5. Es nuestra primera cita y ya estamos jugando con fuego

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-Layla-

Para ser sincera no sé la razón de la mayoría de cosas que hago, por lo que no entiendo el por qué decidí contarle a Ezra con lujo de detalle como descubrí que mi ex me engañó durante mucho tiempo. No sé por qué lo hice, pero lo hice.

Una gran platica para una primera no cita.

¿A quién engaño? Si Ezra no estuviera obligado por el contrato a fingir ser mi pareja él seguramente se hubiera largado antes de que termine siquiera la historia.

— ¿Te estoy aburriendo? —Le pregunto, notando como su cabeza está apoyada pesadamente en una de sus manos.

Él al darse cuenta de esto rápidamente se acomoda en su asiento con sus mejillas completamente sonrojadas.

—Para nada, la historia sin duda alguna podría ser fácilmente un capítulo de "La rosa de Guadalupe".

— ¿Qué es eso?

Mi cita se lleva una mano al corazón, como si el mismo se hubiera roto al escuchar mi pregunta.

— ¡¿Nunca has visto un capítulo de La rosa de Guadalupe?! —No puedo contestar ya que él me detiene. —Tienes que ver por lo menos uno, si quieres podemos quedar en mi apartamento.

Me quedo congelada en mi asiento.

Me acababa de pedir una.... No, seguramente solo lo haga por ser amistoso.

Estoy a punto de aceptar su propuesta cuando aparece una mesera sirviéndonos nuestra comida con una gran sonrisa. Observo de reojo como "accidentalmente" acaricia la mano de Ezra cuando le deja servido su plato, él ni siquiera se da cuenta de esto, porque simplemente le da las gracias y comienza a comer. Sé que no debería molestarme, al fin de cuentas ni siquiera soy su novia real, pero eso no es algo que la chica sepa e igual lo hizo.

—¿Hay algún problema con tu comida? —Me pregunta con voz baja mientras señala mi plato, el cual ni siquiera tiene la cuchara puesta. —Puedo llamar a la chica para que lo cambie, si eso deseas.

—No es necesario. —Lo detengo rápidamente, lo menos que quiero en este momento es volver a ver como la chica le coquetea enfrente mío. —Estaba simplemente pensando, eso es todo.

Me llevo una cucharada a la boca, deleitándome con el sabor de la sopa.

—Eso es algo que sueles hacer a menudo, ¿Cierto?

— ¿Pensar? —Le pregunto, alzando mi mirada. —La verdad muchas personas dirían que es lo que menos hago.

— ¿Tu hermana siendo una de ellas?

—Estás aprendiendo rápido. —Le digo, a lo que él me regala una gran sonrisa.

— ¿Qué puedo decir? Soy un excelente aprendiz. —Esto último lo dice guiñándome el ojo, cosa que claramente hace que me sonroje.

Sí, en otra vida definitivamente fui un tomate.

—La verdad estoy sorprendida, creí que te demorarías un poquito más en captar todo.

—¿Me estás diciendo pendejo, Layla?

Yo la verdad no sé ni para que hablo si solo termino diciendo estupideces.

—Yo...

—Lo dijiste por mi pasado de granjero, ¿Cierto?

—No, claro que no. —Niego rápidamente y él suelta una carcajada. —Espera, ¿Eras granjero?

Eso explicaría por qué sus manos son tan callosas.

¡¿Qué clase de personas eres Layla?! Deja de mirarle las manos, va a pensar que eres una loca hormonal.

El amor y la fama [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora