaron su conversación, los tres miraron a Lillity, que estaba sentada en el sillón. Ella también los miraba.

- Escucha, Lillity. -dijo Sonia, poniéndose delante de ella. - Sé que no tienes buenos recuerdos de nosotros. Pero estamos del mismo lado. Fui a tu mundo para buscarte. Me llevó mucho tiempo, pero, al final lo conseguí. No tengas miedo.  Las dos queremos lo mismo. Acabar con Oro. Pero todos te necesitamos.

- No comprendo por qué. -dijo Lillity.

Los tres se miraron y volvieron a mirar a Lillity. Álex se sentó a su lado, cautelosamente, y le cogió la mano.

- Lillity. -dijo Sonia, delante de ella. - Ya es hora de que sepas la verdad.

La música de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora