10. ¿Se nota que la quiero (besar)?

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*Ezra*

Lo primero que veo al despertarme es el cabello rubio de Layla sobre mi pecho.

Bajo la cabeza y observo como en su rostro se refleja la luz del sol, dándole un aspecto angelical e inigualable. Intento levantarme con cuidado, pero me es casi imposible, ya que mi mano está reposando sobre su vientre.

Mierda, no quiero levantarla.

—Por ahí dicen que Dios les da las peores batallas a sus más fuertes guerreros. —Thomas aparece a mi lado, sosteniendo un bowl con cereales y leche.

Le hago una seña para que cierre el pico, pero lo único que él hace es reírse con fuerza.

—El mundo puede terminarse antes de que ella se levante, créeme ya lo comprobé. —Se acerca lentamente y baja la cabeza para mirarme. —Me desperté porque la alarma de incendios del edificio sonó, para mi gran sorpresa ninguno de ustedes se inmutó a todo el ruido, si el incendio hubiera sido cierto ustedes ahora ya serían cenizas.

—Espera, ¡¿Nos hubieras dejado aquí tirados?!

Judas no puede defenderse, ya que de pronto la puerta principal del departamento se abre por completo, dejando a la luz a quien menos quiero ver en las mañanas.

No, no, no.

—¡¿Dónde mierda está mi hermana?! —Lilith entra al departamento, colocando sus gafas del color de su alma sobre su cabeza, dejando a la vista esos ojos llenos de odio.

Intento levantarme apoyándome sobre una superficie inexistente, resbalándome del sillón con Layla encima de mí. Abro mis ojos y me encuentro en el suelo, con mi novia falsa adormilada y confundida a mi lado.

—Buenos días, ¿Deseas una taza de café? —Thomas la saluda, pero lo único que recibe a cambio es una mirada de muerte. —Lo intenté chicos. —Nos comunica en voz baja. —Lo siento, pero me tengo que ir por mi propio bien.

—¡No seas un pinche cobarde! —Le reclamo, pero ya es muy tarde porque la puerta de su habitación ya está cerrada. —Desgraciado...

Mi hermosa descripción de mi compañero de cuarto es lastimosamente interrumpida por un cojín que llega a mi cabeza, provocando que me caiga para atrás. Me llevo una mano a mi mejilla y la empiezo a sobar lentamente, notando lo caliente que esta está.

—¡Cuidado! Que gracias a esta cara tengo el cojín que me acabas de lanzar.

—Tenemos una sesión en unos minutos, ¿Qué crees que haces sentada en el piso cuando deberías estar ya lista? —Lilith camina sobre las sábanas del suelo y le tiende la mano a su hermana, la cual aún sigue sin entender absolutamente nada. —Tengo una puesta de ropa en el coche, ya veremos que comes luego de que hagas tu trabajo.

Levanta a su hermana del suelo y deshace con cuidado su moño, el cual ya está completamente desaliñado para empezar a peinarlo con sus manos. La escena me es demasiado extraña, no solo porque aún todas mis neuronas no se despiertan, sino también porque nunca pensé observar a Lilith hacer algo con tanto cariño o cuidado, como si tuviera miedo de romper a su pequeña hermana.

Me levanto del suelo y camino hacia la cocina, buscando entre los anaqueles mi caja de Chocapic para servirme un poco con leche. No me tardo ni unos 15 minutos cuando al alzar mi vista me encuentro a mi pareja falsa sujetando una bolsa llena de peculiares productos de maquillaje.

No me atrevo a prender mi celular por miedo a que Lilith me mande botando del departamento, por lo que decido entretenerme observando a detalle su rutina de Skincare, la cual parece ser mucho más complicada de lo que nunca me pude imaginar. Reconozco algunas de sus marcas patrocinadas en sus productos, pero luego no comprendo absolutamente nada más que unas cuantas mascarillas divertidas, de hecho, cuando empieza a colocarse unas capsulas semejantes a la azúcar no puedo evitar fruncir el ceño.

El amor y la fama [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora