Fulgor

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El Rey George estaba sentado en su trono, pensando una nueva estrategia para derrotar al reino rival.
La esposa del rey George había muerto hacía ya varios años, dejando en él un vacío imposible de superar. Tal trágico suceso tenía al rey con la cabeza en otro lado, quería a alguien que llenara de nuevo ese vacío.

Los guardias entraron de sopetón. Llevaban un bulto entre ellos.
Es un bebé recién nacido. Pensó el rey, al ver las manchas de sangre en el bulto con mantitas blancas. O puede que esté herido. Pensó también.
-¿qué es eso?- dijo el rey con voz impotente.
Uno de los cinco guardias dio un paso hacia delante y dijo:
-Mi señor rey, este bulto es un bebé recién nacido. Pensamos que...
Los ojos del rey se iluminaron y se humedecieron, se paró de su trono y fue a parar frente al bulto.
-por favor- dijo mientras tomaba al bebé. -muchas gracias, infinitas. Me han ayudado a encontrar lo que me faltaba, gracias.
Los guardias se retiraron y el rey quedó a solas con la bebé.
-te pondré Fulgor, como el que irradia el oro.
El rey levantó a la bebé. Que estaba muy seria.

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