Estaba confundida. No sabía si estaba despierta o no, si estaba soñando. No veía nada, sólo oscuridad.
Pero al menos estaba viva.
Notaba la piedra húmeda bajo su espalda y oía el agua salpicar.Intentó levantarse, despacio. Se apoyó en las paredes del túnel o lo que fuera que fuese y empezó a caminar lentamente, apoyándose con la mano derecha en el muro de piedra.
Caminó y caminó pero no encontraba salida. Al girar a la derecha, sintió una ráfaga de aire. Empezó a buscar, intentando averiguar de dónde venía esa brisa. Al acercarse al muro desterró el misterio: el aire no provenía de un solo orificio ni de un lugar concreto, la pared entera desprendía el ambiente.
Lillity intentó quitar las piedras con las pocas fuerzas que le quedaban, pero sin éxito. Las piedras no se moverían de allí. A no ser que...Lillity intentó explotar, así como lo hacía siempre, sin control. Pero no sabía como hacerlo. Lo intentó y lo volvió a intentar, pero nada. Nada, que cuando ella no quería sucedía, y ahora que lo necesitaba...
Volvió a tocar toda la pared en busca de algo que le ayudara a salir, pero no encontró nada. Por más que intentara salir, buscar soluciones o salidas... Nada.
Pegó puñetazos, patadas a las paredes, pero ni se inmutaban. No podía hacer nada...
Volvió a mirar a través de los
pequeños orificios por donde salía el aire. No había luz, sólo oscuridad. Se sentó en el suelo. ¿Qué iba a hacer?***
Lillity se despertó por el ruido. Unos golpes se oyeron al final del pasadizo. Había vuelto a perder la noción del tiempo, quedándose dormida. Cuando se despertó nada había cambiado: seguía en el mismo sitio de ese oscuro túnel, las paredes seguían húmedas y el mismo repiqueteo de agua se oía a lo lejos.
Volvió a oír los golpes. Esta vez más fuertes y más cerca. Instintivamente se puso de pie y se acercó lentamente hacia el lugar de providencia de los ruidos. El laberinto (porque el túnel parecía un laberinto) giraba a la derecha en un ángulo recto.
Lillity fue acercándose, despacio. Entrecerraba los ojos debido a la falta de luz, intentando ver algo con la esperanza de que le ayudara a salir de allí.Volvió a oír los ruidos. De dos en dos, por parejas. Ya estaban bastante cerca para darse cuenta de que no eran golpes, sino ladridos.
Giró la esquina una especie de perro grande con escamas, marrón y con una especie de brillantina, una piedrecita luminosa en la frente.
Miró a Lillity con cara de odio. No hacía falta que hablase, todos sabían cuales eran sus intenciones. Bueno, todos... Lillity.
El perro-raro empezó a rugir, acercándose cada vez más a Lillity. Sabía que en cualquier momento el animal se abalanzaría sobre ella. Pero no podía correr hacia atrás, de donde venía ella. Sabía más que bien que no había ninguna salida. Se cansaría de correr y la alcanzaría. Sólo le quedaba correr hacia la otra parte. Tenía que despistar al perro-raro.Lillity empezó a moverse a delante y atrás. Despacio, para que el animal se adaptara a su ritmo. Después empezó a girar muy lentamente, intentando cambiarse de sitio con el chucho. El perro-raro imitaba los movimientos de la chica, hasta que paró. Lillity ya tenía lo que quería, ya estaba en la otra parte.
Un movimiento captó la atención de Lillity. Algo se había movido a su derecha. Echó un rápido vistazo, una ráfaga de aire le heló los huesos, allí, en la penumbra... allí estaba: la salida.
No se lo pensó dos veces, empezó a correr lo más rápido que pudo. Le sacó ventaja al perro-raro (más bien parecía un duende... Si, un duende, con esa piedrecita en la frente...).
Lillity corría, corría lo más rápido que no había corrido nunca. Si su profesor de gimnasia la hubiese visto hasta la hubieran contratado para las olimpiadas... del instituto.
Era difícil controlar dónde pisaba y no resbalarse, el suelo estaba realmente mojado cada vez que se acercaba a la salida.Y el camino que se hacía infinito llegó a su fin, aunque no del todo. Lillity salió al exterior y casi se mareó al sentir tanto aire. ¿Cuánto hacía que estaba ahí dentro?
Aún así no paró de correr. Le dolían las piernas, le faltaba el aire. Sentía un fuerte dolor en el pecho, pero prefería sentir ese dolor a ser engullida por un perro-duende.
Era de noche, había luna llena. Se encontraba en el campo, podía notar la seca y muerta hierba bajo sus pies descalzos y arañados por las piedras de túnel.El perro-duende la seguía y pronto la alcanzaría. Tenía que encontrar algo, alguna distracción para el animal. Pensó en subirse a un árbol, pero no encontró ninguno. ¡No había ningún árbol! Allí todo estaba muerto... Sólo se oía el viento y el agua correr... ¡Eso era, el agua! Lillity buscó la procedencia del sonido y encontró un riachuelo que dividía la pradera en dos partes.
El perro-duende seguramente no sabría nadar... Pero era un perro-duende. No los conocía, no podría afirmar nada.Se metió en el agua con el animal pisándole los talones. Le daba igual morir de hipotermia o si algún pez-duende se la comía. Qué va...
Y así como esperó (más o menos) el perro-duende no cruzó, sino que se paró en la orilla.
Lillity consiguió pasar al otro lado de riachhuelo, clavándose una astilla en el pie descalzo. Cayó al suelo, sin poder moverse. Sólo con el tiempos suficiente para ver que sí, que el perro-duende sabía nadar y para nada era tonto. La tonta era ella.No podía moverse, para nada levantarse. Iba a quedarse allí, dejando que se la comiera un perro-duende que ni siquiera tiene nombre oficial.
La criatura fue acercándose, cada vez más y más. Ya no corría, resultaba que los perros-duendes también se cansaban alguna vez.
Lillity se quito la astilla y cuando el animal estuvo cerca, con un movimiento más bien preciso se la clavó. El animal aulló, llorando así como lloraban los perros normales... ¿Lloraban, verdad? Sí, claro que sí. A Lillity le empezó a saber mal...- ¡Zeny! ¿Dónde estás?
Alguien había gritado
desde el otro lado.
De allí aparecieron hombres... Hombres y caballos, y no hombres Y caballos... Sino hombres caballos, centauros.- ¡Aquí Cam! Ha encontrado a alguien. - gritaba otro.
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La música de la noche
FantasíaSabe lo que puede hacer. Sabe que la persiguen. Sabe que tiene que huir. Pero no sabe quien es, ni de donde viene. Aunque, pronto, va a descubrirlo. La persiguen. Es diferente. Puede hacer cosas que ni siquiera llega a imaginar ni controlar. Por e...