Pasaron las semanas y Lillity entrenó con Alex sus poderes.
Había una gran casa en Los Cinco Pétalos donde la mayoría de los habitantes se entrenaban para el combate. Según ellos "la batalla estaba cerca".
Lillity iba mejorando sus capacidades, capacidades que ni ella misma sabía que tenía. Descubrió que, dejando la mente en blanco y después centrándose en sus acciones podía llegar a hacer cosas increíbles.
Rosky le enseñó a usar un arco y a disparar flechas, pero todavía le faltaba práctica.
Al principio movía objetos, pero después empezó a controlar su fuego; un fuego que le recordaba aquella noche en la fiesta del gimnasio, cuando todo empezó a desmoronarse.- Para crear fuego debes pensar en el sol y centrarte en el color del tu aura. -le decía Alex.
- ¿Y qué color tiene mi fuego? -preguntaba Lillity, aunque ya sabía la respuesta. Sólo quería que Alex se la contestara y que le confirmara lo que ella se negaba a creer.
- Violeta. -dijo. - Tus padres debían ser ombríos. Por eso eres tan poderosa, los ombríos no pueden tener hijos.
Llility seguía entrenando y ponía mucho empeño en ello, pero sabía que ella no servía para el combate.
Allí todos tenían poderes, pero eran débiles y tenían miedo a usarlos.
Después de algunas semanas, Alex accedió a llevarse a Lillity fuera ya que no había vuelto a salir.
Salieron por el tronco y Lillity suspiró al volver a respirar aire fresco.
Les acompañaban Rosky y Chambers, los compañeros de Alex.
Últimamente empezaba a llevarse bien con ellos, pero mantenía los límites. Seguía durmiendo en su propia habitación en casa de Alex.
Al principio era difícil contenerse, porque ese chico volvía a despertar sus sentimientos. Pero recordó que algún día volvería a casa, y que tendría que dejarle atrás. Los dos pertenecían a mundos muy distintos, o eso creía Lillity.Los chicos empezaron la expedición por el bosque y se separaron en dos grupos: Rosky y Chambers formaban el primero, y Alex y Lillity el otro.
Alex se mostraba muy protector con ella, pero eso a Lillity no le acababa de gustar. Quería demostrar que podía arreglárselas ella solita.
Según Alex no había nada nuevo. Los árboles seguían siendo del mismo tono verde y no había nada fuera de lugar.
Pero algo se movió entre un arbusto. Alex le hizo señas a Lillity para que se apartara, y colocó la mano en su cinturón, tocando su cuchillo.
Eso seguía moviéndose entre los arbustos, y, de repente, un trocito de ala sobresalió. Lillity lo reconoció al instante.- ¡Para, Alex! -le dijo, y corrió a por ella.
Cuando la cogió en sus brazos vio que no se había equivocado: era Shielma, la minidemn que le había dado el oráculo.
Creía que había escapado cuando los ombríos las atacaron, pero ahora estaba herida. Tenía una ala rota y del pequeño estómago le salía un líquido que Lillity supuso que era sangre.- Alex, está herida. Hay que volver. -dijo Lillity.
- Volveremos, pero hay que acabar la ruta. Sólo nos falta llegar hasta en pico y volveremos. -dijo.
- Ve tú, yo vuelvo con ella. Puede que no le quede mucho tiempo. -dijo Lillity. Tenían que darse prisa.
- No, no pienso dejarte sola. Vol...
Un chirrido de una ave de los ombríos le interrumpió. Los dos alzaron la cabeza a la vez para ver que volaban por encima del bosque tres aves grandes. Los dos se escondieron bajo un árbol.
- No creo que estén de patrulla. No salen en grupo. -dijo Álex.
Los dos vieron hacia donde se dirigían las aves: hacia el árbol. Hacia el campamento de los Cinco Pétalos.
- Corre, vamos. -dijo Alex.
Los dos corrieron esquivando las ramas lo máximo que pudieron. Lillity sujetaba en brazos a Shielma, que tenía los ojos cerrados.
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La música de la noche
FantasíaSabe lo que puede hacer. Sabe que la persiguen. Sabe que tiene que huir. Pero no sabe quien es, ni de donde viene. Aunque, pronto, va a descubrirlo. La persiguen. Es diferente. Puede hacer cosas que ni siquiera llega a imaginar ni controlar. Por e...